baloncesto
El Casademont se lleva un triunfo vital frente al Obradoiro gracias a un final arrollador (98-79)
Los de Fisac han certificado la permanencia virtual, tras vencer en un duelo que se les había puesto muy cuesta arriba: 18-0 ha sido el parcial de los últimos cuatro minutos.
El Casademont Zaragoza ha logrado esta tarde un holgado triunfo tras un último cuarto en el que ha sido un rodillo y ha conseguido maquillar las muchas carencias que había mostrado durante los 30 minutos iniciales. Obradoiro, que ha plantado férrea batalla, se ha venido abajo justo al final, ha dejado de anotar en los últimos cuatro minutos y eso ha permitido que los de Fisac les arrollaran con un 18-0 y se llevaran una victoria que garantiza (aunque aún no sea matemática) la permanencia en la ACB un año más. Los jugadores, al terminar el partido, han dado la vuelta al ruedo para saludar y hacerse fotos con los aficionados, conscientes de lo importante que era este partido y que, por momentos, parecía que se escapaba. Kravic ha sido decisivo (22 puntos), el pabellón lo ha reconocido con gritos de 'MVP' y Fisac deja al equipo a 4 victorias del descenso y con el ‘average’ ganado a Obradoiro.
No todo el partido ha sido lo sencillo y feliz que da a entender el abultadísimo resultado. De hecho, mediado el tercer cuarto los gallegos ganaban de siete y los espectadores se mordían las uñas o se llevaban las manos a la cabeza ante el desacierto y la falta de ideas de los rojillos. Por fortuna, un abrupto cambio de guion en los minutos finales ha obrado el milagro.
El primer cuarto fue reflejo de lo mucho que se jugaban los dos equipos, con alternativas en el marcador, nervios, pérdidas y defensas un tanto laxas. El Casademont volvía a encajar diez puntos en apenas dos minutos y medio, y asomaban los fantasmas de los altos tanteos en contra. Tras un 5-10 en el electrónico, aparecieron los triples y el acierto desde el perímetro, lo que permitió coger primeras ventajas: fueron dos consecutivos de Miguel González, que no se prodiga mucho desde el 6,75, y después otro par de Bell Haynes. Pustovyi era la mayor amenaza gallega, pero era Scrubb el que sumaba los puntos. Tímidamente el Casademont trataba de despegarse pero no había manera, sobre todo, tras unas cuantas decisiones arbitrales consecutivas que fueron sonoramente protestadas. En el minuto 7 entraron Watt y Delany, que consiguieron voltear del 20-21 al 27-23 con el que acabó el primer cuarto.
Del +12 al -7
El segundo cuarto evidenció que el Casademont es capaz de lo mejor y lo peor: cogió una aparente cómoda ventaja de 12 puntos y, acto seguido, encajó un parcial 1-13 en contra. Fueron los triples inopinados de McFadden los que pusieron al pabellón en pie, tres consecutivos y alguno de ellos en contraataque y sin rebote. Moncho Fernández se desesperaba en la banda con el 40-28, la marea roja soñaba con romper el partido, pero nada más lejos. A pesar de las buenas defensas de Didac Cuevas y Finn Delany, los árbitros comenzaron su recital de silbato cada vez que Blazevic se acercaba al aro. Un parcial 0-7 en un visto y no visto olía a complicaciones y la grada comenzaba a mosquearse con el 8-1 en el casillero de faltas. De la esperanza rojilla se pasó a llevarse las manos a la cabeza pues Smith no dejó de tomar malas decisiones y Bell Haynes se tenía que ir al banco con una más que dudosa falta en ataque. La defensa del Casademont volvió a flojear y los gallegos sabían aprovechar las ventajas de Howard o Mendoza con sus pares. El ataque rojillo se apagó y el Casademont se fue desquiciando: del 40-28 se pasó al 41-41 y tan solo Kravic anotaba fácil debajo del aro a pesar de la resistencia de Pustovyi. Watt se descentró, a McFadden se le agotó la pólvora y Smith se tenía que ir al banco ante su falta de criterio en ataque y en defensa. El arbitraje tampoco era inocuo y la grada, bastante más enfadada que de costumbre, aplaudía con sorna si -por casualidad- el silbato castigaba al Obradoiro. Al descanso se llegó con un 48-46 con un sabor más agrio que dulce dado que parecía haberse perdido una clara oportunidad para abrir brecha.
El tercer cuarto no pudo arrancar peor: un mal tiro de Smith y un triple de Timma daba la vuelta al marcador (48-49). Pero ahí no acababa la cosa: una pérdida de balón y un 0-8 en contra ponía el 48-54, con Mendoza haciendo lo que quería.
Los minutos del Casademont eran desastrosos, no había nada a lo que agarrarse. Un Smith en -5, Yusta desaparecido y ellos sintiéndose cómodos y jugando muy fácil. Timma ponía la amenaza desde el triple y tan solo unos cuantos tiros libres permitieron al Casademont agarrarse 57-59. Los de Fisac perdieron también este cuarto y se llegó a los diez minutos finales con un poco esperanzador 68-72.
Un rodillo al final
Tocaba remar. Cuevas dio descanso a Bell-Haynes y Scrubb, sin brillar en exceso, se erigía como máximo anotador. El Casademont fue tratando de enjugar la desventaja y rascaba algún contraataque, algún tiro libre, algún robo de balón… El desacierto de Obradoiro en el tramo final facilitó que un triple de Yusta diera la vuelta al electrónico (75-74). Dos jugadas casi consecutivas auguraban lo que pasaría después: Howard erraba un triple liberado, Kravic fallaba dos libres pero cogía su rebote y anotaba. Moncho Fernández no se explica bien ni cómo ni por qué pero desde ese momento su equipo se vino abajo. Parece que desapareció del parqué.
El Casademont subió líneas, ahora sí anotaba fácil desde el libre y, además, tenía la suerte en el rebote y los palmeos que se le había negado todo el partido. Así, la ventaja comenzó a crecer y crecer y crecer, y los tiempos muertos del Obradoiro no consiguieron detener la sangría. En muy pocos minutos la distancia se convirtió en una zanja insalvable y del 80-79 se pasó al 98-79 final con la grada celebrándolo, consciente de lo importante que era ganar hoy.
