"Las agresiones a los árbitros se erradican con educación y sanciones más severas"

Clos Gómez sintetiza el malestar del colectivo arbitral aragonés ante los ataques recibidos. En el último mes cinco colegiados han sido golpeados mientras desempeñaban sus funciones.

De izquierda a derecha: Truman Calvo, Clos Gómez y Bueno Grimal.
De izquierda a derecha: Truman Calvo, Clos Gómez y Bueno Grimal.
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Lo que pareció ser un hecho aislado, está empezando a convertirse en una tónica tan habitual como deplorable. En apenas un mes, el fútbol aragonés se ha visto sacudido por diferentes capítulos de violencia en varios campos de fútbol con los colegiados como víctimas. Alejados del foco mediático y de estadios atestados de aficionados, decenas de árbitros sufren cada fin de semana insultos, desprecios... y ataques. Agresiones de tipo verbal o incluso físicas que hacen que los partidos no acaben con el pitido final, sino en comisaría.


"En un primer momento me dieron ganas de dejarlo. Estaba hecho polvo. Me pasé el sábado llorando. No hay derecho. Pero poco a poco me han ido animando y no voy a dejar que me quiten la ilusión", reflexionaba ayer Truman Calvo, de 19 años, el último trencilla en sumarse a esta lista de damnificados. En su caso, fue golpeado el pasado sábado por varios aficionados tras el choque entre el Atlético Valdespartera y la EMF La Muela.

 
 

Pero más allá del dolor físico –encajó una bofetada de una madre y varios bofetones–, subyacen las secuelas emocionales. "Mi mujer lleva sufriendo desde el sábado y no es una situación agradable. Truman es árbitro desde hace dos años por vocación. De hecho, nosotros le dijimos que no se complicara la vida. Pero ahora le apoyamos con todas nuestras fuerzas. Y esperamos que los agresores sean identificados", aseveraba su padre, Arturo Calvo, quien no podía disimular unaprofunda desazón.


El caso de Truman no es una excepción, sino un capítulo más en una funesta normalidad. El pasado 8 de diciembre Dorin Lucian fue víctima de un puñetazo en un encuentro de Primera Regional. Tres días después, Fahd Abbou fue vilmente golpeado a traición en Primera Regional, unas imágenes que dieron la vuelta al mundo. El trencilla de 18 años estuvo alejado de los terrenos de juego 34 días, hasta que pudo reaparecer el pasado sábado en el campo del Giner Torrero. Las patadas de dos futbolistas de categoría benjamín (8 y 9 años) a un árbitro y el asalto del público al joven Truman constituyen un historial que registra cinco incidentes en poco más de un mes.


El colegiado internacional Carlos Clos Gómez protagonizó ayer una de las numerosas muestras de apoyo que recibió Truman. Con más de 30 temporadas a sus espaldas, el zaragozano vive su último curso en activo en Primera División, consciente de la dificultad que entraña poder atajar una lacra de este calibre.


"Es un tema que ha crecido mediáticamente en los últimos meses, pero que ya existía cuando yo empecé. Nos insultan, nos amenazan, y, a veces, hasta se nos pega. Lo extraño es que haya una cámara para denunciarlo, como ocurrió hace un mes con Fahd Abbou. Desgraciadamente, es una situación que no cambia y que ocurre repetidamente cada fin de semana en los campos de fútbol de todo el país", denuncia con gesto severo.

Cambio de actitudes

Después de once temporadas impartiendo justicia en la máxima categoría nacional, además de dirigir varios encuentros más allá de nuestras fronteras como internacional, el árbitro aragonés tiene claro cuál es la solución para poner fin a esta situación. "Un cambio en las leyes y en los comportamientos de los diferentes clubes y jugadores puede hacer que esto se acabe. Todos los equipos saben quiénes agreden a los árbitros. Mientras estos señores sigan saliendo impunes, seguirán produciéndose situaciones de este tipo. O se educa a ese entorno, o es imposible que cada fin de semana haya una pareja de la Guardia Civil en los campos para evitar que sigan sucediendo estas cosas", prescribe.


Codeado desde hace varias campañas con varias estrellas mundiales, Clos vivió en 2012 el último episodio de violencia en su exitosa carrera, cuando recibió el impacto en su rostro de una botella lanzada de forma cobarde por la espalda, tras la finalización de un Granada-Real Madrid en Los Cármenes. Un hecho que le costó a su autor, Dani Benítez, una exigua sanción de tres meses sin competir. "En mi andadura por el fútbol regional también sufrí tres agresiones y solamente en un caso pude denunciar al agresor. En todos los demás casos se le encubrió, por eso digo que es fundamental la ayuda del entorno", asevera. Y ahonda en esta argumentación: "El fútbol profesional es un espejo para todo, tanto para lo bueno como para lo malo. Por ejemplo, la gente lee, ve y escucha que Clos Gómez “ha atracado” a un equipo. Luego van a un campo de tercera cadete, insultan todo el partido, y nadie les dice nada ni les mira mal. No se puede llamar públicamente a un árbitro ladrón de manera gratuita, porque luego llegan las amenazas a los que están en la base", advierte antes de lanzar un mensaje de ánimo al colectivo arbitral.


"Lo principal es que sigan adelante. Que abandonen el arbitraje si les aburre o encuentran un trabajo que les guste más, pero que nadie les quite la ilusión por ser árbitro. Entiendo que después de la primera agresión lo que quieran es dejarlo, pero les animo a que se sobrepongan y continúen haciendo lo que más les gusta", espeta en referencia a Truman y al resto de compañeros.


Antes de que Clos Gómez alcanzase la élite en el arbitraje, José Ignacio Bueno Grimal ya había paseado el nombre de Aragón por los mejores estadios de Primera División. Una admirable trayectoria que comenzó con solo 15 años y en la que también padeció diferentes agresiones. "Fue con 15 años en un Montecarlo-Balsas de categoría juvenil. Me rompieron el reloj, el jersey... Fui al colegio de árbitros porque quería dejarlo. Conté lo que me pasaba y me ayudaron y me animaron a seguir hacia adelante. Si no hubiera sido por ellos, seguramente lo hubiera dejado", relata.


Retirado desde 2001, después de haber seguido ligado al deporte rey como informador arbitral o como delegado del Real Zaragoza y el Huesca, Bueno Grimal reclama la presencia de una figura que respalde sobre todo a los más jóvenes. "A un árbitro, cuando empieza, también hay que educarlo. Enseñarle a estar en el vestuario, el trato con capitanes y delegados, la colocación en el campo, hacer las actas... Una cosa es la teoría, que se aprende en el curso, y otra la práctica. Yo tuve la suerte de tener a mi lado a Manolo Campillo Sarnago o Javier Yera, que me acompañaban a casi todos los partidos. Ellos eran los que me dirigían y me enseñaban cómo tenía que hacer las cosas. De Ricardo Canera Coscolín, exárbitro de Primera División, fue del que más aprendí", rememora.

El Comité de Árbitros

Abrocha este debate Paco Ramo, el presidente del Comité Técnico de Árbitros en Aragón. El máximo mandatario de este gremio tilda de "patético" el comportamiento de algunos espectadores de fútbol base. "Creo que estamos ante un problema de conjunto. Hay equipos que ya saben dónde está el problema y en estos momentos la educación tiene que ir a los aficionados. Todos los padres piensan que sus hijos van a ser Cristiano Ronaldo o Messi, y son auténticos forofos. No generalizo con todos, pero el comportamiento de algunos padres es lamentable", asegura.


Ramo pone el Comité a disposición de clubes y jugadores para erradicar la violencia hacia la figura del árbitro. "Nosotros estamos dispuestos a ir a los clubes a dar charlas, incluso, a los padres. Intentamos hacer programas, cursillos, que nuestros árbitros salgan bien formados. A pesar de que lo difícil del arbitraje es saltar al campo y soportar la presión. Me gustaría ver de corto a esa gente que se dedica a gritar e insultar por los campos", asegura antes de confesar que "lo que me preocupa más es lo que ven los niños de sus padres en la banda. Alguien tendría que decirle a estos chicos que se diviertan, estudien y después ya veremos".


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