Milla, Irureta, los laterales y Morán, primeros focos de discusión después de Lugo

El entrenador, por su falta de reacción tras el 2-3 y por los cambios, centra buena parte de las críticas junto con los fallos del portero.

Luis Milla, en el banquillo del Real Zaragoza en el Anxo Carro de Lugo.
Luis Milla, en el banquillo del Real Zaragoza en el Anxo Carro de Lugo.
Carlos Castro

Señores, bienvenidos a Zaragoza. Bienvenidos al Real Zaragoza. El 3-3 de Lugo, no tanto por el valor -siempre discutible- de ese punto obtenido en el gafe estadio Anxo Carro sino por cómo fue la secuencia del marcador y el grado de solvencia del juego zaragocista en los últimos minutos, ha abierto de par en par los recelos, temores, dudas y críticas negativas hacia diversas individualidades del equipo que acaba de comenzar la liga 2016-17. Da igual que el cuadro aragonés sume 4 de los 6 puntos; que, por lo tanto, siga en el grupo cabecero invicto, con una victoria y un empate en el arranque más lustroso de los últimos cuatro años. Es tan agrio el paladar que dejó el final del choque en Lugo entre el zaragocismo que, por más que Luis Milla se empeñe en centrar las valoraciones en los aspectos positivos, ha de dar por sentado que le va a resultar imposible lograrlo.


Ir ganando 1-3 a falta de 20 minutos, tener a mano el 1-4 ante un rival abatido como era el lucense desde que el Real Zaragoza lo tumbó en la lona en el primer cuarto de hora de la segunda parte y echarlo todo a perder, es un pecado grave en una plaza como Zaragoza. Mucho más si, como sucedió, la resurrección del Lugo vino patrocinada gratuitamente por el propio Real Zaragoza, no surgió de las habilidades o buenas dotes de los rivales. Y, tras las loas y buenaventuras del primer día, que llegaron por pura decantación tras derrotar los blanquillos 3-1 al UCAM Murcia, a Milla y sus muchachos les toca esta semana conocer el sabor del aceite de ricino que fluye por las vetas y entrañas del zaragocismo cuando se cometen pifias del tamaño de la que se dio en Lugo. Siempre fue lugar exigente La Romareda. Tras lo sufrido en la última década, los síntomas y las reacciones alérgicas ante la falta de aplicación y carácter (o algo que pueda llegar a parecérselo) surgen de inmediato en el entorno del equipo.


Lugo ha difuminado la imagen global de buen criterio y control que dio el equipo, de manera general, en el estreno ante el UCAM Murcia. Y, en el terreno individudal, ha abollado a Milla. También al portero Irureta. Y a los laterales, Isaac y Casado. Y, de nuevo, a Morán. Son, entre las serias máculas que mostró el Real Zaragoza durante las peores fases de juego en el Anxo Carro, los principales focos de discusión por sus actuaciones, bien por acción, bien por omisión.


Al entrenador se le pide más capacidad de mando desde la banda. Que, cuando faltan 20 minutos para acabar el partido y el Real Zaragoza gana 1-3, no se deje al albur de la diosa Fortuna la posibilidad de renacer del rival. Y, cuando llega el 2-3 en un error gravísimo propio, se echó en falta una reacción, visual y real, desde la banda para reordenar el equipo y llevar el partido a terrenos ásperos, de más oficio, donde al rival le resulte casi imposible ligar una jugada con la que optar al empate, como por el contrario sucedió de inmediato. Asimismo, los cambios que decidió Milla en Lugo no entran en las coordenadas de lo que la generalidad del fútbol entiende como normales, lógicos o, incluso, atrevidos o con carácter ambicioso. Ese doble lateral Isaac-Fran (este defensa, jugando como extremo) es muy de autor, muy suyo. Y suplir a Cani por Wilk y no por Alex Barrera sonó a lo que sonó. No hacen falta explicaciones obvias.


Al portero Irureta se le acumulan en dos semanas las cruces negras en su expediente popular, el que rellena cada partido el espectador de La Romareda. Las dos primeras, en el amistoso ante el Eibar, fueron marcadas con lapicero, para poder borrarlas en cualquier momento, ya que se consideraron pecados veniales pese a su gravedad en un choque sin puntos en juego. La de la jugada del penalti que provocó el único y anecdótico gol del UCAM Murcia el primer día de competición, tampoco tuvo más calado porque ese tanto fue intrascendente. Pero el error del segundo gol de Lugo, en un mal entendimiento con el despistado Cabrera, ha provocado el efecto del rebosamiento del vaso de las dudas respecto de las actuaciones del guardameta vasco en estos primeros partidos de enjundia de la temporada. Zaragoza, además, es foro de especial sensibilidad con los inquilinos de la portería. Irureta lo sabe desde su aterrizaje. 


Los laterales, Isaac y Casado, por su parte, quedaron retratados como dos flancos extremadamente débiles en la defensa zaragocista en el Anxo Carro en Lugo. Desbordados en un partido que, sin embargo, tampoco fue de demasiada presión del rival. Pero, cada vez que los gallegos percutieron por sus bandas, ni el andaluz ni el madrileño estuvieron a la altura mínima exigible en un equipo con aspiraciones. Pedraza, al primero, e Igor Martínez e Iriome al segundo, los perdieron de marcaje en demasiadas ocasiones. Y, de esos graves fallos de atención llegaron los tres goles locales. 


Otra de las piezas que está en entredicho -tras lo de Lugo, todavía más- es Erik Morán. El centrocampista vizcaíno está siendo alineado por Milla desde la pretemporada como interior, más adelantado de lo que ha venido jugando a lo largo de su carrera. El vasco ya ha dejado patente que no le gusta esa posición, que le cuesta rendir según lo que le pide el entrenador. Él tiene el chip del pivote único en su cabeza, esa posición que ahora ocupa Zapater. Bien sea por este motivo o, simplemente, porque no está en buena onda a estas alturas de curso, Morán chirría en la línea media. Tanto que Milla lo quitó al poco de comenzar la segunda parte porque no estaba acertado ni en las cosas más sencillas. 


Hay más cuestiones que provocan los primeros puntos de fricción en la evaluación del rendimiento del equipo en Lugo: Xumetra, el bajón de prestaciones de Cani, las dudas y blandura inesperada del los dos centrales uruguayos, Cabrera y Silva... Pero, por encima de todos ellos, los citados se llevan la primacía en el pospartido de Galicia. Tras unos días de calma y felicidad tras ganar 3-1 al UCAM, ahora les toca palpar a los nuevos zaragocistas la otra cara de la moneda. Lugo y el terrible final del partido, además de devaluar el valor del empate a tres final (que, en definitiva, es sumar a domicilio), ha puesto los índices en punta sobre determinados protagonistas del remozado equipo blanquillo. Es el fútbol. Es Zaragoza. Es el Real Zaragoza.


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