El párroco de Épila sigue dando misas mientras algunos vecinos insisten en su suspensión

El arzobispado no descarta pedirle que se tome un descanso, mientra se investiga el supuesto acoso, pero el cura dice que nadie le ha sugerido nada.

Barco en una imagen de archivo
El párroco de Épila sigue dando misas mientras algunos vecinos insisten en su suspensión
Jesús Macipe

El arzobispado de Zaragoza anunció el pasado jueves la apertura de una investigación para aclarar si el párroco de Épila, Miguel Ángel Barco, pudo haber cometido algún tipo de acoso sexual sobre el diácono Daniel Peruga, joven al que el arzobispo emérito Manuel Ureña indemnizó a comienzos de mes con 60.000 euros en una cuestionada decisión que llevó a Roma a pedir su renuncia. Pero a la espera de que la curia resuelva el asunto y aclare qué sucedió realmente, los vecinos de Épila empiezan a posicionarse.


De hecho, mientras un grupo se concentraba este sábado por la tarde frente a la parroquia de Santa María la Mayor para volver a pedir la suspensión o el traslado de Barco, varias decenas de feligreses participaban en la misa oficiada por este en el convento de las Concepcionistas.


La propia asociación de vecinos de Épila solicitó oficialmente el viernes la suspensión cautelar e inmediata del cura para evitar problemas de convivencia en el municipio. "El ambiente está muy enrarecido y nos inquieta lo que pueda pasar", aseguraba el presidente de este colectivo, José María Simón. Sin embargo, fuentes del arzobispado explicaban ayer que no se podrá adoptar ninguna medida hasta que concluya la mencionada investigación. Lo que no descartan es que se acabe invitando a Barco a tomarse un descanso hasta que se aclaren los hechos.


"A mí no me ha llamado nadie del arzobispado para pedirme nada, así que yo tengo que seguir dando las misas", aseguraba ayer por la tarde el párroco cuando llegaba corriendo al convento para oficiar la misa de las siete. A diferencia de otras ocasiones, el cura apenas se detuvo unos instantes a conversar con la prensa."Llego tarde", se excusaba. En cualquier caso, consultado sobre su situación por este periódico, Barco se limitaba a pedir "normalidad".


El diácono que se quejó de los supuestos abusos ante el arzobispado nunca presentó denuncia ante la Guardia Civil. Sí lo hizo el pasado miércoles por la tarde el párroco de Épila, por entender que las acusaciones vertidas contra él podrían ser constitutivas de un delito de injurias o calumnias. La Comandancia de Zaragoza llamó el jueves a Daniel Peruga para que acudiera a prestar declaración por esta denuncia, pero el joven se negó y comunicó que solo responderá a las preguntas de un juez."Solo queremos que se vaya"

Durante los últimos días, muchos vecinos de Épila habían recibido un mensaje de Whatsapp convocándoles a una concentración de protesta contra Barco. La cita era a las seis de la tarde junto a la parroquia, pero allí solo acudieron una docena de personas. "La lluvia ha hecho que mucha gente se quede en casa, pero somos mayoría los que estamos descontentos con el cura", aseguraba una de las mujeres que respondieron a la anónima llamada.


Junto a la plaza, un par de patrullas de la Guardia Civil comprobaban que la protesta, para la que no se había solicitado autorización a la Delegación del Gobierno, no iba a acarrear ningún problema de orden público.


Entre los vecinos que se posicionan en contra de Barco predominan los que aseguran haber tenido algún problema con él. En lo que coincidían los que se reunieron este sábado junto al templo es en «la falta de respeto» del sacerdote. "Nosotros hemos sido siempre de venir a misa, pero en el funeral de mi padre nos reprochó públicamente y sin ningún motivo no haberle atendido. Y eso no se puede consentir", manifestaba un vecino. Impedir la comunión a personas divorciadas u otras "reprimendas" a parejas del mismo sexo son algunas de las cuestiones que también se le recriminan.


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