El Ciclón inicia una nueva andadura para recuperar la elegancia del pasaje de Zaragoza

El grupo Barbarie está al frente del proyecto, cuya reapertura tendrá lugar la semana que viene.

El Ciclón aspira a recuperar la elegancia del pasaje.
El Ciclón aspira a recuperar la elegancia del pasaje.
A. T.

El restaurante El Ciclón inicia la semana que viene una nueva andadura -la reapertura está prevista para el jueves 4 de abril- con la intención de consolidar definitivamente un proyecto gastronómico en este espacio emblemático de Zaragoza, el pasaje de la Industria y el Comercio, más conocido como pasaje del Ciclón por la tienda de juguetes que hubo allí durante más de cien años.

El grupo Barbarie, que dirige los gastrobares Sophia e Yves de Zaragoza, ha asumido el reto. Al frente están Jorge Lahuerta, como responsable de la logística del negocio y de la sala, y Javier Pelligero, dirigiendo el equipo de cocina. “Nos hemos enamorado del proyecto porque la propiedad nos ha trasladado la ilusión de poner en valor la elegancia y la historia del pasaje donde nos encontramos”.

Así describe Jorge la buena sintonía que ha habido para llegar a un acuerdo que busca darle una nueva vida a El Ciclón. El grupo La Bellota lo ha intentado recientemente y antes pasaron Guian Catering, El Molino de San Lázaro y algún proyecto más.

Jorge Lahuerta y el nuevo espacio de La Vermutería.
Jorge Lahuerta y el nuevo espacio de La Vermutería.
A. T.

“Nuestra intención es convertirnos en un local de referencia por historia y localización, y para ello queremos ofrecer una propuesta gastronómica de un nivel alto”, prosigue. El modelo que se va a poner en marcha es el de un restaurante de corte clásico pero con un punto actualizado y juvenil, una casa de comidas “donde la clientela va a encontrar guisos tradicionales y se va a exaltar el producto de cercanía y de temporada buscando la excelencia”.

En el nuevo Ciclón se le va a dar mucho protagonismo al servicio en sala, con terminaciones delante del cliente como el trinchado de pescados y carnes, o la presencia de carros de postres y de quesos. La carta no va a ser muy amplia e incluirá recetas como callos de ternera con cocochas de bacalao o guiso de caracoles. En cuanto a la carne, el ternasco de Aragón va a estar muy presente y, sobre todo, la brasa. A su alrededor va a girar buena parte del recetario, como los mejores pescados que ofrezca el mercado cada día, además de marisco.

El torrezno y el queso cheddar que se ofrecen en La Vermutería.
El torrezno y el queso cheddar que se ofrecen en La Vermutería.
A. T.

Desde hace un mes, distintos gremios están trabajando en el nuevo Ciclón, aunque en la parte estética no va a haber grandes cambios. “Tendrá nuestro estilo en pequeños detalles -explica Jorge Lahuerta-, pero lo más espectacular va a ser la cava de vinos acristalada que los clientes se encontrarán nada más entrar”. Precisamente, la intención es poner el foco en una gran selección de vinos, sobre todo de Aragón.

Al margen del restaurante, el nuevo proyecto tiene un espacio del que ya se puede disfrutar. Se trata de La Vermutería, que se encuentra en el mismo pasaje pero justo enfrente de El Ciclón. Ya está abierta y en ella se ofrecen pocos productos pero de mucha calidad. Es el caso de los vinagrillos, las anchoas desovadas a mano, el mollete de panceta ibérica a baja temperatura, un queso cheddar envejecido durante 36 meses o un torrezno diferente, más ancho, que se termina al horno y transmite una sensación de gran equilibrio en boca.

La Vermutería da servicio a las 18 mesas que hay en la plaza del Pilar, mientras que el restaurante va a contar con 20 mesas exteriores en la zona del pasaje. Y en el interior, capacidad para 130 comensales, así que el grupo Barbarie lo va a tener que hacer muy bien para darle vida a un establecimiento de estas dimensiones.

El pasaje del Comercio y de la Industria se construyó entre los años 1882 y 1883 conforme al proyecto encargado por el Marqués de Ayerbe al insigne arquitecto Fernando de Yarza, que le confirió un estilo propio de las corrientes arquitectónicas de la Francia de finales del siglo XIX.

Fueron las primeras galerías comerciales de la capital aragonesa, construidas a imagen y semejanza de los grandes pasajes de las principales ciudades europeas. En ellas se instaló el antiguo bazar 'El Ciclón', que posteriormente le prestó su nombre a este lugar, y cuyas letras originales -que colgaban en lo alto de los pasillos del pasaje- fueron encontradas en los sótanos del edificio y han presidido el frontal de este restaurante que, aunque aún tiene mucho que contar, ya forma parte de la historia de Zaragoza.

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