FERIA DEL PILAR

La cornada más grave de Padilla

Con el torero de bruces en la arena, el toro lanzó un seco derrote que introdujo el pitón tras su maxilar izquierdo, antes de salir hacia la puerta de toriles. Cuando se levantó gesticulando en solicitud de ayuda, Padilla llevaba ya el ojo desorbitado.

Juan José Padilla sufrió en Zaragoza la cornada más grave de todas cuantas ha sufrido en su carrera. Torero honesto y luchador ante los toros más serios y de las ganaderías más duras, el jerezano tiene surcado su cuerpo por más de 40  cicatrices, alguna de ellas como recuerdo de hondas heridas que ya le hicieron vivir momentos muy críticos.


La de este viernes fue la más tremenda, porque, según la primera estimación de los médicos, puede afectarle el oído y la visión del lado izquierdo. Y con ese temor se quedó el público que presenció cómo, tras ser corneado, el torero era trasladado a la enfermería con el rostro ensangrentado y el globo ocular fuera de su cuenca.


El toro, un basto y viejo ejemplar de más de 5 años, ya le había mostrado su mala condición en el saludo de capa, y aún más en los primeros pares de un tercio de banderillas que protagonizó el propio Padilla, muy apurado siempre el clavar por el pitón derecho, por donde el animal cortaba el viaje con sentido y fuerza.


Se empeñó el torero en clavar un tercer par otra vez con salida hacia el terreno de chiqueros, justo hacia donde el toro más apretaba, y tras una pasada en falso consiguió por fin dejar los dos palos, pero tan apurado que resultó derribado.


Con el torero de bruces en la arena, el toro lanzó un seco derrote que introdujo el pitón tras su maxilar izquierdo, antes de salir hacia la puerta de toriles. Cuando se levantó gesticulando en solicitud de ayuda, Padilla llevaba ya el ojo desorbitado. Las duras imágenes conmocionaron a la plaza entera, toreros y público, salvo a un grupo de "aficionados" que reprocharon con voces destempladas a Miguel Abellán que no intentara muletear al marrajo antes de matarlo.


Tan impactante percance condicionó el resto de la corrida, porque el madrileño Abellán, visiblemente afectado, apenas si tuvo ánimos para fajarse con el desrazado quinto, mientras que Iván Fandiño se fue remontando a medida que avanzaba su faena al serio y aparatoso sexto, que protagonizó un poderoso tercio de varas. Hubo muletazos de temple y mérito en la labor del diestro vasco pero no tuvieron premio por su fallo con los aceros.


Antes de la cornada, el mismo Padilla le hizo todo a favor a un primer toro regordío e insulso, sin encontrar recompensa. Abellán tuvo que consentir mucho al segundo, que incluso le llegó a voltear, para sacar algunas series de naturales estimables y con garbo. Y Fandiño no pudo sacar mucho en claro de un sobrero que fue tan de más a menos que acabó rajado en la puerta de chiqueros.