Miguel Ángel de la Fuente: "El periodismo se ha convertido en algo tremendamente rápido"

El reportero gráfico de RTVE estará este viernes en Castejón de Sos en el XXI encuentro 'Periodismo de altura', donde participará en una mesa redonda sobre la guerra de Ucrania.

Treinta años de trabajo de Miguel Ángel de la Fuente
Treinta años de trabajo de Miguel Ángel de la Fuente
Cortesía Miguel Ángel de la Fuente

De la guerra del Golfo, en 1990, a la de Ucrania, en 2022, pasando por las de Bosnia, Iraq, Afganistán, Siria… Ha estado en todas ellas. ¿En qué se diferencian?En Iraq, la forma de tocar la guerra fue extraña: ninguno de los contendientes nos dejaba acercarnos a la línea de frente. Fue una guerra quirúrgica que la coalición internacional desplegó a través de sus misiles Tomahawk, y nosotros podíamos grabarlo todo desde el hotel, pero nada más. Veíamos cómo caían, algunos muy cerca, mientras se disparaban misiles antiaéreos desde el tejado de al lado. Lo de Ucrania es más una guerra cuerpo a cuerpo, donde el periodista se puede mover, acercarse a las fronteras, empotrarse en unidades militares, convivir con los soldados aceptando sus normas, como la de no identificar los lugares desde donde trabajas, ni por imagen ni por texto.

¿Y qué tienen en común?Las guerras son sangrientas y dolorosas; toda madre pierde a un hijo, muchos soldados mueren o quedan gravemente heridos, hay que reconstruir esas vidas, y es difícil. Casi toda la población de Ucrania está implicada, si no en primera línea de combate, sí en trabajos diversos, como la parte administrativa de llevar la comida al frente o de organizar la retirada de los heridos o fallecidos. Las guerras anteriores estaban localizadas solo en algunos puntos. Bueno, en Sarajevo también se volcó todo el mundo en el conflicto, pero más en sobrevivir que en implicarse en él. No se les permitía salir de la ciudad y malvivían allí.

La guerra de Bosnia fue un conflicto de vecinos contra vecinos, amigos contra amigos, familias enteras enfrentadas. ¿Ocurre lo mismo en Ucrania?Hay muchas connotaciones parecidas, sí. Ucrania y Rusia están muy relacionadas, hay rusos con familia en Ucrania y viceversa, y esa interrelación se está notando ahora. Recuerdo que en 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea, llegó a un cuartel una facción del ejército sin distintivo alguno, pero todos hablaban ruso. Llamaron a la puerta y, sin más, todo el cuartel se entregó, sin plantarles cara. La guerra tiene muchas facetas a la hora plantear batallas, tanto en la parte civil como en la parte armamentística.

Precisamente, ahora se están viendo armas de guerra impensables hace años.Han entrado en juego cosas absolutamente nuevas, como los drones. Hace unos días tuiteaba un vídeo de Telegram de un dron terrestre ucraniano que entraba en una zona de primera línea de frente y con unas pinzas enganchaba un cadáver de una trinchera y lo arrastraba cientos de metros hasta un puesto militar. Es algo sorprendente, es lo más nuevo que he visto en guerra.

Pertenece a una estirpe legendaria de periodistas de guerra, entre ellos nuestro compañero de HERALDO Gervasio Sánchez. ¿Cómo ve a las nuevas generaciones de periodistas? ¿Su ‘yo’ de hace 30 años se ve reflejado en ellas?Creo que en el periodismo tiene que ver mucho la vocación. Se ha perdido vocación en muchas profesiones, y la nuestra no escapa a esta falta de empeño personal que debe tener uno, o la creencia de que este trabajo va mucho más allá de un trabajo normal. Lo que yo he aprendido de todos los compañeros de esa llamada ‘tribu’ tiene mucho que ver con la concienciación social, con lo que te preocupa, y quieres transmitirlo con tus imágenes o tus crónicas para llegar al mayor público posible y concienciar de lo que allí está pasando. Es un trabajo que tiene que ver con tu propia persona, con tu propia vida. Hay mucha gente que ha querido formar parte de este mundo y lo ha conseguido, otros no. Pero a día de hoy es muy fácil que emitan unas imágenes tuyas en un medio de comunicación y creas que eso es importante. Cuando empezamos a creer que somos importantes es cuando empezamos a equivocarnos. Lo verdaderamente importante es aquello que has podido contar, lo que has podido transmitir, no ser el protagonista.

¿Es consciente de que son ustedes objetivos, de que les pueden atacar? ¿Cómo llevan eso las familias?Por desgracia, me ha tocado vivir muchas de las muertes en conflictos de periodistas, tanto extranjeros como españoles, casi todos amigos. Ricardo Ortega, Miguel Gil, Julio Fuentes, José Couso, que era gallego como yo y trabajábamos juntos en Madrid... He estado muy concienciado desde el principio de que eso pasa, de que nos puede pasar a todos. Pero lidiamos con ello, igual que un guardia civil cuando entra en un operativo. Debes tener en cuenta cuál es tu trabajo y si merece la pena, o a ti te merece la pena, correr ese riesgo. Nadie nos obliga ir a ninguna guerra, y creo que los que vamos allí sabemos lo que tenemos que hacer. Por lo menos yo me he preocupado de aprender, de todos aquellos maestros que me quisieron enseñar, cómo sacar lo mejor de ti en los sitios tan complicados en los que estás. Llegas, recabas la máxima información en el mínimo tiempo posible y te vas, porque lo único que sirve de algo es volver de allí y contar lo que has visto.

"Se ha perdido vocación en muchas profesiones, y el periodismo no escapa a esta falta de empeño personal que debe tener uno"

¿Nos hemos olvidado de Ucrania después de año y medio de guerra?Por desgracia, el periodismo en los últimos años se ha convertido en algo tremendamente rápido: de un día para otro pasan cosas que enseguida se olvidan, lo que hoy es noticia superimportante y ocupa las primeras planas de todos los telediarios, radios, prensa escrita y digital, mañana nadie lo recuerda y hay otra noticia ocupando su lugar. Nadie recuerda ya el volcán de La Palma, la pandemia, Filomena... Las cosas ahora van rápidas, antes costaba mucho digerirlas. Respecto a Ucrania, pese a que ha pasado más de un año y ha bajado mucho el volumen de información, se sigue manteniendo, pero a otro nivel. La gente se cansa y es natural, no podríamos vivir con una noticia permanente porque acabaríamos todos mal de la cabeza.

Ha cubierto Juegos Olímpicos, vueltas ciclistas, ha hecho reportajes sobre naturaleza en Mauritania… ¿Le llenan más o menos que la tensión de un conflicto armado?No solo de pan vive el hombre, y no solo de guerras vive el periodista. He aprendido a estar en muchos sitios diferentes y a vivir muchas situaciones. Un reportaje de naturaleza no tiene nada que ver con unas Olimpiadas o con ir en moto en el Tour de Francia o en la Vuelta a España. Se trata de transmitir, en mi caso con imágenes, situaciones muy distintas. Por ejemplo, que en una carrera se caiga Alberto Contador y estés tú allí solo, puedas grabar su caída, seguirlo hasta el hospital, ver cómo sale... Esa historia es tan importante para un amante del ciclismo como un día de guerra para alguien interesado en ella. No se pueden comparar, pero tienes que llegar a toda esa gente que no está donde a ti te ha tocado, por suerte, estar.

Premios como el Cirilo Rodríguez, que ha recibido este año, son reconocimientos de los propios compañeros de profesión. ¿Hace más ilusión que uno más institucional?Todos hacen ilusión, pero este es especialmente ilusionante, porque desde que empecé en esta profesión he conocido a grandes figuras, como Manu Leguinenche. Con él hice los primeros reportajes de 'En portada', en RTVE: él era el director y yo un novato, e iba con los equipos a su casa y allí se organizaba a qué parte del mundo se iba a ir, cómo se iba a hacer, qué se iba a cubrir, cuándo se iba a emitir… Él fue el primer ganador del Cirilo, uno de los mentores de este premio, y cuando ves qué gente ha ido ganándolo… Nunca en la vida pensé que yo podría recibirlo, cuando me dijeron que estaba nominado me quedé sorprendido. Entre los que nos dedicamos a la prensa internacional es algo muy importante, quizá es el más importante de los premios que he recibido. Aunque que la Guardia Civil te dé un premio por haber hecho un seguimiento especial a sus agentes también me hace sentir mucho orgullo, porque son gente que lo da todo. Igual que cuando estoy con los militares por ahí, he hecho muchos reportajes con ellos en diferentes operaciones, dedican mucho tiempo y voluntad en su trabajo. Transmitir eso te enorgullece, y si luego la asociación de periodistas de Defensa te da un premio lo valoras más, porque está entregado por gente que se dedica a esto.

"Nadie nos obliga ir a ninguna guerra, y creo que los que vamos allí sabemos lo que tenemos que hacer"

El próximo viernes, 25 de agosto, va a estar en Castejón de Sos, en la XXI edición del encuentro ‘Periodismo de Altura’, y participará en una mesa redonda sobre el segundo año de la guerra de Ucrania. En su opinión, ¿cómo va a acabar este conflicto?Quizá me equivoque, no es una opinión académica, pero sí la de alguien que ha vivido muchos conflictos, y todos pasan por lo mismo: acaban en una mesa de negociaciones. ¿Cuándo será? Más bien pronto que tarde, porque todos los actores en conflicto tienen prisa por cerrarlo. Están apareciendo ya las primeras mesas, como la de Yeda (Arabia Saudí) hace pocos días, donde no se sentaron los rusos pero sí China, y eso ya es un primer paso para entender que hay voluntad de acercamiento. Ese acercamiento pasará por una negociación que será escalofriante, porque mientras tanto se seguirá presionando con la guerra, se seguirá matando, se seguirá usando armamento, pero pasó en anteriores guerras y seguirá pasando. Me da la impresión de que no tardaremos mucho, cuando llegue el invierno creo que veremos más países sentados a la mesa con afán de llegar a un acuerdo. Aunque este puede tardar años, ¿eh? Esa es mi opinión.

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