Zapatos para caminar sobre el agua

Un alemán inventó unos zapatos para pasear sobre las aguas, que se probaron en Alicante.

Noticia aparecida en HERALDO DE ARAGÓN
Zapatos para caminar sobre el agua

La obsesión del hombre por superar los límites de la física viene de siempre: Leonardo da Vinci, Juan de la Cierva o Isaac Peral son buenos ejemplos. Queremos ver cómo se hacen realidad los milagros, y caminar sobre el agua es uno de los más famosos en la Biblia. Un arquitecto alemán que se enamoró del sol y el mar en Alicante lanzó con éxito unos zapatos para conseguirlo hace ahora 50 años. El inventor convencido de que no iría a parar al fondo del mar probó los zapatos, ante el público y la prensa el 31 de mayo de 1966, con chaqué y sombrero de copa.


ALICANTE, 31 (Cifra). Unos zapatos que permiten caminar perfectamente sobre las aguas, han sido inventados y experimentados hoy en la playa alicantina de la Albufera, por un súbdito alemán que reside habitualmente en esta ciudad.


El inventor se llama Hans Bott, de profesión arquitecto.

Estos zapatos están fabricados con una fibra de poliéster y tienen cierto aspecto de patines. El señor Bott ha manifestado que su invento responde al fruto de un sueño o pesadilla que tuvo hace tiempo.


La exhibición práctica del nuevo medio de locomoción la ha efectuado a mediodía ante gran número de curiosos que vieron cómo el inventor caminaba sobre las aguas, primero, vestido con traje de baño y después, con chaqué y sombrero de copa, ya cuando se convenció de que no iría a parar al fondo del mar.


Para mayor seguridad en su recorrido empleó unos bastones, también realizados en poliéster.


Hans Bott ha declarado su plena confianza en que su invento tendrá un éxito extraordinario en todo el mundo, tanto por su baratura como por su utilidad.


HERALDO continuó con la noticia el 7 de junio de 1966 con el artículo ‘Peatones acuáticos’ en la que cuenta que por menos de dos mil pesetas se puede ‘caminar’ sobre las aguas del mar. Para ello, el arquitecto alemán Hans Hott, ha inventado unos ‘zapatos acuáticos’. Las pruebas con éxito completo, se efectuaron en aguas de La Albufereta.


Hacía tiempo que el arquitecto alemán Hans Bott, residente en Alicante desde hace unos dos años, venía trabajando en el invento concebido una noche de verano y realizado con poliéster recubierto de plástico. Se trata de unos zapatos de grandes proporciones, de un metro setenta, que se ajustan perfectamente al pie por medio de un sencillo mecanismo, y que sirven para ‘caminar’ sobre las aguas del mar. Para deslizarse sobre las aguas, el ‘peatón marino’ se sirve de unos remos o ‘sticks’ del mismo material, terminados en forma de cono truncado.


El peso de cada zapato oscila entre los cuatro y cinco kilos, y se llevan muy cómodamente y con escaso riesgo, puesto que tienen una gran estabilidad.

La prueba:

Para solemnizar la presentación al público del invento, el señor Hans Bott, invitó a la prensa, radio y televisión a presenciar las pruebas, que se efectuaron en aguas de La Albufereta, playa situada a tres kilómetros de la capital, donde los señores Bott tienen una espléndida residencia.


Todo estaba preparado y a punto a la hora convenida, y desde el chalet fueron llevados a la playa tres juegos de ‘zapatos’ que se calzaron el inventor y dos voluntarios, uno de ellos la rejoneadora alicantina Ángela. Los tres efectuaron su ‘caminata’ sobre las aguas con un éxito completo, regresando a la orilla entre los aplausos de los invitados y las decenas de curiosos que presenciaron la triple demostración.


Para probar la seguridad que ofrecían los ‘zapatos acuáticos’, hubo quien ‘caminó’ sobre las aguas con traje de calle, y hasta con frac, sin sufrir el menor contratiempo.


El inventor, radiante de satisfacción, daba cuantos detalles le pedían los informadores. Uno se atrevió a preguntar.


Un sueño en una noche de verano:

- ¿Cómo se le ocurrió la idea?

- Fue el sueño en una noche de verano. No podía dormir y decidí salir a dar un paseo por la playa. El mar estaba tranquilo y me sugirió la idea de que sobre aquella inmensa superficie quieta se podría caminar. Imbuido de la idea empecé a hacer números, y éste ha sido el resultado.

- ¿Lo tiene ya patentado?

- Hace poco tiempo estuve en Madrid para que lo registraran.

- ¿Piensa explotar usted el invento?

- Yo no dispongo de tiempo para hacerlo. Tengo otras ocupaciones. Soy decorador de obras, y trabajo en esta provincia, particularmente en las construcciones que se realizan en Altea.

- ¿Entonces venderá la patente?

- Eso pretendo.

- ¿Por cuánto?

- Por un millón de pesetas.

- ¿Quién hará, pues, el negocio?

- El fabricante, que podrá vender los ‘zapatos acuáticos’ al módico precio de 2.000 pesetas, dejándole un sustancioso beneficio.

- ¿Les tiene señalado algún fin particular?

- Creo que irán muy bien a los deportistas, porque con ellos realizarán múltiples ejercicios muy divertidos, sin peligro alguno.

Si la fabricación se inicia rápidamente, este verano veremos ‘pasear’ por las tranquilas aguas del Mediterráneo a muchos cientos de ‘peatones acuáticos’.


En vista del éxito obtenido en estas primeras pruebas oficiales, el señor Hans Bott piensa introducir algunas modificaciones en su invento para mejorarlo y hacerlo mucho más cómodo todavía.

José Luis de Aitana

(Europa Press)


Recopilado por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de Heraldo de Aragón

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