CINE

Nacho Vigalondo: "Aún no estoy listo para ser vieja gloria"

Anda con 'Los cronocrímenes' bajo el ala, y ayer los usó como hilo conductor para encontrarse con un grupo de entusiastas de su cine en Ibercaja Zentrum, acompañado del encargado del diseño de sonido de todos sus cortos desde 2005, además del referido largo, su debut en este formato. El cineasta cántabro Nacho Vigalondo (1977), que saltó a la fama hace seis años con su cortometraje '7.35 de la mañana' -candidato al Óscar- se congratulaba ayer de esta nueva oportunidad de "engatusar al público" que le daba su visita a Zaragoza, ciudad con la que tiene unos lazos afectivos a prueba de napalm, y en la que residen sus amigos del alma Alberto Calvo y Jonás Pérez, además de los organizadores del festival de Jóvenes Realizadores, donde echó los dientes en la profesión.


'Los cronocrímenes' se estrenó hace año y medio en un avión rumbo a Canarias, iniciativa salpimentada por el hecho de que su argumento contiene un viaje hacia atrás de una hora. "La idea no fue mía-afirmaba ayer el paisano de Cabezón de la Sal- y aunque me puse tiquismiquis con la calidad de la imagen y el sonido en los receptores del avión, la verdad es que fue divertido, y eso pesó más".


El día a día de Vigalondo se ha convertido en un baile festivalero, que por ende ha alargado la vida de su primer largometraje en un ejercicio propio de Shangri La. "La verdad es que he aprendido mucho a mover mi trabajo, ahora mismo soy más vendedor que cineasta. Y cada vez que debo salir a una tarima a explicar mi trabajo, tengo una premisa: no aburrir".


Vigalondo no rehúye el apelativo de joven promesa. "No estoy listo para ser vieja gloria aún", apuntó, además de anunciar que "no sé cuál de mis proyectos saldrá primero: uno grande que se cuece en Los Ángeles, uno pequeño que puedo hacer casi sin presupuesto, varios cortos... lo que sí veo es que cada vez se me hace más difícil actuar y dirigir: poco a poco me iré quedando detrás de la cámara".