Los desalojados por la crecida del Gállego en Peñaflor vuelven a casa: "Tienes la angustia toda la noche pero no ha pasado nada"

A pesar de los charcos y el notable aumento de caudal, las familias de las urbanizaciones El Soto no han sufrido daños en sus viviendas. 

Terreno anegado junto al Gállego en la urbanización Soto II.
Terreno anegado junto al Gállego en la urbanización Soto II.
Francisco Jiménez

Con un río crecido y un caudal al límite, las familias desalojadas del urbanizaciones 'El Soto II' y 'El Soto Peña Ortiz' de Peñaflor han pasado muy mala noche. El Gállego es imprevisible, y más cuando a las fuertes precipitaciones se suma un desembalse del pantano de Ardisa y el río, por la maleza, va sorteando obstáculos. En  la mente de todos ellos hay dos referentes: la riada de 2016, en la que apenas pasó nada, y la que asusta de verdad, la de 2012, que rodeó las casas y provocó graves daños.

Bomberos de Zaragoza y Protección Civil han comprobado desde primera hora que el río no había causado graves afecciones. El seguimiento ha sido constante durante toda la noche. A las 4.00 se habían alcanzado los 437 metros cúbicos por segundo, un caudal que ha llevado al "máximo estrés a la mota". Con 500 habrían destrozado las motas. A las 6.15, ha bajado a 422 y se ha adelantado la hora en la que las familias podían regresar. Así lo explica la alcaldesa del barrio rural, Mamen López, que ha sido la encargada de darles la noticia. En el pabellón de Peñaflor han dormido cinco vecinos, para los que se gestionó con el bar del pueblo cena y desayuno. 

Un camino de acceso muy deteriorado

El principal riesgo para los vecinos, el que hizo necesario que tuvieran que desalojar, está en el camino que da acceso a las dos urbanizaciones, donde empezaron a construir viviendas hace 40 años. Está lleno de baches, es muy estrecho, y como el pico estaba previsto de madrugada, en caso de haber tenido que salir rápido se habrían encontrado graves complicaciones. La alcaldesa de Peñaflor insiste en la importancia de que se reparen los caminos. "Hay que salir por ellos. Si un coche se queda cruzado podría bloquear al resto y el un peligro si hay que evacuar las urbanizaciones por riesgo de riada", explica. 

Camino que da acceso a las urbanizaciones.
Camino que da acceso a las urbanizaciones.
Francisco Jiménez

Pero no solo. Mario Pisco, representante de los vecinos, advierte de los problemas que tendría una ambulancia, en el caso de que tuviera que entrar a recoger a uno de los residentes. Pide, por ellos, que se busquen fórmulas para que se acondicione todo lo que se pueda, pues son conscientes de que va a parar al río y tiene, por ello, limitaciones. "Hay que arreglar el camino. Algún día habrá una desgracia. Hay que buscar una solución", alerta.

La mota ha aguantado la embestida del Gállego, pero hay que revisarla y comprobar su estado cuanto antes. Y hay que analizar, también, los daños en el campo. Mamen López señala que "según el ritmo de plantación que llevara puede causar graves daños".

A las 11.00 de la mañana habían retirado ya las balizas. Se podía ver algún charco en el camino más cercano a la mota. Los vecinos de las urbanizaciones empezaban a volver a casa aliviados. "Por el volumen que se anunciada pensábamos que no iba a pasar nada. Nos obligaron a salir. Tienes la angustia de que pueda pasar algo, pero al final no ha ocurrido nada", confesaban los residentes, con cara de alivio.

Los vecinos que llevan más tiempo en las urbanizaciones aún lamentan los estragos que causó la crecida de 2012, la peor que ha sufrido el barrio rural. "Soltaron todo el agua de golpe, sin conocimiento, y es la única vez que ha pasado algo", indica Jovita, que reconoce que a pesar de ello ha pasado la noche preocupada. Es partidaria de limpiar el río. "Está todo lleno de broza. De cómo estaba este río de limpio hace 40 años a ahora no tiene nada que ver", lamenta.

Un grupo de vecinos, al regresar a la urbanización.
Un grupo de vecinos, al regresar a la urbanización.
Francisco Jiménez

Tampoco olvida Mario Pisco la riada de 2012. La de ahora ha sido una crecida "un poco bruta" pero normalmente son "un poco menos intensas". La de hace catorce años sí causó graves daños. Muestra hasta dónde llegó entonces el agua. Aunque su vivienda está a más de 600 metros del Gállego, el río rompió la mota, volvió a su cauce, rodeó las viviendas y causó graves daños. Solo llevaban diez meses viviendo en la urbanización. Sus efectos personales se vieron muy dañados. "Es lo que más duelo te hace porque lo que pierdes son recuerdos", lamenta. Cuantiosas fueron también las pérdidas económicas. Más de un mes y medio tardaron en regresar a casa. "El día que se pudo entrar, esta casa era una piscina. Cuando la abrimos una caseta, no había una cosa en su sitio. Y eso para gestionarlo mentalmente es complicado", lamenta.

Mario Pisco muestra hasta dónde llegó la riada del Gállego en 2012.
Mario Pisco muestra hasta dónde llegó la riada del Gállego en 2012.
Francisco Jiménez

Mario Pisco explica que han pasado la noche fuera, con su pareja y dos hijos, con "preocupación", aunque disponer de datos sobre el caudal y saber que el pico iba a pasar rápido les ha dado "cierta tranquilidad". "Si se desborda el río hay un campo y lo van a contener. En la de 2012 el agua, que era barro, estuvo durante 24 horas". "Si la mota ha aguantado es muy difícil que se rompa, aunque haya una fisura", explica. A la hora de rebajar la velocidad del caudal han ayudado un par de canales que construyó la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Confía en la responsabilidad de los que gestionan los desembalses. El pico ha sido solo de dos horas, y eso también ha afectado, en este caso, para bien. 

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