Si la cara es el espejo del alma, la de Cristiano Ronaldo refleja el estado de infelicidad en el que se ha instalado, gafado esta liga ante la portería contraria. Aunque en Europa es el máximo goleador de la competición con seis aciertos. Tuvo tiempo de marcar uno al Barcelona en la ida de la Supercopa, pero en el torneo de la regularidad, no se encuentra. El delantero del Real Madrid marca la diferencia con su juego, pero esto no le sirve. Solo le sacian los goles. Y, si no llevan su firma, se enfada. El conjunto de Zidane ganó 3-0 en el Santiago Bernabéu, pero CR7 no cumplió con cita con el gol. Y los que ejecutaron sus compañeros, tampoco tuvo ganas de festejarlos.

Con Cristiano hay paciencia. Parece que al portugués le han echado un mal de ojo. Todo lo que metía el año pasado y los anteriores, ahora no entra. Contra Las Palmas lo intentó de todas las maneras. En la primera parte, pudo marcar con un cabezazo y con un disparo ajustado. También lanzó dos faltas a la barrera. En la segunda, lo intentó con un disparo de rosca que rozó la escuadra.

Pero por lo menos, asistió a Isco en el tercer gol del Real Madrid. Desde la banda derecha dio un pase medido al centrocampista malagueño, que se llevó la gloria gracias a esa asistencia. Las cámaras lo enfocaron en ese instante, durante varios segundos, justo tras ver cómo el andaluz metía la bola en la portería, y Cristiano, lejos de alegrarse, se negó a festejar un tanto importante que servía para dar tregua a la crisis antes del parón por selecciones, antes del derbi en el Metropolitano.

Sergio Ramos ejerció de capitán y defendió a ‘The Best’. “Está claro que los goles ya llegarán. Cristiano es verdad que vive del gol y si no marca está molesto. No nos preocupa que hayan marcado pocos goles porque, al final de temporada, marcan la diferencia”, reconocía Ramos al concluir el partido. Pero esto no consuela a CR7, que evidencia que está enfadado, muy enfadado.