Tercer Milenio

En colaboración con ITA

REAL ZARAGOZA

El Mallorca, una vuelta después

El Real Zaragoza se reencuentra con el rival ante el que, tras más de dos meses de desorientación, logró el primer triunfo en esta Liga

La acción que proporcionó el primer triunfo del Real Zaragoza en esta Liga
El Mallorca, una vuelta después
ESTHER CASAS

Resulta agradable recordar, en un año de tantos sufrimientos y malos ratos, el partido de la primera vuelta ante el Mallorca. Aquella tarde del 7 de noviembre, después de dos meses y medio de calvario, el Real Zaragoza logró, a la décima intentona, su primer triunfo en esta tortuosa temporada: ganó 3-2. Los baleares suponen, pues, un hito importante en la progresiva resurrección zaragocista a lo largo de 19 partidos, de cuatro meses de mutaciones y de intentonas diversas para intentar salir del pozo de la clasificación. Toparse de nuevo con el Mallorca, una vuelta después, genera buenas vibraciones por lo que supuso el enfrentamiento de la primera vuelta ante los bermellones.


El Real Zaragoza presenta importantísimas variaciones respecto de aquel momento en el que cuajó su primera victoria. La más importante, el cambio en el banquillo. Entonces, José Aurelio Gay, acompañado por Nayim, todavía peleaba por hallar un equipo solvente con la plantilla que Agapito, Prieto y Herrera le habían dejado como dote el 31 de agosto. Ante el Mallorca, Gay decidió apostar, pese a jugar como local, por una línea de cinco defensas, con tres centrales (algo que, mucho tiempo después, desempolvó Aguirre el otro día en el Camp Nou): delante de Doblas, fueron Diogo, Lanzaro, Jarosik, Contini y Leo Ponzio los zagueros. En aquel primer Zaragoza victorioso, Ponzio, hoy pieza indispensable como pivote único, era el lateral izquierdo (Paredes estaba apartado y Obradovic no era muy del agrado del técnico). Se jugaba sin bandas, con tres medios por el centro: Gabi, Jorge López y Ander Herrera. Ni Bertolo, ni mucho menos Boutahar, eran titulares. Y en punta, el dúo que más gustaba era el compuesto por Lafita y Braulio. Así se ganó entonces al Mallorca de Laudrup, que, al contrario que los blanquillos, apenas han cambiado (el fichaje invernal del japonés Akihiro Inaga es la única novedad de un plantel continuista y bien armado).


Lo que aquella noche pareció un flotador de vida para Gay, acabó siendo la mejoría previa a la muerte. En apenas seis días, repitiendo ese dibujo del 5-3-2 en La Romareda, el Zaragoza cayó eliminado de la Copa ente el Betis de Segunda (1-2) y perdió ante el Sevilla (1-2), en lo que fue el detonante de la destitución del madrileño.


Con Aguirre han acabado llegando seis triunfos más. No sin dudas, se acabó superando a Real Sociedad, Levante, Deportivo, Málaga, Athletic y Valencia y se respira algo mejor que en el día en que llegó aquel agónico triunfo por 3-2 ante los mallorquines, cuando el Zaragoza era colista por vocación.


Aquel 7 de noviembre, el Mallorca significó un punto de luz dentro del pesimismo abrumador que se había apoderado del todo el zaragocismo. El triunfo, como todos hasta la goleada última ante el Valencia, fue épico. De los que generan pluses añadidos. A falta de 4 minutos para el final del tiempo reglamentado, el Zaragoza volvía a perder 1-2 y se temía lo peor, un día más. Webó había adelantado a los isleños; Lafita empató en la segunda parte pero, poco después, Pereira hizo el segundo gol mallorquín. En medio de la histeria y la desesperación absoluta, el suplente Bertolo empató en el minuto 86 y dio pie a que, un penalti por manos de Martí en el 94 a tiro de Gabi, obrase el milagro en La Romareda. Algo sin lo que, probablemente, ahora las cosas no serían igual para el ilusionado Real Zaragoza. Mallorca, desagradable territorio de descenso, parece ahora más amable.


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