Lanzarote de portero 5 minutos, histórica imagen para guardar

La expulsión de Ratón en Oviedo, con los 3 cambios ya hechos, propició que un jugador de campo acabase con los guantes. Algo sin precedentes en el Real Zaragoza.

A la izquierda, Lanzarote se quita su camiseta con el número 12 y Ratón la suya roja, una vez fue expulsado en Oviedo. A la derecha, Lanzarote, ya vestido de portero, guantes incluidos, se dirige a la portería del Real Zaragoza para defenderla.
Lanzarote de portero 5 minutos, histórica imagen para guardar
El Comercio Oviedo/HA

Hay que guardar en los anales de la historia del Real Zaragoza la imagen de los últimos 5 minutos de partido de Oviedo, el pasado sábado. Esas en las que Ratón es expulsado por el tiquismiquis del árbitro, el andaluz Figueroa Vázquez, y que derivaron en la entrega de su camiseta roja y sus guantes a un jugador de campo, Manu Lanzarote, para que concluyera el partido como guardameta zaragocista de manera anormal y extravagante.

El hecho de que la roja a Ratón llegase ya en tiempo de aumento (era el minuto 95, de los 100 que se acabaron disputando), era sinónimo de que César Láinez había agotado ya hacía un buen rato las tres sustituciones. Y eso es lo que hizo de esta expulsión algo novedoso, inédito en la historia zaragocista. Hasta ahora, las veces en las que el portero había sido sancionado con roja (la última, Leo Franco en La Romareda ante el Valencia en Primera), el entrenador de turno tenía el comodín de un cambio, para poder meter así al guardameta suplente sustituyendo a un futbolista de campo (ese día, ante los valencianistas, en el minuto 77 salió del banquillo Pablo Alcolea para estrenarse en la élite). Pero, que fuera un futbolista de campo, directamente, el que tuviera que enfundarse la camiseta distinta de su compañero portero y se debiera poner los guantes, no tiene parangón.

Ratón fue el de la roja y Lanzarote el que quedó retratado para el archivo de las efemérides zaragocistas como el eventual portero del final del partido en el Carlos Tartiere. Por fortuna para él, no tuvo que parar ningún balón, pues el Real Oviedo fue incapaz de volcar un balón al área del cuadro aragonés en un nervioso y alborotado final de partido.

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