Dueños del asfalto

Cristian García y Rebeca Liso han hecho historia en el automovilismo aragonés al lograr el primer título nacional de rallys. Piloto y copiloto son pareja y no han parado de cosechar éxitos desde 2013.

El piloto Cristian García y la copiloto Rebeca Liso, ayer en Zaragoza.
El piloto Cristian García y la copiloto Rebeca Liso, ayer en Zaragoza.
Guillermo Mestre

La vida de Cristian García y Rebeca Liso va a toda velocidad, como la que imprimen al coche que les ha llevado a hacer historia para el automovilismo aragonés. El pasado sábado, se proclamaron en Llanes campeones de España de rallys, un hito para este deporte en la Comunidad. "La gente nos felicita, pero aún no somos conscientes de lo que hemos hecho", reconocen los protagonistas. En los años 80 del siglo pasado, Mariano Lacasa llegó a ser piloto con Opel y subió a lo más alto del podio en una prueba del Nacional de la especialidad (1983). Han tenido que pasar más de tres décadas para que Cristian y Rebeca hayan redondeado una gesta única. Porque el mérito y la gloria son para el piloto de Tarazona y la copiloto de La Puebla de Alfindén. Son los dueños del asfalto en 2016. Así lo han demostrado en el Nacional –vencedores de seis de las ocho pruebas disputadas hasta ahora– y lo ratificaron el pasado domingo en Llanes, escenario "del momento de gloria".


Cristian García no pudo tener mejor presente para celebrar su 26 cumpleaños, el pasado lunes, día 26. "Ha sido uno de los mejores regalos de mi vida", cuenta el campeón, el segundo más joven en el palmarés del Nacional tras el mundialista Dani Sordo, con 23. Al turiasonense, la pasión por los coches y la gasolina le viene de familia, cuando con tres años veía a su padre Rafa dominar el Regional de asfalto. "Llevo la gasolina en la sangre", admite. Hace una década se colocó a su derecha, como copiloto. "Es un buen lugar para aprender, para ver cómo reaccionan los pilotos, cómo se preparan las pruebas... Con 17 años logré el Campeonato de Aragón de copilotos, pero enseguida quise coger el volante", relata. Justo con la mayoría de edad, y recién estrenado el carnet de conducir, empezó a hacer sus primeros pinitos en carreras regionales y subidas de montaña con coches prácticamente de serie.


Una de las pruebas del Autonómico de 2008, en La Muela, le tenía preparada una sorpresa. "La primera vez que le vi correr me gustó. Siempre digo que Cristian es un piloto muy fino, seguro. Nunca pierde la concentración", desvela Rebeca Liso, que aprendió a manejarse con los coches, a comprenderlos, a guiarlos al lado de su hermano Óscar. Desde entonces, la química funciona dentro y fuera del coche. "Mucha parte de que estemos ahí arriba es de ella. Me conoce muy bien y su presencia me tranquiliza. Es muy eficaz y muy profesional. Está en lo bueno y lo malo, haciendo un grandísimo trabajo", resalta Cristian. Rebeca reivindica su rol. "Está claro que el volante y la conducción son suyas, pero un piloto sin un copiloto no puede hacer nada. Al final, son muchas horas dentro del coche, la misma tensión para los dos", explica Liso, que, a falta de dos carreras para finalizar la competición, pelea por hacerse con el título nacional de mejor copiloto.


El tándem empezó a dar cuerpo a su currículum, con el trofeo del Autonómico de montaña con un Seat León Cupra, al que se añadirían la Copa Promoción y la de Rallys con un Citroën Saxo. Después de dos años (2011 y 2012) de parón por problemas mecánicos, en 2013 se inscribieron en la Copa Suzuki Swift. "Aprendimos más a base de golpes que por victorias", dice, entre risas Rebeca. Una época de "amateurismo total", alentada por la ayuda de los amigos –"los hermanos Jesús y Rubén Valdenebro y el tío Pedro Martínez han hecho un esfuerzo tremendo para seguirnos"– y especialmente de los padres. "Los coches los preparábamos en nuestro taller (Carrocerías Denver); arreglábamos todo, cargábamos los repuestos y al rally. Desde que empezamos en el Nacional ya es un poco más profesional", afirma Cristian García.

Velocidad y talento

Ese punto de inflexión llegó en 2014 cuando ganó la edición más competida de la Beca RMC con un Ford Fiesta R2, la monomarca que gratificaba el talento automovilístico de jóvenes promesas. El aragonés exhibía velocidad y talento, aptitudes que valoró el preparador Roberto Méndez, el hombre que vio un diamante en bruto. Un triunfo que le permitió subirse un año después a un potente Mitsubishi Evo X, una montura con la que plantó cara a todos sus rivales para llevarse la Mitsubishi Evo Cup. Una carta de presentación suficiente para convencer a la marca japonesa –relanzada con el apoyo de Repsol– de que uno de los volantes para el Nacional de Rallys tenía que ser suyo. "Les dije que no se arrepentirían, que ganarían el título y así ha sido", revela Cristian García. "La verdad es que es algo increíble. Todo el mundo dice ahora que si sigue así llegará lejos; que aguanta la presión, que no comete fallos, que es muy regular… Es bonito escuchar piropos de ti", añade Rebeca.


Pese al éxito, la pareja tiene "los pies en tierra". Juntos tienen un negocio en La Puebla de Alfindén de compra y venta de automóviles, Chollocoches, "nuestro futuro laboral". "Esperemos que este título se traduzca en patrocinadores, es difícil encontrarlos en Aragón. No hay tanta afición como en otras comunidades, como País Vasco, Asturias, Galicia... Vas por allí y te llaman por tu nombre y te aplauden. Lamentablemente, aquí no te conoce nadie", se quejan. Sumyrep, Echeman, Automoto Soria, Sensor, Rallycar y Olvemetal hacen posible que mantengan viva la pasión por los rallys. ¿Soñar con dar el salto al Mundial? "Ahora ni me lo imagino, pero si nos van saliendo las cosas... Necesitas a un buen padrino y mucho dinero", admite el piloto. "Yo le digo que hay que trabajar por su negocio; y que si sale, pues bienvenido. Ahora estamos en el escaparate, a ver si puede llegar el empujón", concluye Rebeca.

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