Tercer Milenio

En colaboración con ITA

POBREZA

Comer de la basura

El fenómeno de los rebuscadores se ha disparado con la crisis. Los contenedores situados en las zonas residenciales y en las entradas de supermercados atraen cada noche a personas, obligadas a buscar comida entre kilos de basura

Una decena de inmigrantes se congregan cada noche en Independencia para buscar en la basura de los centros comerciales cercanos.
Comer de la basura
E. CASAS

Los supermercados tienen dos tipos de consumidores: los que van a comprar en el horario comercial y los que acuden a las superficies cuando estas ya han cerrado. Estos últimos no se pasean por pasillos repletos de productos, ni hacen fila junto a la caja registradora. Ni siquiera entran dentro de la tienda. Rebuscan en los contenedores donde se arrojan los desechos de cada día. La crisis ha disparado este fenómeno y cada vez son más quienes se ven obligados a recurrir a esta práctica.

 

A las diez de la noche, en torno a una decena de personas se congregan en el paseo de la Independencia, cerca de la puerta de una de las principales superficies comerciales de la ciudad. Al principio, permanecen dispersos: detrás de una esquina, en una marquesina o en un porta. Pero a las 23.00, cuando los bares del Paseo desmontan sus veladores, se reúnen todos en la puerta del supermercado. La mayoría son mujeres. Esperan a que el personal del centro saque lo contenedores -tres grandes y uno más pequeño- y empiezan a rebuscar en ellos.

 

"Lo hacemos para poder comer, porque somos pobres y no tenemos trabajo. Cada uno viene con su familia cuando lo necesita", explica una mujer que buscaba comida hace unos días en estos contenedores. Van dejando todo lo que cogen sobre un banco cercano. Fruta, verdura, algún trozo de carne...

 

La mayor parte de la comida no lleva ningún tipo de embalaje. Según explicaron, muchos de los productos que encuentran no son aprovechables. "Además, solo hay pimientos y tomates, y con eso poco podemos hacer". Raras veces encuentran leche, yogures o aceite. En unos diez minutos, han arrasado con todo.

 

La Ordenanza Municipal de Limpieza Pública, Recogida y Tratamiento de Residuos Sólidos prohíbe la práctica de rebuscar en la basura. Sin embargo, las mujeres que recogen comida en el paseo de la Independencia aseguran no haber tenido nunca ningún problema con la Policía. "Aunque sí que conocemos a gente a la que les han llamado la atención", explican. En otras ciudades, como Madrid, esta práctica está sancionada con multas de hasta 750 euros. Buscan con rapidez y en cuanto han cogido todo lo que podían se marchan. "Nosotras intentamos volver a dejarlo todo recogido, pero aquí cada uno hace lo que considera", explica una de las mujeres.

Una práctica en aumento

En el servicio municipal de recogida de basuras, se han percatado de que este fenómeno se ha incrementado. Su responsable, Roberto Ara, reconoce que "es una práctica que va cada día a más por los efectos de la crisis". Además, explica que han detectado varios grupos organizados: "Llegan a los contenedores en furgonetas y mientras varias personas bajan a rebuscar, otra se queda en el coche vigilando. Cuando detecta algo raro toca la bocina y todos vuelven al vehículo con lo que hayan podido recoger".

 

Según comenta, las zonas que más rebuscadores atraen son los barrios residenciales en los que se concentra un gran número de contenedores, como por ejemplo el Actur. "Son zonas en las que saben que siempre van a sacar algo", concluye. También se concentran en las grandes y medianas superficies comerciales.

 

Gran parte de los residuos que se generan en un supermercado son de carácter recuperable: cartón, plástico, poliespán? Según explicaron fuentes de Mercadona, en su caso, el 70% de la basura que producen se recicla. Pero siempre queda una cantidad de materia orgánica que no se vende y a la que se le debe dar otra salida.

 

El grupo de supermercados Eroski utiliza distintas soluciones, en función de la Comunidad Autónoma en la que estén ubicados sus establecimientos, como donar los productos que se acercan a su fecha de caducidad a bancos de alimentos. Pero cuando la mercancía no se puede comercializar, el contenedor acaba siendo la principal salida para los productos perecederos.

 

Según explica Roberto Ara, los supermercados son como un vecino más y, al igual que ellos, deben encargarse de sacar sus residuos a la calle. Fuentes del Corte Inglés afirmaron que no sacan sus contenedores hasta que no pasa el camión de la basura, para evitar el fenómeno de los rebuscadores. Otros supermercados han optado por contratar un servicio de recogida particular.

 

Mercadona es una de estas empresas. José María de Lasala, director de relaciones externas del grupo en Aragón, comenta: "Todas nuestras tiendas están dotadas con un cuarto de contenedores con acceso a la calle, donde dejamos la basura hasta que es retirada por la empresa privada contratada para tal fin".

 

A pesar de esto, cada vez son más las personas que encuentran en los cubos de la basura una forma de sobrevivir. Sin embargo, desde Cáritas, comentan que se trata de una realidad muy compleja por la cantidad de perfiles sociales que confluyen en esta práctica: "Hay gente pobre, pero también hay personas con problemas de salud mental y otros que lo que buscan es hacer negocio". Incluso en los últimos años han aparecido grupos de personas que rescatan todo lo que pueden de la basura. Son los llamados 'freegan', que han encontrado en esta práctica una forma de rechazo del consumismo.