El exótico duelo entre dos técnicos aragoneses

El mequinenzano Agné y el zaragozano Soriano mantendrán un pulso en los banquillos. La escasez de entrenadores aragoneses en la élite hace que sea un choque singular.

Raúl Agné, entrenador zaragocista. Oliver Duch / Fernando Soriano, técnico almeriense. La Voz de Almería
Raúl Agné, entrenador zaragocista. Oliver Duch / Fernando Soriano, técnico almeriense. La Voz de Almería

El partido de mañana en La Romareda entre el Real Zaragoza y el Almería propiciará un duelo exótico en los banquillos entre Raúl Agné y Fernando Soriano. Lamentablemente, no es muy habitual que dos entrenadores aragoneses se enfrenten en un encuentro en las categorías de élite del fútbol nacional. Sin ir más lejos, en Primera División no hay ningún preparador de la Comunidad, en Segunda tan solo los mencionados Agné y Soriano, y en Segunda B únicamente Emilio Larraz. Es, por tanto, un fenómeno casi insólito.


Salvo la coincidencia en su procedencia, ambos acreditan perfiles muy alejados. El máximo responsable zaragocista, que nació hace 46 años en Mequinenza, protagonizó una carrera como futbolista de vuelo bajo, con una escala de tres años en el filial blanquillo, y jamás superó la Segunda B. Sin embargo, como entrenador acumula ya una notable experiencia, con 157 choques en la categoría de plata (repartidos entre Girona, Recreativo de Huelva y Tenerife).


Fernando Soriano, de 37 años, acuña el reverso de esa moneda. Ingresó en el infantil del Real Zaragoza procedente del Marianistas y fue subiendo peldaños hasta el primer equipo, con el que contribuyó a un ascenso a Primera, a una Copa del Rey y a una Supercopa de España. Como curiosidad, en el juvenil zaragocista fue entrenado por Narciso Juliá, actual director deportivo. En el verano de 2005 dio un brusco volantazo y fichó por el Almería. Lo que comenzó como una aventura terminó por convertirse en un modo de vida. El zaragozano es historia viva del club andaluz tras defender su camiseta durante once temporadas (seis en Primera y cinco en Segunda). Su vinculación con la ciudad es tan intensa que bautizó a una de sus tres hijas como Mar, en honor de la Virgen del Mar, la patrona de la localidad.


Las situaciones en las que concurrirán Agné y Soriano a la cita de mañana también carecen de similitudes. El mequinenzano apenas habrá dirigido tres entrenamientos y su margen de maniobra será, por tanto, muy escaso. Debe aplicar un tratamiento de ‘shock’ a una plantilla que se ha desplomado en un funesto mes de octubre. Los tres puntos atrapados en las últimas seis jornadas son una losa que debe erradicarse. Alimentar la confianza del colectivo y afilar su carácter competitivo constituyen sus dos misiones prioritarias.


Pese a que un repaso a la clasificación podría hacer pensar que Soriano acude con urgencias a La Romareda –su equipo es quinto por la cola, empatado a once puntos con Cádiz y Tenerife, que habitan en descenso–, lo cierto es que disfruta de su mejor momento en esta incipiente campaña. Cabe recordar que el zaragozano colgó las botas a falta de cuatro fechas de la conclusión del pasado ejercicio para convertirse en el entrenador. Salvó in extremis los muebles y su contrato fue renovado con una cláusula que establece que, en caso de ser destituido, seguirá en la estructura del club. Su arranque fue nefasto y tocó fondo en El Alcoraz tras perder con el Huesca (2-0) el 1 de octubre. El presidente rojiblanco, Alfonso García Gabarrón, que venía de haber contratado a cinco técnicos diferentes en 2015-2016, redobló la apuesta por Soriano y el tiempo le está dando la razón. La progresión en el juego y en la intensidad de los jugadores es notoria y el Real Zaragoza deberá extremar las precauciones.

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