La deriva de Agné

El fútbol del Zaragoza se ha contagiado de la inestabilidad de las últimas decisiones de su técnico: cambios de sistema, de futbolistas, de posiciones, de plan de juego...

Martí y Agné, entrenadores del partido, se saludan al comienzo.
La deriva de Agné
Tony Cuadrado/ACAN

El caos ha devorado el juego del Real Zaragoza, un equipo aturdido, famélico y despersonalizado al que los problemas se le comienzan a multiplicar, como una llamarada descontrolada en busca de oxígeno, más allá de la raíz de todas sus calamidades: la falta de acierto en las decisiones deportivas. Este debate no deja de perder validez por mucho que se haya manoseado. Aunque no es nuevo: explica por sí mismo por qué el Zaragoza se ha deslizado durante diez años desde la nobleza del fútbol español hasta la mitad baja de la Segunda División.


Su plantilla presenta desde agosto cortocircuitos tan espantosos que un entrenador, Luis Milla, ya hace días que el despertador no le hace madrugar. En su lugar, se le encargó la desactivación de la bomba de relojería a Raúl Agné, el tercer técnico que en apenas diez meses se sentaba al lado de Narciso Juliá en una presentación…


Sin embargo, de nuevo, la solución tomada, pasado ya un tiempo prudencial, sigue sin revelarse como algo palpable o creíble, si acaso alguna vez el fondo del problema estuvo en el banquillo. En el caso de Agné, su labor inicial de enérgico y coherente artificiero se va disgregando entre explosión y explosión del equipo. Desde su llegada, ha debido encontrarle los cables acertados a una plantilla enmarañada y traicionera, con trampas en varias posiciones. No fue fácil su punto de partida. No obstante, tampoco sus intervenciones recientes han contribuido a equilibrar desde el punto de vista técnico y táctico la capacidad competitiva de este Zaragoza: sus jugadores, de hecho, como confirmó el partido de Tenerife, cada vez parecen menos de los que son. Los ha atrapado un crepúsculo.


El fenómeno es llamativo. Desde que el margen de maniobra de Agné se ha incrementado (recuperaciones de Dongou, Xumetra o Edu García o el fichaje estratégico de Jesús Valentín), la plantilla ha crecido y, por lo tanto, más decisiones y más complejas se deben adoptar, el Zaragoza peor va funcionando.


A día de hoy, después de las derrotas contra Girona o Tenerife, el equipo transmite un poderoso desconcierto. Hace solo una semana, Agné aseguraba en La Romareda: "Si tenemos que hacer físicos los partidos, no tenemos nada que rascar. No tenemos músculo en alguna zona y hay jugadores con alguna edad ya. Acepto el perfil de la plantilla. Tenemos que crecer desde el balón, como en la primera parte contra el Girona". Este análisis contrasta con la puesta en escena de su equipo ayer en Tenerife. Un plan que rechazaba la pelota, priorizaba el repliegue conservador y el valor de un centro del campo fibroso y gladiador con Valentín y Zapater, y pretendía atacarle al Tenerife con sus mismos puñales, la velocidad, las transiciones y la verticalidad, sacrificando así a Lanzarote y a Javi Ros, jugadores de mayor lucidez con el balón, por un registro basado, paradójicamente, en el físico.


Ese mensaje de hace siete días se diluyó en el avión que viajó a Tenerife, donde el Zaragoza presentó, entre causas forzosas y técnicas, cinco cambios. Tales vueltas al calcetín no las está asimilando el equipo. Las últimas contradicciones de Agné, sus continúas variaciones de sistema táctico, su tendencia a agitar los planes de juego sin que el Zaragoza tenga un patrón básico o reconocible (el rival condiciona excesivamente su guión), los frecuentes cambios de alineación (Lanzarote entra y sale, Dongou entra y sale...), de nombres, de posiciones (Cani)… Toda esta deriva ha acabado elaborando un desordenado cóctel de dura digestión para los futbolistas. El juego del Zaragoza en Tenerife no fue más que la representación de esa fría vorágine. Un fútbol envuelto de confusión e inestabilidad que no deja de abrir preguntas por el camino: ¿a qué quiere jugar el Zaragoza?, ¿qué quiere ser?, ¿cuál es su identidad?, ¿qué fórmula futbolística le mueve..? Entre medio, la figura de Agné va sembrando también un jardín de inciertas decisiones: el ‘caso Irureta’, la gestión de Lanzarote, la apuesta ayer por un Xumetra lacio y frágil –un extremo que depende y vive además de su físico explosivo y potente– en un planteamiento en el que debía ejercer un papel principal, el inoportuno cambio de Erik Morán con 1-0…


La consecuencia es un Zaragoza complicado de entender y alejado de la expectativa que se le presuponía. Desde la llegada de Agné –hace diez jornadas– ha ganado cuatro partidos: a dos equipos en descenso (Mirandés y Almería) y a dos que se dispararon al pie, regalando goles o expulsiones (Oviedo y Rayo Vallecano). Una descarnada crepitación de su actual realidad.

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