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Dos collejas mal encajadas fueron el detonante de un crimen en San José

Al agresor le sentó mal la reacción de la víctima y dos horas después lo mató de un golpe con un ladrillo en la cabeza.  

El acusado, al fondo de la barra, minutos antes de cometer el crimen.
El acusado, al fondo de la barra, minutos antes de cometer el crimen.
Heraldo

Javier L. L. y Sergio C. A. se conocían como vecinos del barrio de San José por frecuentar los mismos bares. El 6 de septiembre de 2022, sobre las 18.30, coincidieron en un establecimiento de la calle de Monasterio de Poblet del barrio de San José de Zaragoza. Sergio C. estaba  con otro cliente tomando algo en la barra y Javier L. entró y los saludó de manera amistosa.

En un momento dado y sin ninguna motivación ­-según contaría luego la persona que estaba con ellos-, Javier, de 51 años, dio unos golpes "flojos" con la palma de la mano en la nuca a Sergio, entonces de 47, lo que motivó el enfado de este, que reaccionó devolviéndole las dos collejas, pero más fuertes y, seguidamente, empujó a Javier hacia la puerta del bar en un ademán de expulsarlo. 

"Te has pasado, no te hecho ni lo mínimo, no te dirigiré la palabra en la puta vida", respondió Javier L. dolido mientras se marchaba del local. El testigo dijo después a la Policía que le preocupó la mirada que este último lanzó a Sergio, pues sabía que Javi, como lo llamaba, es una persona con mucha ira contendida porque desde pequeño “la gente se ha portado muy mal con él” y sus reacciones son violentas. Añadió que, aún así, reprochó a Sergio, que iba bebido, su reacción desproporcionada y. como no quiso seguir en su compañía, también se fue del bar. 

El agresor usó como arma un ladrillo que metió en una bolsa de plástico, junto con una lata de cerveza vacía, que luego recuperó la Policía.
El agresor usó como arma este ladrillo que metió en una bolsa de plástico, junto con una lata de cerveza vacía. La Policía recuperó después la bolsa en una papelera.
Heraldo

Su intuición no iba mal encaminada y apenas dos horas después Javier L. ejecutaba su venganza de la peor manera posible. Cuando Sergio C. A. estaba hablando con otro vecino del barrio en la esquina de las calles de Juana Ibarbourou y Monasterio de Poblet, se le acercó por la espalda y, sin mediar palabra y de forma sorpresiva, según los testigos, le golpeó en la cabeza con una bolsa de plástico en la que había metido un ladrillo de una obra próxima.

Sergio C. cayó al suelo desplomado e inconsciente. Una ambulancia lo trasladó al hospital Miguel Servet y quedó ingresado en la unidad de cuidados intensivos con pronóstico muy grave e irreversible. El 27 de septiembre, 21 días después de haber sido atacado, fallecía por las lesiones cerebrales sufridas.

Para entonces Javier L. L. ya estaba en prisión provisional como autor de un delito intentado de homicidio, que luego se transformó en un asesinato consumado por el que la Fiscalía pide ahora 20 años de cárcel. La acusación, ejercida por la abogada Eva María Parra en nombre de la madre y los tres hermanos del fallecido, eleva la pena a 25 años.

Por su parte, la defensa del acusado, Rocío Notivoli, mantiene que su representado padece una discapacidad y su actuación se debió un trastorno mental transitorio por la “repetición del abuso” que reactiva su mente para defenderse de “todo el maltrato recibido desde su infancia”. Alternativamente, plantea que es autor de un delito de homicidio por imprudencia, puesto que no quiso causarle la muerte, y solicita tres años y medio de prisión. 

Según la abogada, el acusado no planeó atacarlo, sino que cuando iba hacia su casa se encontró con Sergio C., que lo insultó diciéndole “muérete subnormal”, algo que le “bloqueó” por el sentimiento de humillación que le causó y le hizo coger una bolsa de un contenedor de obras cercano. Minutos después, volvió a verlo cuando hablaba con un vecino en la esquina de la calle, se acercó y le dijo “Sergio, hijo de puta” y, por “mala suerte” lo golpeó en la cabeza una sola vez y cayó al suelo.

No obstante, contra el acusado pesarán las declaraciones que hizo a la Policía cuando, minutos después de la agresión, se presentó en su casa para detenerlo. 

De forma espontánea dijo a los agentes: “Mirad, conozco a Sergio, la persona con la que he discutido porque me ha saludado de manera no amistosa dándome dos palmadas en la espalda y por eso hemos comenzado a discutir, porque no tenía por qué darme esas dos palmadas. Luego me ha dado una patada en la tripa y ha querido tirarme una butaca blanca del bar. Me he marchado a reflexionar, porque esto lo tengo que solucionar, no puedo permitir que me haga esto y dejarIo así. Y he esperado el momento en el que no me viera la cara, para poder acercarme bien a él, le he dado un mascazo por la espalda, se ha caído al suelo y como he visto que no se movía le he dicho ¡ahí te quedas con el mascazo!”.

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