Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

sabina despide a pancho varona

Divorcios y rupturas musicales

La reciente despedida de Pancho Varona por Sabina trae al recuerdo el mapa de abruptas quiebras del pop nacional, desde Los Brincos a Mecano, Héroes o Pereza, por no abundar en las internacionales, que son muchas más. La vida.

Joaquín Sabina en el escenario, con Pancho Varona a su izquierda
Joaquín Sabina en el escenario, con Pancho Varona a su izquierda
Guillermo Mestre / Heraldo de Aragón

Los grupos musicales son matrimonios a dos, tres, cuatro, cinco… bandas. Polígamos y con más facilidad para el divorcio y las rupturas. La historia del pop y del rock, tanto nacional como internacional está llena de ejemplos de grupos rotos, incluso en momentos de gloria. Dinero, fama, celos, incompatibilidad de caracteres, novias deseadas, mujeres perturbadoras, estudios… y en España, en tiempos pasados, la mili, son y han sido las principales causas de estas separaciones; en muchos casos, abruptas, broncas y con batallas judiciales. Por una parte, algo, se diría, que normal o consuetudinario: ¡cuántas parejas no se divorcian sentimentalmente al cabo del año aquí y allá! Pues con más razón cuando en el núcleo matrimonial conviven más de dos personas, que es el caso de los grupos musicales.

Por entrar en nombres famosos y rupturas sonoras: Beatles, Oasis, Guns’n’Roses, Blur, Police, Pink Floyd, The Smiths, REM…, en el campo internacional. Nombres hiper famosos y rupturas auscultadas públicamente y casi morbosamente hasta la saciedad, como si se tratara de Belén Esteban o la Pantoja en el circo televisivo. Pero tampoco se queda atrás el circo nacional, que, aunque menos conocido, no está exento de rupturas llamativas.

La primera de ellas, la más sonada, fue la de Los Brincos, en los sesenta, cuando Juan Pardo y Junior cogieron el petate y se largaron, cansados de la tiranía del batería y compositor Fernando Arbex. En este caso, bueno es recordarlo, la pelea fue altamente positiva: los nuevos Brincos aumentaron su cota de creación y popularidad y Juan & Junior dieron a luz canciones y fama a caño abierto. Inmediatamente fue otro grupo clave de los sesenta el que se hizo trizas: Los Bravos, con el ego de Mike, que dejó en la estacada al grupo y emprendió carrera en solitario, aunque aquí el divorcio no fue tan fructífero. Ni Mike Kennedy ni los nuevos Bravos, y ello pese a éxitos del primero con La lluvia y Louisiana, y a People Talking Around de los segundos — con el hermano de Jon Anderson de Yes, Tony Anderson, como vocalista— duraron mucho en el firmamento pop español.

Más tarde fue Teddy Bautista el que rompió peras con Canarios, emprendiendo carrera en solitario y prosiguiendo con la línea experimental electrónica emprendida con la adaptación de las Cuatro Estaciones vivaldianas (Ciclos), el último disco del grupo. Antes, los dos años de mili de Teddy tuvieron como consecuencia positiva la aparición en el horizonte de Pedro Ruy-Blas, quien, en 1971, dio a conocer una hermosísima pieza de origen francés como fue y sigue siendo A los que hirió el amor.

Añádase a esta tabla todo el puñado de ‘fugados’ de sus respectivos conjuntos sesenteros: Bruno Lomas, de Los Milos y luego de Los Rockeros; Pepe Barranco, de Los Estudiantes; Camilo Sesto, de Los Botines, Toni Landa, de Los Mitos; Lorenzo Santamaría, de Los Z-66; Micky de Los Tonys; Julián Granados, de Los Buenos; Jeanette, de Picnic; el citado Pedro Ruy-Blas, de Grimm; Tino Casal, de Los Archiduques… y algunos más, que ahora no vienen a la memoria.

Desde los sesenta, el pop español no ha parado hasta hoy de conocer divorcios y rupturas inesperadas de determinados miembros, buscando nuevas experiencias, caso, por ejemplo, de Santiago Auserón. A saber: Mecano, Sabino y Loquillo, Leño, Gabinete Caligari, Radio Futura, El Último de la Fila, Pereza, Ella Baila Sola… y, cómo no, Héroes del Silencio, con un divorcio a sangre y casi a punto de tribunales.

Viene a cuento esta larga monserga por la última ruptura, mediática y objeto de atención hasta fuera del mundo musical, o sea, la recientísima de Pancho Varona y Sabina, sobre la que ya se han vertido todo tipos de comentarios en redes sociales, televisión y medios escritos generalistas, alguno que otro muy duro contra el jienense. Desconozco las razones, o quizá alguna de las que han saltado a la prensa y a las redes sociales tienen crédito, pero obviamente no me pronunciaré al respecto, mientras Sabina no se pronuncie públicamente (¡nooo!, hablar con él directamente, y eso que en tiempos pasado compartimos copas, manteles, noches y dedicatorias, es imposible), que seguramente no lo hará porque, a fin de cuentas, la estrella es él, y Varona un simple escudero.

Solo sé que Sabina ha adornado su carrera con grandes canciones, pero también con algún que otro desplante brusco a músicos, amigos y hasta managers, envolviéndose en una coraza de hierro. El más sonado, el de su manager durante años, Paco Lucena, del que se deshizo en el 2000, con una frase breve y tajante que ya figura en el ranquin de oro de hechos y dichos de la música nacional: “¡Paco, estás despedido!", le espetó por teléfono, colgándole de inmediato. Lucena, rojo medular nacido en Tánger y que hasta fue ‘guarda de corps’ de La Pasionaria, lo conoció en 1978 en una fiesta del PCE en Madrid, aunque también se dice que fue en uno de los bares ‘rojeras’ de la capital, y de taxista amigo pasó, en 1980, a manager y organizador de la agenda de Sabina y hasta de su vida personal durante 22 años, haciéndose de oro, representando a un denso cartel de artistas y codeándose con García Márquez o Fidel Castro, pero quedando después en el paro. Desde entonces lleva una vida muy precaria, solo, enclaustrado en su casa, con mala relación con sus dos hijas y con una pensión en torno a los 700 euros. Ni el de Úbeda ni ninguno de los tantos artistas famosos que representó (desde Aute a Labordeta), jamás le llamó ni le tendió puente alguno de ayuda.

Ahora, ha tocado Pancho Varona, despedido por mail. Y ello, tras 40 años de ‘noviazgo’, con cien canciones compuestas entre ambos, cuarenta giras y quince discos como productor, según detalló, tergiversadamente, el guitarrista en un tuit el pasado día 15 de noviembre… Gajes del oficio, se diría. Y, cómo no, de la vida. No hay nadie exento de estas vicisitudes, ni músicos poderosos, ni managers, ni curritos de a pie.  

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