La depuradora de La Cartuja busca relevo tras 31 años aclarando aguas sucias de Zaragoza y 22.000 millones de pesetas de inversión

El Ayuntamiento pide al Estado que la declare de "interés general" esta instalación para lograr financiación. Tal y como, está no podrá cumplir la legislación europea en 2033.

La depuradora de La Cartuja está llegando al final de su vida útil.
La depuradora de La Cartuja está llegando al final de su vida útil.
Guillermo Mestre

Cuando se puso en marcha en mayo de 1993, era una gran depuradora de segunda generación, pagada "a pulmón" por los zaragozanos y más cara de lo previsto de manera inicial: se pagaron 22.000 millones de pesetas (132 millones de euros al cambio), pero de los de la época. Más de 30 kilómetros de tuberías llevaban y arrastran todavía hoy las aguas sucias al complejo de La Cartuja. que construyeron durante tres años unos 600 trabajadores. Los más de 110.000 metros cúbicos de hormigón y las 10.000 toneladas de acero refleja la magnitud de una obra que nació rodeada de polémica por su coste y por los siete meses de retraso que acumularon las obras.

La Estación de Depuración de Aguas Residuales de La Cartuja es de fangos activados y tiene capacidad para tratar 259.200 metros cúbicos al día y el equivalente a 1,2 millones de personas. En ella se tratan las aguas sucias de la capital, incluidos los barrios rurales de Montañana, Movera, Juslibol, San Juan de Mozarrifar, San Gregorio y La Cartuja Baja; de Villamayor de Gállego, La Puebla de Alfindén y Pastriz y de la mayoría de los polígonos industriales de la ciudad, incluido el de Malpica. También puede recoger el caudal que depura la de La Almozara.  

Ubicada en una parcela de 125.000 metros cuadrados, alberga tres edificios: administración, tratamiento de aguas y de fangos. El vertido regresa directamente al río y los gases que se generan son tratados por tres líneas de columnas de desodorización con lavado por vía química. 

Aunque cuando se planteó su construcción se pensó en una planta convencional, se optó finalmente por una de segunda generación, que debía durar el doble al ser "más robusta y tecnológicamente más avanzada". Pero tan rápida como la tecnología, o más, avanza la legislación europea en materia medioambiental y los criterios que se exigirán a partir de 2033, en particular el tratamiento terciario de nitrógeno y fósforo, hacen que la planta resulte inviable. Así que o se renueva o se asume que se pagarán cuantiosas multas.

El Gobierno de Zaragoza aprobó este martes solicitar de manera formal, a través de la CHE, al Ministerio de Transición Ecológica de Teresa Ribera el "impulso de las acciones necesarias para adecuar el mayor vertido urbano al Ebro, el de la EDAR de La Cartuja., a la normativa actual". Es decir, fondos públicos para ampliar la actual o para construir una nueva. Aunque hasta ahora, con mejoras varias y a golpe de inversión, ha funcionado de manera satisfactoria, depurando el 85% de las aguas sucias de la ciudad (el resto lo asume la de La Almozara), la incidencia de los vertidos industriales y el crecimiento exponencial de la cantidad tratada hacen que su vida útil se resienta. 

La propia CHE advirtió en septiembre de 2021 del inicio de la revisión del vertido de la EDAR de La Cartuja porque, aunque admitía el elevado nivel de inversión realizado, la planta no permitiría a priori "mejoras deseables y previsiblemente exigibles a futuro en el contexto del cambio climático y la presión existente sobre las masas de agua receptoras de los vertidos".

A la advertencia de la CHE se suma la legislación europea, que eleva los parámetros exigibles bajo el paraguas del Pacto Verde y con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática. Un acuerdo de enero de 2024 entre el Parlamento Europeo y el Consejo sobre una propuesta de la Comisión avanza hacia la obligación de que se garantice que, en instalaciones de más de 150.000 habitantes equivalentes (Zaragoza lo supera), se garantice la aplicación de un tratamiento terciario -nitrógeno y fósforo-. Si se mantiene como está, debería aplicarlo la EDAR en 2033, y los actuales procesos que se llevan a cabo en la depuradora de La Cartuja no permitirán dar respuesta y se requerirán "cuantiosas inversiones" para remodelarla. 

Los servicios técnicos municipales están elaborando alternativas, para saber si se puede solucionar con ampliaciones o si se requiere la renovación total. El Plan Nacional de depuración, saneamiento, eficiencia, ahorro y reutilización, el Plan DSEAR, que busca dar una respuesta integral desde la nueva política del agua contribuyendo a la gestión sostenible de la depuración y el saneamiento, podría ser la solución. Y es que una nueva EDAR podría costar más de 100 millones de euros. La actual, de hecho, ya los superó, y han pasado 31 años. 

Al acuerdo que la capital pueda alcanzar con el Gobierno de Aragón, al que los zaragozanos pagan el Impuesto medioambiental sobre las aguas residuales (IMAR), el sustituto del ICA, se suma la necesidad de reclamar fondos al Gobierno de España que, como recuerda el concejal de Urbanismo, Víctor Serrano, ha pagado las instalaciones en otras ciudades. La existencia de fondos europeos que priman, entre otros aspectos, el respeto al medio ambiente podría ser otro aliciente. La búsqueda de soluciones para la EDAR de La Cartuja se prevé larga, y no ha hecho más que empezar. 

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