Ni el cansancio acumulado ni los 3.175 kilómetros que separan Minsk –capital de Bielorrusia– de Zaragoza pudieron borrar la sonrisa de Toni Abadía y Carlos Mayo cuando ascendían en la tarde de ayer por las escaleras mecánicas de la estación de Delicias. Ataviados con la equipación de la selección nacional, lucían colgadas al cuello sus posesiones más preciadas: las cuatro medallas conquistadas un día antes en la Copa de Europa de 10.000 metros. Una muesca más en el laureado currículo de una extraordinaria pareja de atletas.

"No podemos estar más felices. Alcanzar un éxito con dos amigos como Carlos y Juan Antonio ‘Chiki’ Pérez es un premio todavía mayor. Jamás en la historia España había hecho este triplete en categoría masculina y nosotros lo hemos conseguido. Fue un triunfo digno de que lo celebráramos con una buena cena en Minsk. Y recibimos las felicitaciones de los combinados italianos, ucranios y portugueses", reveló un feliz Toni Abadía.

El corredor del Nike, que cumplirá 27 años el próximo 2 de julio, desterró en tierras bielorrusas el martilleo de una tendinitis en una rodilla que le había atormentado en este 2017, apartándole de citas tan emblemáticas como la defensa de su título en el Nacional de Cross. Unos nubarrones que por fin se han disipado a golpe de trabajo y de talento, como demostró con hechos en Minsk. Fue el líder de la terna española y se impuso tanto en la prueba individual como la colectiva.

"Han marchado ciertos fantasmas de esta temporada. Aunque las sensaciones sean buenas, a veces no sabes a ciencia cierta en qué estado estás respecto a otras campañas. He salido de dudas y siento que mi cuerpo está muy bien. La paciencia y el trabajo han dado sus frutos", reconocía el pupilo del técnico José Luis Mareca.

Abadía, quien como Mayo –también discípulo de Mareca–, debutaba en la Copa de Europa de 10.000, tenía muy fresco en su memoria el plan perfecto ejecutado un día antes. "La clave principal es que realizamos una fantástica labor de equipo. Cada uno de los tres integrantes sabíamos lo que teníamos que hacer y cumplimos con el rol encomendado. Chiki y yo nos incrustamos detrás de las liebres que puso la organización y Carlos en el segundo grupo, marcando a los ucranios", relató con precisión. Y prosiguió: "Cuando alcanzamos los 5.000 metros, se apartaron todas las liebres menos una. Pegó un arreón y decidí irme con él. Fue muy importante, ya que me permitió tomar 50 metros de ventaja que fueron ya insalvables para el resto. Por detrás, el turco Aras Kaya, que era el gran favorito y el vigente campeón, fue desanimándose y perdiendo fuelle. Algo que aprovechó Carlos Mayo, que hizo una carrera de menos a más, para quitarle el podio y la medalla de bronce".

España barrió en Minsk con las tres medallas individuales en la carrera masculina y con el oro por equipos, el noveno en la historia del torneo continental, recuperando el título cinco años después. La imagen de Toni Abadía –oro–, Chiki Pérez –plata– y Carlos Mayo –bronce– ya habita en una página preferente del álbum del atletismo español.

Sin tiempo para paladear el logro, Abadía se concentra en el desafío que le aguarda el próximo miércoles en el Meeting Iberoamericano de Huelva, donde hará el primer intento para alcanzar la mínima de 5.000 para el Mundial que se disputará en Londres del 5 al 13 de agosto. "Será una toma de contacto y me servirá para la puesta a punto. Hay que ser optimista", compartía.

El horizonte de Carlos Mayo, de 21 años, está más saturado. A las competiciones atléticas como el Europeo sub 23 en Polonia, se suman sus obligaciones académicas con la carrera de Medicina. "Tengo los exámenes hasta el 29 de junio y compaginarlo no es fácil. Pero le pongo todas las ganas", remachó este campeón en ciernes.