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Los pedales no entienden de arrugas

Nunca es tarde para aprender a andar en bicicleta, así lo demuestran las dieciocho personas de entre 30 y 67 años que este mes de marzo acuden al parque Torrerramona para empezar a pedalear. Todos parten de cero.

Perico Ruiz, con sus alumnas. De izda. a dcha., Ana, Pilar, Lourdes, María y María Ángeles.
Los pedales no entienden de arrugas
Oliver duch

Deja correr un poquito más la bici y luego ya... adelante". "Acuérdate de lo que te he dicho sobre cómo debías coger las curvas". "Y no te olvides de intentar apoyar cada vez menos los pies en el suelo". Perico Ruiz dedica la tarde de los miércoles a enseñar a montar en bici, pero sus alumnos no son niños con las rodillas llenas de escorchones. Ninguno baja de los treinta y alguno, incluso, sobrepasa los sesenta. Son personas que tenían una causa pendiente: aprender a pedalear, pero gracias a los cursos para adultos que imparte La Ciclería la están salvando.

 

Lourdes Tamarit, de 33 años, intenta mantener el equilibrio sobre la bicicleta mientras baja por una cuesta del parque Torrerramona, donde se imparte el curso. "Mi padre intentó enseñarme una tarde cuando era pequeña, pero fue imposible y desistió", explica. Así que Lourdes nunca volvió a subirse sobre las dos ruedas, hasta hace una semana. Ahora confiesa que el otro día pudo llamar a su padre y decirle: "Aquí, en dos días ya he aprendido".

Aprender al ritmo de cada uno

Para esta joven el secreto está en que no llevas a nadie sujetándote por detrás y metiéndote presión mientras haces todo los posible por mantener el equilibrio y evitar que el manillar vaya hacia donde quiera. "Aquí tú vas a tu ritmo". De hecho, mientras Lourdes todavía anda con un pie en el suelo, sus compañeras Ana Jiménez y Pilar Romanos, las dos de 30 años, ya van solas por todo el parque. Son las 'listillas' de la clase. "Les he explicado el funcionamiento de las marchas y todo", explica Perico.

 

Quien también va a su ritmo es la veterana de la clase, María Ramón, que a los 62 años no ha dudado en hacerse con los pedales. Y no le va nada mal. Ya no apoya los pies en el suelo, eso sí, todavía no sabe arrancar, tiene que tirar la bici por una cuesta y aprovechar la velocidad que esta adquiere. Pero sabe que está cerca y eso le hace mucha ilusión. "Merece la pena aprender, aunque sea tarde". María advierte que todavía no se ha caído ni una sola vez, eso sí, reconoce que tiene un dolor al final de la espalda y algún que otro moratón en las piernas.

 

La que sí tenía delito era María Ángeles de Borda, de 40 años. No hay domingo que su marido no agarre la bici a las siete de la mañana y aparezca por casa sobre las 11.00. "Se me reían todos", asegura. "Pero es que nosotros éramos cinco hermanos, vivíamos en una casa muy pequeña en la que no cabían las bicis, así que nunca tuve una", explica. Así que se planteó el objetivo, y está a punto de cumplirlo. El siguiente: retar a su hijo a una carrera. "Yo creo que en verano saldremos a dar paseos. No me voy a poner al nivel de mi marido, pero bueno...", comenta.

 

La que también tiene muy claro que sus esfuerzos sobre la bici no van a caer en saco roto es Lourdes: "Con todos los carriles que hay ahora y la envidia que me da la hilera de bicis municipales aparcadas debajo de mi casa".

El secreto está en el método

Perico Ruiz asegura que en dos semanas más las 18 personas, todas ellas mujeres, que participan en el curso sabrán andar en bicicleta. "El taller dura ocho horas que es el tiempo necesario en los adultos. Los niños a la hora ya son capaces de pedalear", explica. El secreto de un aprendizaje tan rápido radica en el método.

 

Primero, los alumnos bajan una cuesta con los dos pies apoyados en el suelo, para ir haciéndose con los mecanismos de la bici e ir controlando el equilibrio. Luego, lo hacen con un pie en el suelo y el otro en el aire. En la tercera fase, se lanzan con los dos pies en los pedales y aprenden a arrancar en parado. Y cuando ya son casi unos expertos, tienen todo el parque a su disposición.

 

Da igual que llueva o que el cierzo sople con fuerza como lo hizo ayer. Una vez superada la vergüenza de los primeros días, estas intrépidas novatas de los pedales no se pierden ni una clase. El próximo curso empezará en abril y costará 50 euros. Puede realizarse en dos niveles: aprendizaje, que tendrá lugar los martes y jueves de 10.00 a 11.00 o de 16.30 a 17.30, y habilidad y afianzamiento, los martes de 17.30 a 19.30. Todos los talleres tienen lugar en el parque Torrerramona.