Resulta curioso que, pese a que la presencia de aficionados del Real Zaragoza no va a ser tan numerosa en Palamós como lo fue en Soria hace 20 días (casi 6.000) o en Huesca la semana pasada (cerca de 1.200), es muy posible que el ambiente de los graderíos del pequeño estadio de la Costa Brava tenga mayoría de seguidores zaragocistas.

El escaso índice de seguimiento que tiene el Llagostera como local, con aforos que durante la temporada han oscilado entre los 1.100 y los 3.300 espectadores en unas tribunas que no dan más que para 4.800 butacas, parece que va a resentirse este fin de semana por el hecho irreversible de que el modesto cuadro gerundense ya ha perdido la categoría y no se juega nada. El ambiente alrededor del club azulgrana de la localidad catalana (que tiene un censo de solo 8.000 habitantes) es de desazón, de enorme decepción y de asunción del retorno a Segunda B. No hay estímulos extraordinarios de cara a recibir al Real Zaragoza en la despedida de la liga.

En el seno zaragocista, se cuenta con las 300 entradas que ya tiene vendidas la Federación de Peñas del Real Zaragoza. Además, del paquete de 400 que ha recibido el club y que salieron a la venta el míércoles, ya han sido adquiridas más de 170. Si la cifra de asistentes desde tierras aragonesas se aproxima al final a las 700 posibles, se da por seguro que el envoltorio del partido desde las gradas tendrá un predominio blanquillo. Es la consecuencia de terminar el torneo liguero en un campo y ante un rival tan singular, el de menos apoyo demográfico y de abonados de toda la LIga de Fútbol Profesional en los dos últimos años.

Este es un aspecto importante desde el punto de vista de los jugadores zaragocistas, que han valorado de forma sobresaliente el apoyo recibido en muchos de los partidos jugados a domicilio durante la campaña. Aunque el partido de Palamós solo es el pasaporte para la promoción (por momentos, hace un mes, se soñó con poder jugarse frente al Llagostera este sábado el ascenso directo), el empuje de la afición puede ser un plus decisivo en el último duelo de la liga regular.