Teatro y danza para el viaje desde la abnegación a la ilusión de 'Blanca invisible'

"Vivir sin ilusión, hija, es una cosa muy fea", dice la actriz Pilar Molinero mirando a una cámara de vídeo doméstica. Pilar, en ese momento, es Blanca, una mujer madura que graba una despedida antes de emprender un viaje hacia otros horizontes. Ella es la protagonista de 'Blanca invisible', obra de la zaragozana Susana Martínez que ha dirigido Laura Plano y ha sido producida por Jesús Sesma y el Centro Dramático de Aragón. Hoy, convertido el texto en espectáculo completo con la participación también de la bailarina Elia Lozano, se presenta en el centro cívico Teodoro Sánchez Punter de Zaragoza, a las 18.30.

"Blanca es tu madre, la mía, una mujer de una generación pasada pero no lejana, que no ha tenido su propia vida porque ha estado dedicada a todos los que la rodeaban; ella nunca fue la prioridad. Y, ahora que se ha quedado viuda y su hija no la necesita, ha decidido que se va", resume Laura Plano.

Blanca se mueve en un espacio donde apenas hay un sofá, una mesita con un teléfono y unas maletas. Repasa lo que ha sido su abnegada existencia con emoción, con un agobio patético y humorístico a la vez, y con un vago remordimiento por sentir que necesita recuperar el entusiasmo dejándolo todo atrás y salir "en busca de esa mujer que aún sigue bailando dentro de mí". Un espíritu que encarna Elia Lozano, cuya danza simboliza "la mujer que está latente en ella, la energía de la juventud, la sensualidad", resume la bailarina.

'Blanca invisible' habla de cómo ha sido la vida de muchas mujeres (y de sus maridos) en una sociedad más rígida. Susana Martínez dice que se inspiró en una frase que le dijo su madre: "Es que tú, hija mía, te has hecho a ti misma, pero yo me he hecho a la vida que me ha tocado vivir".

Tango y poesía. Pilar Molinero y Elia Lozano interpretan 'Blanca invisible' acompañadas por imágenes de vídeo y música de tango, que cierra el espectáculo con la voz de Adriana Varela cantando versos de Benedetti.