EBRO

Zaragoza es la única ciudad que cubre las pérdidas de la empresa de navegación fluvial

En Sevilla y en el Delta del Ebro las empresas no reciben ayudas públicas y, además, no hay que dragar el recorrido. En Valladolid el Consistorio realiza una subvención fija de unos 20.000 euros

El gasto que suponen los viajes por el Ebro a las arcas del Ayuntamiento de Zaragoza no resiste la comparación con las principales ofertas nacionales de navegación fluvial. Los paseos a bordo de los Ebrobuses cuestan al Consistorio zaragozano alrededor de 350.000 euros al año solo en el mantenimiento del azud y en el dragado necesario para que pasen los botes.

 

Pero, además, el Ayuntamiento asumió el ejercicio pasado más de 300.000 euros de pérdidas de la contratista, Turismo Ebro Fluvial, cosa que no hace ningún otro consistorio. En el mejor de los casos, las ayudas públicas se reducen a subvenciones, que son fijas cada año y no dependen de la cuenta de resultados de la empresa.

 

Quizá el caso de Valladolid es el más parecido al de Zaragoza, porque ha sido necesario dragar algún punto del Pisuerga y la empresa recibe subvenciones del Ayuntamiento. Aún así, en ningún caso se puede comparar a la navegación fluvial por el Ebro. Primero porque la actuación de limpieza del río se limita a un punto concreto, en la playa de las Moreras, en pleno centro de Valladolid, donde arranca su recorrido 'La leyenda del Pisuerga'. Por otro lado, la subvención anual del Ayuntamiento se limita a unos "20.000 o 25.000 euros", según explicó el patrón del barco, Manuel Durántez.

 

El recorrido es de unos 6 kilómetros y, a diferencia del Ebro en Zaragoza, el Pisuerga en Valladolid dispone de más de cuatro metros de profundidad. Según informó Durántez, su barco tiene 1,2 metros de calado. Por lo tanto, no hay que riesgo de tocar el fondo, como sucede en Zaragoza, donde hubo que crear un canal navegable para que pasaran los barcos.

 

En Sevilla, los paseos por el Guadalquivir son toda una tradición y están muy arraigados en el turismo de la ciudad. La empresa, Cruceros Torre del Oro, no recibe ninguna ayuda pública. Según fuentes de esta compañía, el río solo requiere un dragado más allá de la esclusa que tiene, pero no en el tramo que recorren los barcos. El calado del Guadalquivir oscila entre los cuatro y los ocho metros a su paso por Sevilla. Allí, no solo no hay problemas de calado, sino que a veces hay riesgo de que los barcos peguen con los puentes, si baja mucha agua.

Por no salir del Ebro, los paseos turísticos por el delta son otro ejemplo de empresas que no necesitan ayudas públicas para realizar sus servicios, y eso que los precios son mucho más baratos que en Zaragoza (7 euros frente a 14). "Aquí solo pagamos impuestos", ironizaba ayer Martí Esteban, patrón de barco. Además, según Esteban, tampoco hay que dragar en el recorrido que hacen los botes. "Solo hay que quitar los bancos de arena que se forman en la desembocadura, pero es para los barcos que salen al mar, cosa que nosotros no hacemos", afirma el patrón.