MONEGROS

Los cazadores de Perdiguera dan batidas por el monte para disuadir a los furtivos

El hallazgo de siete jabalíes muertos junto a un camino y el sonido de disparos de escopeta han movilizado a los vecinos, que vigilan la zona acotada con sus propios vehículos.

De izquierda a derecha, Mariano Sierra, Miguel Ángel Murillo y Carlos Murillo, en el monte.
Los cazadores de Perdiguera dan batidas por el monte para disuadir a los furtivos
ESTHER CASAS

Los cazadores de Perdiguera vigilan sus montes para disuadir a los furtivos. En los últimos días han encontrado siete jabalíes muertos junto a un camino, y aseguran además que durante todo el verano el ruido de disparos por la noche ha sido una constante. Aunque es muy difícil controlar toda la zona acotada, de unas 11.000 hectáreas, algunos de ellos han decidido patrullar los caminos para evitar que esto siga ocurriendo.

 

"Para nosotros es un problema. Cada vez que detectamos algo así, avisamos al Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza)", comenta Miguel Ángel Murillo, de 25 años y miembro de la sociedad de cazadores, que cuenta con 135 socios. "Subimos maíz y comida para los animales, además se arreglan balsas para que no les falte agua", añade este joven, que defiende la caza como ocio y control de población de animales.

 

Hace unas semanas, también encontraron a gente que iba con galgos y todavía no se había abierto la veda, que se estrenó ayer. La pasada temporada, la cuadrilla con la que también suele cazar Carlos Murillo mató 25 jabalíes. Por eso, la cifra de siete de una sola vez la consideran una "auténtica aberración". Además, si se tiene en cuenta que la mayoría de los animales estaban descuartizados.

 

Como en todos los cotos, las jornadas de caza están delimitadas y tienen un horario que hay que cumplir. Sin embargo, la extensión de los montes hace muy difícil las labores de vigilancia. El punto más alejado de monte está a unos 25 kilómetros de distancia del casco urbano. Además, sus pinares lindan con Peñaflor, Farlete, Leciñena y Alcubierre.

 

Mariano Sierra es el presidente de la sociedad de cazadores. "El día que se encontraron los jabalíes, aquí no se podía cazar. Aunque casi con toda seguridad, los animales no eran de aquí", añade. Él recorre casi a diario los caminos de la zona acotada. "Hace poco vimos a gente con galgos. El problema de cuando se denuncia es que te piden una matrícula o algún dato", añade. Y eso es lo único que pretenden cuando ven a alguien, que en alguna ocasión han llegado a perseguir. De hecho, les da miedo pensar en lo que podrían encontrarse, sobre todo porque si han ido de caza es más que probable que vayan con armas.

 

Mariano lleva 36 años cazando y es un amante de los montes de Perdiguera. Él disfruta con este entretenimiento y, por eso, defiende la labor que hace la sociedad de cazadores durante todo el año en los montes. De momento, cada uno lo hace por su cuenta, aunque no descartan hacerlo de forma más organizada.

 

Otras patrullas vecinales

No es la primera vez que se dan estas batidas en la provincia. El pasado verano, los ganaderos de la comarca de Valdejalón vigilaban de noche sus fincas para evitar los hurtos que se repetían en granjas de Calatorao, Épila, Lucena, Ricla y Rueda de Jalón. Con sus coches patrullaban a la luz de la luna para defender sus propiedades. Consideraban que esta era la única alternativa para salvar sus explotaciones agrícolas. En un mes sufrieron el robo de cien animales, aunque también se quedaron sin gasoil, pienso o tejas viejas.

 

En la comarca de Valdejalón ya había otro antecedente. Los agricultores de Épila salieron un año antes a hacer patrullas nocturnas para evitar los robos en sus campos, donde se llevaban sobre todo el hilo de cobre de los sistemas de riego, algo que apenas suponía dinero para los ladrones, pero sí una fuerte inversión para los agricultores que debían arreglarlo.

 

Aunque la principal dificultad de quienes vigilan sus campos, granjas o monte radica en las grandes superficies, difíciles de controlar.