De perder el bar de Botorrita a reabrir el de Salillas, la nueva vida de Teresa y Mariano: "Nos han acogido muy bien"

Vivirán, con sus dos hijos, en la antigua casa del médico y preparan una fiesta de apertura el viernes a la que invitan a sus nuevos y a sus antiguos vecinos.

Vivirán, con sus dos hijos, en la antigua casa del médico y preparan una fiesta de apertura el viernes a la que invitan a sus nuevos y a sus antiguos vecinos.

Su vida ha dado un giro de 180 grados. Hace un mes, Mariyan Veselinov y Tereza Staneva, o Mariano y Teresa como les conocen sus vecinos, se vieron en la calle al quedarse sin casa, con una mano delante y otra detrás y con dos niños, Sofía y Víctor, a su cargo. Perdieron por sorpresa la concesión del bar de Botorrita, y la vivienda que tenía aparejada, y se desencadenó una tensa relación con el alcalde. Al trascender la noticia, unos 70 residentes del municipio zaragozano se concentraron para mostrarles su apoyo. Durante la protesta, sonó el móvil de Mariano. Chus Cobos, concejala de Salillas de Jalón, a 40 kilómetros de Botorrita, les ofrecía gestionar el bar del pueblo. "Cuando se cierra una puerta, se abre un balcón", decía aliviada ayer Teresa, búlgara casi maña que reside desde hace décadas en Zaragoza y conoció a su marido, también búlgaro, en Zuera.

Mariano y Teresa reabrieron el 1 de mayo el bar de Salillas de Jalón. Y lo hicieron con gran jolgorio en el pueblo. Porque, ¿qué es un pueblo sin un local donde los vecinos puedan socializar y charlar un rato? Es lo que hicieron ayer en torno a una mesa de bar, el alcalde Juan Carlos Ereza y los concejales Chus Cobos y Marcos Balduque, que explicaron cómo el destino hizo que su destino se cruzaran con el de Teresa y Mariano, cuando más necesitaban que les echaran una mano. Fue la madre de Marcos, Marisa, la que instó a la Corporación a que les ofreciera el bar tras haber leído en Heraldo.es lo que les había pasado. "La situación pintaba perfecto para el pueblo. Primero sus vecinos se  manifestaron porque no querían que se marchaban, lo que dice mucho de cómo trabajaban; luego, la necesidad de abrir nuestro bar. Y por último, tenían dos niños más para la escuela...", detalló Ereza.

El único escollo a salvar era que necesitaban casa. Se pusieron manos a la obra y es un problema que pronto tendrá solución. Mariano, Teresa, Sofía y Víctor vivirán en la antigua casa del médico, junto a la Torre de los Moros, donde ayer se afanaban a dar los últimos retoques para que, a partir del lunes, puedan ya instalarse. Nada tiene que ver con el lugar donde vivían en Botorrita, según explican. La que tendrán a partir de ahora será para ellos casi un palacio. Sus hijos empezarán en el colegio de Salillas en unos días, antes de que acabe el curso, para empezar a hacer amigos. En este pueblo de 422 habitantes hay 34 niños. 

La cercanía a Zaragoza, que está a media hora, y proyectos de futuro como Bon Área, en la vecina Épila, han hecho algunos de los hijos del pueblo se queden y que otros vengan de fuera, a pesar de que tienen problemas para desarrollar nuevas viviendas.

Se emociona Mariano al recordar a su antigua clientela. "Se les echa mucho de menos", señala. En la panadería de Botorrita ha colgado un listado para que se inscriban quienes quieran asistir el viernes a la gran fiesta de inauguración que están organizando. Está dispuesto, incluso, a fletar un autobús si fuera necesario. Van a preparar 200 tapas, la primera caña será gratis, habrá un DJ... El cariño que reciben de los vecinos nada tiene que ver con el trato que dicen que les dispensaron desde el Ayuntamiento, donde cambiaron la cerradura en cuanto salieron del casino. Están satisfechos porque la gente de Salillas les ha acogido "muy bien". "No nos preguntan por qué hemos venido. Saben la historia y nos dejan trabajar", explica Teresa. Y les cunde bastante: en una sola noche ofrecieron 48 cenas.

El bar de Salillas está justo debajo del local social. Mariano lo visitó el mismo día que recibió la llamada de Chus Cobos para ofrecerles el trato. Solo le hizo falta un viaje más. "En el segundo ya estaba convencido de que había que venir aquí", reconoce. Chus Cobos, la concejal que contactó con ellos, explica que tras meses sin ninguna oferta por el bar, cuando se lo ofrecieron a Mariano salieron nuevos interesados. Destaca la importancia de que. en Salillas, no quieren a Mariano, Teresa y los niños para mantener abierta la escuela, porque no les hace falta. "Queremos que les vaya bien en el bar, Si ellos estás bien, el pueblo estará bien", dice la concejala. 

Mariano y Teresa están muy satisfechos porque "de un día para otro" han visto resuelto su futuro. "No hemos sufrido", explican, agradecidos. Afrontarán, también, en breve los medievales de Salillas, que vivirá el sábado 18 de noviembre su día grande. Regresan para la fiesta quienes se fueron hace años, pero mantienen el arraigo. Hay en el municipio segundas residencias, y en los fines de semana y durante las vacaciones, se gana casi un centenar de habitantes.

Tras el gran disgusto que se llevaron a Botorrita, Mariano y Teresa ven más claro su futuro en Salillas. Están "muy contentos" porque, aunque el cambio "ha sido radical", sus nuevos vecinos son "gente muy acogedora". El alcalde, Juan Carlos Ereza, dice que están tan contentos como ellos  porque el bar, que funciona como centro social. vuelve a estar abierto. En Salillas, explica Chus, hay "buena convivencia" y "se acoge muy bien a los que vienen de fuera". Es lo que han hecho con estos búlgaros-salilleros, a los que quieren hacer sentir parte del pueblo. 

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