El investigado por el doble homicidio de Zaragoza tiene antecedentes por lesiones, malos tratos y agresión sexual

José Miguel O. C. conocía a ambas víctimas. Con Mariana V. N. coincidía en un centro social y con  Abdelmalek E. M. compartía su afición al hachís.   

Puerta de acceso al número 152 de la calle de Boggieron donde se han producido dos homicidios.
Puerta de acceso al número 152 de la calle de Boggieron donde se han producido dos homicidios.
Francisco Jiménez

La relación de José Miguel O. C. con la justicia va mucho más allá del doble homicidio por el que está siendo investigado. Desde que en 1991 fue detenido por un delito de daños, este zaragozano de 50 años ha tenido múltiples encontronazos con la Policía y los juzgados. En sus antecedentes figuran diez detenciones previas a la de la madrugada del sábado pasado cuando fue arrestado como sospechoso de haber matado a Mariana V. N., cuyo cuerpo había sido encontrado poco antes ya sin vida junto al número 150 de la calle de Basilio Boggiero de Zaragoza. Las pesquisas posteriores del Grupo de Homicidios llevaron a que también se le haya responsabilizado de otra muerte, la de Abdelmalek E. M., ocurrida entre el 11 y el 12 de marzo en el mismo lugar.

Además de por daños, en su historial policial figuran detenciones por tráfico de drogas y amenazas aún en los años noventa. En fechas más recientes se ha enfrentado a causas por malos tratos en el ámbito familiar, acoso sexual, lesiones y agresión sexual. A tenor de estos antecedentes, la Policía describe José Miguel O. C. en el informe presentado ante el juez como de carácter violento. También destaca su falta de control y su peligrosidad.

Según señalan personas que han tratado con José Miguel O. C., hace tiempo que no cuenta con un trabajo estable, está divorciado y tiene hijos. En la actualidad, vivía como único okupa en el edificio en el que murieron Mariana V. N. y Abdelmalek E. M., un bloque de viviendas inacabado en cuyo portal había colocado una cadena con candado.

A partir de noviembre del año pasado se había convertido en un usuario habitual de la Fundación San Blas, centro social situado en el Paseo Echegaray y Caballero que ofrece diferentes servicios como desayunos, cenas, consigna y apoyo psicoterapéutico a personas sin hogar. Solo en 2023, sus trabajadores y voluntarios atendieron a 1.082 sintecho. Allí, en alguna ocasión se había presentado bebido aunque nunca había generado problemas. En la misma mañana del día del crimen de Mariana V. N., sin ir más lejos, había estado pidiendo ropa. Se marchó con una chaqueta.

La Fundación San Blas es uno de los nexos de unión entre José Miguel O. C. y Mariana V. N. Ella acudía desde septiembre de 2022 en busca principalmente de alimentación, atención psicológica y acompañamiento para sus citas médicas. Su presunto asesino en más de una ocasión le había sacado comida del centro cuando ella no podía acercarse y se da la circunstancia de que el fin de semana anterior a su muerte la había ayudado al sentirse indispuesta. Mientras desayunaba, sin saberse la causa, comenzó a tener escalofríos y a encontrarse mal. Fue necesario llamar a una ambulancia y hasta que llegó él estuvo a su lado.

José Miguel O. C. también mantenía una relación personal con Abdelmalek E. M. Lo puso de manifiesto la madrugada de la muerte de Mariana V. N. al ser preguntado por un policía por el origen de las manchas de sangre en sus manos y ropas con las que fue encontrado a escasos metros de donde había sido depositado el cadáver. “Vaya suerte tengo, ya se me murió el otro día un moro en mis brazos, uno al que compraba hachís ¿No te acuerdas? Creo que estuviste tú ese día”, le comentó al agente. 

La investigación policial, de hecho, maneja la hipótesis de que José Miguel O. C., Mariana V. N. y Abdelmalek E. M. estuvieron juntos en el edificio de la calle de Boggiero poco antes de la muerte de éste último. 

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