ZARAGOZA

¿Fuentes curativas en Zaragoza? Sí y sus aguas se vendieron hasta en China

En el entorno de la capital aragonesa se dan dos combinaciones bastante "raras": tener tantos ríos y una estepa de yesos.

El divulgador ambiental Pacto Iturbe en la Fuente de La Junquera, este martes en Zaragoza.
El divulgador ambiental Paco Iturbe en la Fuente de La Junquera, este martes en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Fueron tirando de un hilo movidos por la curiosidad y, más de un año después de investigación, rescataron del olvido la existencia de un importante patrimonio natural y cultural que plasmaron en un libro: 'Fuentes curativas de Zaragoza', editado por el Ayuntamiento en 2008.

Han pasado ya más de 15 años desde que Pacto Iturbe, divulgador ambiental, y Ángel Ruiz Solans escribieran a dos manos esta obra (de la que hubo dos ediciones), pero no por ello es suficientemente conocido que el término municipal de Zaragoza cuenta con aguas cuyas virtudes medicinales tuvieron fama internacional en una época no tan lejana. "Se vendían en las farmacias, en las calles había carteles publicitarios, se anunciaban en los periódicos... Es como si todo eso se hubiera borrado; hay un desconocimiento tremendo", reflexiona Iturbe, que ha organizado una exposición ('Naturaleza mágica. Fuentes curativas de Zaragoza') en el Centro Cívico Distrito Sur, que durará hasta el 30 de mayo.

Es precisamente en esta zona de la ciudad -que abarca los barrios de Arcosur, Rosales del Canal, Montecanal y Valdespartera- y su entorno donde más fuentes curativas se concentran debido a la cercanía del río Huerva: Fuente de La Teja, La Junquera, de La Salud y Agua Fita Santa Fe (en la estepa entre Cuarte de Huerva y Cadrete). A estas hay que añadir Fuente del Berro, en las terrazas del río Ebro en el Actur; Pozo de San Miguel, junto al río Gállego, y Salada de Mediana. En total, siete fuentes aunque la del Berro no ha perdurado hasta nuestros días al estar en una zona que se urbanizó. "Están avaladas por informes médicos y, más o menos, siguen teniendo las mismas propiedades. Funcionan muy bien sobre todo para problemas del aparato digestivo, riñón, hígado, reumatismo... Y en uso externo, para temas de la piel", explica.

No es habitual que una ciudad aúne tantas. ¿El motivo? El propio entorno de Zaragoza donde se dan dos combinaciones bastante "raras": tener tantos ríos y una estepa de yesos, tal y como resalta Iturbe. "Es un paisaje muy peculiar, que hay en pocos sitios. Cuando llueve, el agua va por debajo de tierra y se carga con esa composición química (que le aporta los yesos). Son aguas muy saladas; por ejemplo, la de Fita Santa Fe es 10 veces más salada que la de mar. Y luego coincide otra cosa: estas aguas afloran (a la superficie) cuando algo corta el terreno, como es el río. Aquí tenemos tres, que también es algo excepcional", añade.

Todo ello les llevó a tener fama internacional y expedirse en farmacias de todo el mundo desde principios del siglo XX hasta la década de los setenta (eso sí, siempre bajo prescripción médica y su correspondiente receta). Aunque no todas, solo las de dos fuentes con una propiedades "más contrastadas": las aguas de Fita Santa Fe y Salada de Mediana. "Se vendían embotellada y en el caso de la segunda, sobre todo en cajitas con sales. Con el resto, venía la gente a beber a las fuentes", relata.

"La Fuente de La Salud se dio a conocer en el verano de 1843 gracias al 'bandido cucaracha', que empezó a asaltar a los zaragozanos que iban a tratarse enfermedades al balneario de Quinto"

Mención especial merece la de La Salud, que en su momento también fue de gran importancia al inaugurase un balneario en 1896 (cerró al público en 1921) donde se tomaba el agua 'in situ' y contaba con galenos. Esta fuente se dio a conocer en 1843 gracias al 'bandido cucaracha'. "La gente de Zaragoza iba mucho al balneario de Quinto a tratarse enfermedades y en el verano de ese año empezó a actuar ese bandolero de Los Monegros, asaltando a los que iban allí. Dejaron de ir por miedo y se buscó una alternativa: la de La Salud. Acudían cientos de personas hasta el punto de que se creó alarma social y el Ayuntamiento ordenó hacer un análisis de sus aguas para ver si era sano o no beberlas. Se dictaminó que tenían propiedades (curativas) y a partir de ese momento fue cuando empezó el 'boom' y luego, en 1896, se llegó incluso a construir un balneario en condiciones, con restaurante incluido", ahonda.

Folleto de publicidad de la Fuente de La Salud de 1903.
Folleto de publicidad de la Fuente de La Salud de 1903.
P. Iturbe

Más curiosidades que desvela este divulgador ambiental. En la Exposición Universal de París de 1889 -para la que se construyó la entonces cuestionada Torre Eiffel-, Salada de Mediana contó con su propio estand y "su agua ganó la medalla de oro". Otro dato: en el siglo XIX la zona se llamaba 'Monte Litigio' porque las empresas se peleaban por la explotación de sus sales. "Llegó a haber hasta siete compañías. Pasaba un poco como en esas películas del Oeste de compañías mineras. Es un sitio espectacular; es como irte a otro planeta estando en Zaragoza. Si no llueve es solo la capa de sal, aunque es verdad que a lo mejor en cuanto escarbas un metro hay una capa de agua debajo", informa.

Cartel de Salada de Mediana.
Cartel de Salada de Mediana.
P. I.

Respecto a Fita Santa Fe llegó a tener una delegación en Asia, con etiqueta propia para ese rincón del planeta. Exportaba su agua embotellada a prácticamente toda Sudamérica, Europa, China y Filipinas como así atestiguan sus hojas de exportación. "Esta fuente es curiosa porque pertenecía al Monasterio de Santa Fe y con la amortización de Mendizábal pasó a manos privadas en el siglo XIX. La familia Fita compra esa parte (de pastos) para dar de beber a su ganado. Pero cuando este bebe el agua, la escupe (al ser tan salada). Y en vez de maldecir su suerte, toman una muestra, la llevan a analizar y ven que puede tener propiedades curativas y comienzan a explotarla comercialmente. Lo que iba a ser un pozo de agua para el ganado se convierte en un negocio con el que ganan un montón de dinero", afirma.

Etiqueta para el agua embotellada de Fita Santa Fe.
Etiqueta para el agua embotellada de Fita Santa Fe para la venta en Filipinas.
P. I.

Cabe preguntarse por qué dejaron de comercializarse y caer en el olvido a partir de los setenta del siglo pasado. Iturbe responde: "No es porque hayan perdido sus propiedades sino porque para las farmacéuticas les era más rentable el fármaco sintético (las pastillas) que el agua embotellada. Por tema de rentabilidad económica", opina.

Llegados hasta aquí, ¿cómo están las seis fuentes que aún se conservan en 2024? Las de La Salud y La Teja están prácticamente desaparecidas; los manantiales de Salada de Mediana y Fita Santa Fe, casi en perfecto estado; y los de La Junquera y Pozo de San Miguel, en buen estado. Y de ellas solo son de libre acceso Salada de Mediana y La Junquera, ya que Fita Santa Fe (pertenece a los descendientes de la misma familia que explotaba el agua) y Pozo de San Miguel están en terrenos privados (dentro de una caseta, en ambos casos).

"En la actualidad solo son de libre acceso La Junquera y Salada de Mediana. Agua Fita Santa Fe y Pozo de San Miguel están en terrenos privados"

"La de La Salud cogía el agua de la zona de Valdespartera y como ahora hay casas, no llega al suelo. Y ocurre lo mismo en La Teja. La del Berro desapareció porque construyeron una vivienda encima. A raíz de las urbanizaciones se ha perdido caudal y al hacer los caminos se ha cortado la veta (de agua). Por ejemplo, en La Junquera ahora baja un chorrico pero antes eran 4 o 5 litros por minuto. Una garrafa grandota la llenabas en un minuto", sostiene.

Imagen de archivo de Salada de Mediana.
Imagen de archivo de Salada de Mediana.
P. I.

Para Paco Iturbe, más allá de que se conserven o no o tengan más o menos caudal, lo reseñable es que todas ellas son un buen ejemplo de salud en el sentido amplio. "Siguen teniendo ese entorno natural en el que estar a gusto y feliz. Un buen ejemplo era La Junquera, donde venían a pasar el día: tomaban el sol, se podían bañar en el Huerva y, además, bebían el agua de la fuente", considera, al tiempo que recuerda que ya en época romana se sabía que había aguas curativas en esta zona de su Imperio.

"Son una seña de identidad de Zaragoza porque son el fruto de la estepa y de los ríos que tenemos", concluye mientras expresa su deseo de que no se olviden sitios que han sido referentes internacionales y que siguen teniendo un valor natural y cultural. "Como mínimo conocerlos. Todo el mundo te dice que se deberían conservar. Y estaría bien darles alguna señalización o marcar una rutita para que se pudieran recorrer", concluye.

En torno de la Fuente de La Junquera, junto al río Huerva.
Entorno de la Fuente de La Junquera, junto al río Huerva.
Guillermo Mestre
Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión