A falta de nueve jornadas para cerrar la competición en Segunda División la clasificación se comprime de tal manera que resulta difícil aventurar un resultado final entre los equipos implicados para alcanzar los dos puestos de ascenso directo y los cuatro de promoción. Si se dejan al margen Leganés y Alavés (ambos con 57 puntos), que ocupan las posiciones que llevan a Primera de forma automática, hay 12 equipos en una horquilla de 7 puntos entre el Real Oviedo (tercero, con 52 puntos) y el Valladolid, décimo cuarto (45). El embrollo clasificatorio se puede aumentar ante un calendario que va a enfrentar directamente a los inmersos en la batalla por atrapar las plazas privilegiadas. Ni siquiera los dos primeros, Leganés y Alavés, pueden estar tranquilos, con sus cinco puntos de diferencia, ante la irregularidad de la competición, de la que ellos también están afectados en las últimas jornadas.

El Real Zaragoza (49) ya se encuentra instalado en quinto lugar para afrontar el esprín final hacia el objetivo del ascenso. Al equipo de Lluís Carreras le restan cuatro partidos en La Romareda (Alcorcón, Athletic, Gimnástic y Oviedo) y cinco a domicilio (Valladolid, Ponferradina, Numancia, Huesca y Llagostera), un calendario que presenta visiones diferentes, asequible fuera de casa y más complicado en el estadio municipal, con tres rivales que se encuentran también en la zona de promoción. El lado positivo en este aspecto se cifra en que Zaragoza defenderá sus posibilidades frente a sus mayores adversarios (Alcorcón, Gimnástic y Oviedo) al calor del hogar y apoyado por su afición.

Las previsiones del equipo en sus compromisos a domicilio apuntan al optimismo que puede ofrecer, en este momento, la situación de los rivales. Salvo el Valladolid –próximo partido–, los otros cuatro desplazamientos aparecen más asequibles para el Real Zaragoza, que se enfrentará a equipos en situaciones comprometidas, que, por otra parte, puede resultar un arma de doble filo por la necesidad de puntos que agobia a esos conjuntos.

La enmarañada clasificación obliga en esta etapa final a no fallar, mantener un ritmo regular e intentar enlazar victorias consecutivas, algo que ningún equipo ha logrado en las dos últimas jornadas. Esa irregularidad es la culpable de que la tabla se mantenga apretada y ningún equipo consiga poner puntos de por medio para escapar del acoso del resto y atrapar un puesto de los buscados. Osasuna y Córdoba, que se han manejado entre los puestos nobles en muchos momentos, se encuentran ahora fuera de la zona de promoción, algo que ya le sucedió al Zaragoza, que ha logrado volver. Y otros conjuntos llegan desde atrás, remontando posiciones y dando sensación de poder alcanzar a los de arriba. El ejemplo del Girona es claro, como ya lo demostró recientemente en La Romareda (0-3).

Esta situación puede tomar ya otro aire a partir de la próxima jornada con enfrentamientos que incidirán claramente en la clasificación. Precisamente el Girona recibe al Alavés, que la pasada jornada no pasó del empate ante el Tenerife en Vitoria (2-2) y puede sufrir en tierras gerundenses.

Destaca también el Nástic-Oviedo, que se juegan el tercer puesto y uno de ellos quedaría descolgado en caso de derrota. Y el Alcorcón-Leganés, que puede descabalgar al once madrileño del liderato según los resultados.

El calendario ofrece estas posibilidades que hay que aprovechar, siempre que se cumpla la propia actuación. El Real Zaragoza se puede ver beneficiado si en Valladolid enlaza la segunda victoria consecutiva y se mantiene después firme en La Romareda. Será así hasta el final de la temporada y quien menos falle encontrará el premio buscado a lo largo de la campaña.