Homenaje a un maestro que construía falúas con sus alumnos para surcar el Ebro

Vadorrey homenajeó a Pablo Herranz, del colegio Don Bosco, por su labor educativa y vecinal.

La imagen del homenajeado.
La imagen del homenajeado.
M.M.

"Los excesos son malos, pero tengo que reconocer que el exceso de cariño me está sentado muy bien". Con emoción y agradecimiento mostraba este lunes el profesor Pablo Herranz el homenaje que le brindó el colegio concertado Don Bosco del que se jubila y el tejido vecinal del barrio de Vadorrey por su trabajo e implicación, no solo en el avance del centro, sino en pro de la innovación educativa y del desarrollo del propio barrio a través de la educación y de la sensibilización.


"Veo ahora alumnos que tuve hace años y pienso que pasaron con nosotros un tercio de su vida. Tenemos la obligación de que los niños sean felices, mañana no sabremos qué será de ellos", decía Herranz, quien en este balance extraía como máxima: "Sin esfuerzo no se consiguen las cosas. No hay nada fácil, pero si se tienen las ideas medianamente claras, luchas por lo que crees que es bueno y te dejas el alma, al final lo consigues".


Este lunes, Herranz, que ya había sido reconocido el pasado mes de mayo con la Cruz José de Calasanz del Gobierno de Aragón por su aportación al movimiento cooperativista de gestión de centros escolares, recibió el cariño de exalumnos, compañeros y vecinos en un emotivo acto que tuvo lugar en el patio del colegio por sus 27 años de entrega en las aulas. Ése es el tiempo que hace que se trasladó el colegio desde la calle del Molino de las Armas hasta lo que hoy es Alfonso Zapater Cerdán.


Profesores, alumnos y padres glosaron su figura y su trabajo y recordaron algunos de los principales momentos vividos en estas décadas. "Aparecieron adquiriendo entonces una torre agrícola rodeada de campos, y con un acceso netamente rural, pero trabajaron y asumieron la transformación del edificio, y las dependencias habitacionales se transformaron en clases, se renovaron techos, suelos y poco a poco las viejas instalaciones dieron espacio a las nuevas", recordaba Pablo Polo, desde la asociación de vecinos, minutos antes de iniciarse el acto, quien subrayaba el talante entregado e innovador de Herranz: "No solo se limitó a dar clases, conocía de sus chavales todo, y lograría que los padres, que no las madres, acudieran a hablar con el maestro, y por eso desde el primer momento fue Don".


Y en esa vida que Herranz dejó en ese sector de la ciudad, este lunes se recordaban sus momentos vividos en el barrio, como su implicación en la junta vecinal y, especialmente su trabajo divulgativo y educativo en defensa del Ebro y de la defensa de sus riberas. "Centró miles de horas de sus clases, sus alumnos acudieron a la construcción de las falúas, vieron el río desde dentro; él impulsó su recuperación y educó en el modo de hacerlo con respeto y eficacia".

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