Goles aragoneses en la primera división filipina

El zaragozano Daniel del Río juega en el Green Archers de Manila. Ha marcado dos goles en tres partidos.

Daniel (24) celebra un tanto con dos compañeros
Goles aragoneses en la primera división filipina
Heraldo.es

Dos goles y hombre del partido en su tercer encuentro con la camiseta de los Green Archers de Manila. Daniel del Río (Zaragoza, 1988) no ha podido tener mejor aterrizaje en la liga filipina, a la que llegó en enero y donde espera consolidarse como uno de los delanteros más determinantes. Y eso que en sus dos primeros partidos jugó de central, un puesto que apenas conoce. "Faltaban jugadores y el entrenador me dijo que contaba conmigo para cubrir las bajas. En el primer partido nos enfrentamos al Global Football Club, el actual líder, y a los diez minutos el árbitro me pitó un penalti... y eso que la falta la hice un metro fuera del área", relata entre risas.


A pesar de ello lograron empatar y Daniel cuajó un partido más que correcto. En el segundo choque repitió como zaguero, pero una inoportuna lesión en los isquiotibiales le obligó a retirarse del césped. El equipo notó la baja y no pudo evitar la derrota. En el tercer envite Dani pudo ocupar, al fin, su demarcación natural y demostrar lo que vale con dos tantos -el segundo de bella factura- que sirvieron para asegurar la victoria contra el Philippine Army. Además se llevó el premio de ser nombrado 'MVP'.


Este zaragozano aterrizó en Manila de la mano de la agencia de representación NeoFut, radicada en la capital aragonesa. Cuando surgió la oportunidad él estaba trabajando en el departamento de ventas de una empresa en la ciudad china de Zhangjiagang, cerca de Shanghái, y jugando en una liga local a cambio de unos 350 euros al mes. En Filipinas gana alrededor de mil euros, un sueldo alto para el nivel de vida del país, y que ahorra casi íntegramente al cubrir el club los gastos para alimentación y desplazamientos.


Tampoco tiene que pagar la vivienda, ya que comparte chalet con diez compañeros de equipo llegados de diferentes latitudes (hay jugadores de África, Europa, Asia y Oceanía). Entre ellos y con el míster (exinternacional con el combinado nacional filipino) se entienden en inglés, uno de los dos idiomas oficiales del país.


De momento la experiencia de Daniel está siendo positiva. "Acabo de llegar y me tratan muy bien, estoy muy agusto, aunque la vida que llevamos es a veces un poco aburrida, ya que nos limitamos a ir al gimnasio por la mañana y entrenar por la tarde y está mal visto que salgamos por ejemplo a tomar una cerveza", apunta. Tampoco se pone metas, ni se plantea basar su carrera en el fútbol: "Es una etapa bonita, pero entiendo que tengo que pensar más a largo plazo y orientar mi vida profesional hacia otros ámbitos".


Zaragocismo de ultramar


Desde su casa, en una zona residencial y tranquila al sur de la capital filipina, Daniel trata de no perderse ni un partido del Real Zaragoza, al que sigue abonado a pesar de los más de 11.000 kilómetros que le separan de La Romareda: "No me importa la hora (en Filipinas el reloj está siete horas por delante de España), me quedo despierto y lo veo por internet, como sea".


Aunque no tiene todas consigo en lo que a conseguir el objetivo del ascenso: "Tenemos mejor equipo que el año pasado y probablemente acabemos la liga en play-off, pero creo que hay otros equipos más fuertes. A ver qué ocurre al final...".


Un trotamundos, también por la selección


Viajar es una de las pasiones de este aragonés, que invierte buena parte de lo que gana en recorrer el planeta -ya ha visitado más de medio centenar de países-. Y la Selección española ha servido de perfecta excusa para subirse a un avión y conocer otros países. "Estuve con mi hermano en el España-Italia de cuartos en la Eurocopa de 2008, y aunque nos tuvimos que volver después fue una experiencia increíble".


Luego vino Sudáfrica. "Vivir la final del Mundial en el estadio, ver a España levantar la Copa del Mundo... es la mejor experiencia de mi vida", recuerda orgulloso. Dos años después cerró el círculo mágico en Kiev, donde España arrolló a Italia. Él también estuvo ahí.