La última semana

Juan Carlos Cordero entra en la sala de prensa de La Romareda por primera vez, este lunes.
Juan Carlos Cordero entra en la sala de prensa de La Romareda por primera vez, este lunes.
Francisco Jiménez

Como es tónica habitual en los últimos mercados, el Real Zaragoza ha quedado abocado de nuevo a realizar alguna operación de refuerzo en las fechas postreras de la ventana de fichajes. Ya inmersos en la semana definitiva del presente mercado invernal, prácticamente nada relevante ha sucedido hasta este punto, a excepción de la incorporación del centrocampista chileno Tomás Alarcón y la salida previa del canterano Daniel Lasure, posiblemente comprensivo y permeable a los intereses de la entidad.

Razones para que se repita este tipo de situaciones en el seno de la sociedad anónima deportiva aragonesa hay varias, como es bien sabido por el seguidor zaragocista. Pero con la que, probablemente, no se contaba en el actual extremo es con la considerable oposición hallada en la ‘Operación salida’.

El nuevo director deportivo del Real Zaragoza, Juan Carlos Cordero, recién estrenado en el cargo, todavía no ha encontrado la fórmula para crear espacio en la plantilla -cuyo cupo está al completo- ni margen salarial.

Ha tratado Cordero de empujar hacia otros destinos a Radosav Petrovic, James Igbekeme y Jairo Quinteros, en especial. Sin embargo, a estas horas, sus esfuerzos no han tomado cuerpo. Los tres siguen perteneciendo a la disciplina de Fran Escribá y a ella se sujetan, por más que queden excluidos de las convocatorias del entrenador.

Sus agencias de representación, mientras tanto, apuran las condiciones económico-contractuales de los respectivos contratos que defienden, sintiendo, de alguna manera, que la posición de ventaja en este juego está de su parte y no del club.

A Cordero le apremian el tiempo, las necesidades deportivas que presenta un equipo que sigue viviendo en la zona baja de la tabla, el entorno social, La Romareda de todos los fines de semana y, quizá, cierto prurito, después de haber sido fichado por Raúl Sanllehí, director general del Real Zaragoza, tras abrir este último un largo y meditado proceso de selección, en el que se contemplaron diversas candidaturas.

En cambio, nada ajeno a sí mismos y a su relación laboral presiona a los tres señalados por la llamada ‘Operación salida’. Es más, en su actual posición han encontrado un grado de comodidad. Perfectamente pueden estirarlo hasta final de temporada.

En todo caso, no cabe apuntar como responsable completo de este atasco a Juan Carlos Cordero, que hereda la compleja urdimbre de unos contratos negociados, principalmente, por su predecesor en el cargo, Miguel Torrecilla.

Dichas estas cuestiones particulares acerca del Real Zaragoza, no es menos cierto que los mercados de Segunda suelen presentar cierta espesura, sobre todo para quienes no gozan de presupuestos elevados en la categoría y sus techos de gasto están lastrados por el peso de la deuda histórica y los topes que fija la Comisión de Control Económico de la Liga de Fútbol Profesional.

Es en los tramos finales de estos mercados cuando se mueven fichas. Aparecen oportunidades. Nacen, de alguna manera, las condiciones adecuadas para que se encuentren demanda y oferta. Juan Carlos Cordero y Fran Escribá buscan, antes que nada, gol, desborde, capacidad de ruptura...Son talentos más o menos escasos, que se pagan y resultan apreciados. Manu Vallejo da ese perfil.

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