fútbol regional

Jugar en Tercera con 41 años: "Mi motor es la ilusión"

Íñigo Pérez es el jugador más veterano del grupo aragonés de Tercera RFEF. A punto de cumplir 42 años, sigue dando guerra en el Cuarte.

Íñigo Pérez, antes del entrenamiento de anoche en Cuarte de Huerva.
Íñigo Pérez, antes del entrenamiento de anoche en Cuarte de Huerva.
Francisco Jiménez

En unos días cumplirá 42 años, pero la ilusión por el fútbol no envejece. Íñigo Pérez, polivalente jugador del Cuarte, es este año el más veterano del grupo aragonés de Tercera RFEF. Empezó en el fútbol regional aún en edad juvenil, y ahí continúa casi 25 años después tras pasar por Figueruelas, Binéfar, Pontevedra, Villanueva de Gállego, Calatayud, Utebo y, ahora, Cuarte de Huerva.

Con su edad, el año pasado fue uno de los jugadores de la plantilla que más minutos acumuló, en un equipo que rozó el ‘playoff’. Este año lleva el mismo camino, ya que ha sido titular en las tres primeras jornadas. La primera pregunta es clara: ¿Cuál es el secreto? "Lo primero, el tener muchas ganas. Mi motor es la ilusión, soy un enfermo del fútbol, me gusta esto. También hay que tener un punto de suerte con las lesiones, está claro". Y algunas cosas más: "Para competir a los 42 años tienes que cuidarte mucho, tener una buena alimentación, buenos hábitos... Lo que pueda depender de ti, tienes que intentar cuidarlo, porque luego eso te ayuda a competir".

Íñigo Pérez señala que no quiere batir "ningún récord", sino que sigue en el verde porque le gusta. "Juego porque es mi pasión. Sé que cuando lo deje lo echaré de menos, así que ahora solo quiero disfrutar con los compañeros", señala.

Empezó a jugar en el colegio Condes de Aragón de Zaragoza, primero con el fútbol sala y luego con el fútbol 7. En infantiles pasó al Stadium Casablanca, donde llegó hasta juveniles tras un breve paso por el Ebro. Aún en edad juvenil le llamó el Figueruelas, donde tuvo el honor de subir a Segunda B con aquel equipo de Paco Rúa. "Fue una locura para una localidad de 700 habitantes", recuerda. Su única aventura fuera de Aragón fue con José Aurelio Gay en Pontevedra, donde jugó una fase de ascenso a Segunda. De regreso a la Comunidad, Utebo fue su casa más estable, ya que pasó allí nueve años.

Desde hace cuatro temporadas está en el Cuarte, donde ya llevaba más de un lustro como coordinador del fútbol. Además, es fisioterapeuta, por lo que toda su vida gira en torno al deporte. "Mi vida es el fútbol, el deporte, jugar, entrenar, ayudar a la gente con la fisioterapia...", explica.

Físicamente, el paso de los años se nota, pero en su caso, de forma moderada. Confiesa que ha perdido algo de velocidad, aunque bromea y dice que nunca fue "demasiado rápido". También nota que "el tiempo de recuperación cambia", y que tras un partido "hasta el jueves no eres persona". "Si jugáramos la Champions, domingo y miércoles, creo que no podría", ríe. Pero, por lo demás, se nota bien, "en muy buenas condiciones" y con gasolina para aguantar un partido completo.

Su labor, no obstante, va más allá de lo que marcan las líneas blancas del campo. Su experiencia es un valor intangible. "Este año han venido diez incorporaciones, por lo que es importante transmitir los valores, ayudar a todo el mundo... Estamos para sumar, para ayudar, no necesitamos jugar tanto. El entrenador, Jorge Abad, sabe que estoy para ayudar al grupo desde donde sea, aunque sea desde el banquillo".

Los recién llegados y los jóvenes le piden consejos, sobre "posicionamiento, vivencias que he tenido, problemas que tienen en los que les puedo ayudar...". "Muchas veces intentas tú ayudarles a ellos, sobre todo para que tengan confianza y se sientan cómodos. Los jóvenes lo que peor llevan es el tema de la confianza, porque pasan a jugar con gente más mayor. Así que les refuerzo lo que hacen bien y lo que hay que mejorar se lo comento y les animo para que mejoren".

La última pregunta para Íñigo Pérez también es clara: ¿Hasta cuándo se ve jugando? El futbolista es consciente de que terminará su carrera más pronto que tarde. "Es probable que este año sea el último. Quiero acabar bien, no quiero llegar a un año en el que la retirada sea forzada. Al final de cada temporada paro, pienso y veo qué tal ha ido el año. Pero tiene pinta que poquito me queda", confiesa.

Hasta entonces, él se queda con el sabor de boca que ha dejado en los campos de Aragón. Aunque en alguno le llaman "viejo" porque le tienen "muy visto" después de tantos años, cree que en general se le tiene "bastante respeto". "Llevo mucho tiempo y creo que he transmitido buenos valores, intento tener una actitud ejemplar, respetar a los árbitros, a los contrarios... Me siento muy querido en el fútbol aragonés, no tengo enemigos", concluye.

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