Montañismo

Cuando el Aneto es tu casa

A logros como sus 181 ascensiones al techo del Pirineo, Jonatan García ha añadido la unión de las crestas Salenques, Llosas, Cregüeña y Alba en 22 horas.

Jonatan García, durante su escalada por las crestas de Salenques, Llosas, Cregüeña y Alba.
Jonatan García, durante su escalada por las crestas de Salenques, Llosas, Cregüeña y Alba.
Jonathan García

Ha hecho de Benasque su hogar y del Aneto, su territorio. Pocos escaladores pueden presumir de tener un conocimiento tan profundo del que con sus 3.404 metros es el techo del Pirineo y de sus montañas hermanas. Su última gesta así lo vuelve a confirmar. El lunes pasado Jonatan García, cubriendo una distancia de 56 kilómetros y salvando un desnivel de 4.580 metros, enlazó las crestas de Salenques, Llosas, Cregüeña y Alba tardando 22 horas, dos menos de lo que había previsto e incluyendo en el computo el trayecto en bicicleta de ida y vuelta a su casa.

"Ni técnicamente, ni físicamente es algo fuera de lo normal, hay mucha gente con capacidad para hacerlo, lo que lo hace especial es el dominio del terreno que implica, la primera vez que hice solo Salenques fue en 2013, tardé trece horas y utilicé el coche", explica. "No solo sé cómo son los pasos de memoria, sino que también puedo ajustar muy bien el equipamiento que voy a necesitar para no llevar cosas demás", añade. Ese control ya le había permitido previamente gestas como subir los 51 tresmiles del macizo Maladeta-Aneto en 34 horas. Además, lleva abiertas 30 nuevas vías en el valle de Benasque, 19 de ellas en el Aneto, en cuya cumbre ha hecho cima en 181 ocasiones. "Solo el lunes la pisé dos veces", indica.

La primera vez que la holló fue en 2011, lo hizo con un amigo que lo llevó hasta Benasque desde su Baracaldo natal. "Quedé enamorado de la zona y acababa aquí todos los fines de semana", se sincera. Tanto fue así que desde 2018 vive allí e incluso se ha casado y tiene un hijo. Su ascensión número cien al gigante del Pirineo la sumó en 2020 y la doscientos no descarta del todo que pueda llegar antes del final del actual. "Más que el número, lo que me hace ilusión es que en una semana puedo ir en tres ocasiones y en cada una de una manera distinta", valora.

El reto de aunar las cuatro crestas hace tiempo que lo llevaba en mente. "Hace dos años había hecho Salenques con Llosas; después uní Salenques, Llosas yAlba, y ahora quería sumarles Cregüeña. Para ello tuve que esperar que no hubiese nieve y que parase la lluvia que tuvimos en el último mes y medio, Miré la previsión vi que de lunes a miércoles el tiempo era bueno y aposté por el primer día. Salí con lo justo, cuando comencé había bastante viento y una nube que dejó humedad en las crestas, eso me hizo durar de abandonar, pero el viento aflojó a primera hora de la mañana y con el sol todo quedó seco, me motivé y le comí dos horas al proyecto", narra.

García es un escalador autodidacta. Nacido en 1985, de niño y joven su deporte fue el fútbol. Era lateral izquierdo y jugó en equipos como el Barakaldo y el Cruces. "Como por entonces no eramos muchos los zurdos, me llamaron para probar en Lezama un par de veces", apunta sobre sus escarceos con el Athletic. Dejó el balón y el deporte organizado, aunque siguió haciendo ejercicio. Dos experiencias en dos trails le metieron el gusanillo "de salir al monte" y paso a paso fue queriendo más. "No sabía ni lo que era un arnés ni tenía amigos que estuviesen metidos en esto, pero noté que se me daba bien y fui aprendiendo", cuenta su evolución. De hecho lo que más feliz le hace al respecto "no son cosas como las veces que he estado en el Aneto, sino la evolución que he tenido en doce años, cuando comencé no me podía imaginar nada de esto".

Esa progresión le ha llevado a los Alpes, donde se encuentra ahora mismo, y también al Himalaya. En su haber tiene dos ochomiles, el Annapurna y el Manaslu, pero también desilusiones. Sufrió un accidente en el Everest, la expedición al Dhaulagiri en 2021, marcada por la covid y las malas condiciones de la montaña, fue "un fracaso total" y el año pasado tampoco tuvo suerte en su intento en el Gangapurna, un poco conocido pico de 7.455 metros. "Allí ahora mismo sé lo que no quiero, la masificación, me plantearía una expedición con un campo base pequeño, con unos pocos amigos, pero no es algo que me quite el sueño", comenta.

Parapente

Desde hace dos años ha incorporado una nueva faceta a sus escaladas en el valle, el parapente. "Creo que es una buena herramienta de seguridad si la empleas bien, más en invierno, porque la mayoría de accidentes se producen en los descensos a causa del cansancio", reflexiona. Así ha bajado ya desde varias cumbres y crestas, por supuesto también del Aneto. "Por lo que sé, el parapente en la zona tuvo un tirón muy fuerte entre 1985 y 1995, y luego decayó. Por entonces, los equipos eran muy pesados y escalar primero con ellos era difícil. Ahora, son mucho más ligeros y resulta un planteamiento más viable", explica.

"En Benasque queda mucho por hacer", avanza sobre sus próximos retos. "Si no hice, por ejemplo, cinco crestas en vez de cuatro, fue por físico, porque quería regresar bien, pero no lo descarto. Me gusta poder comenzar saliendo de casa caminando o en bici y ahora, si se puede, añadir también el parapente. Aquí es donde soy feliz", recalca.

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