Un censo humanitario para ofrecer esperanza a los sintecho en Zaragoza

Más de 360 voluntarios y trabajadores de Cruz Roja recorren Zaragoza por la noche, en un proyecto del Ayuntamiento, para conocer cuántas personas duermen en la calle.

Recuento de personas sin hogar en las calles en Zaragoza
Micaela contesta a dos voluntarios que llevaron a cabo el censo en Zaragoza
Oliver Duch

Entre la estación intermodal del Portillo y la glorieta del padre Juan Bonal de Zaragoza hay al menos ocho personas durmiendo en la calle en una noche cualquiera como la de este martes. Es el resultado del recorrido durante un par de horas de uno de los 48 grupos de técnicos de Cruz Roja y voluntarios, nada menos que 363, que rastrearon exhaustivamente las 15 zonas en las que se dividió la ciudad para contabilizar cuántas personas pernoctan al raso.

Es una actividad que desde 2010 viene haciendo cada dos años la organización no gubernamental. La novedad es que se trata de un recuento piloto que asume el Ayuntamiento dentro de un programa nacional financiado con fondos europeos Next Generation y que se lleva a cabo en otras grandes ciudades del país.

El espacio de Caixaforum iluminado de azul lleva a pensar en la decoración navideña que se avecina. A poco más de un centenar de metros Mustafá, en los alrededores de la intermodal del Portillo, vive desde hace un año en una tienda de campaña y su mejor compañero desde hace seis meses es su perro Max, al que le ha fabricado una caseta. Cuenta que llegó del norte de Marruecos hace 35 años y que "por errores" de la vida perdió la relación con su mujer y su hijo y ha acabado en la calle tras vivir en varias habitaciones.

"Muchas de las personas que nos vamos a encontrar estaban ya aquí el año pasado, son fijos, pero acaban siendo invisibles para una gran parte de la población", cuenta María José Gómez Poyato, trabajadora social y profesora de la Universidad de Zaragoza que se encarga de coordinar las entrevistas que se hacen para conocer los perfiles de este colectivo.

Micaela, de origen rumano y de 51 años, duerme sobre un colchón y rodeada de sus mantas en uno de los recovecos de la estación. Recuerda con una sonrisa que formó parte del reparto de la obra ‘Nadie espera a Godot’ interpretada por personas en riesgo de exclusión y sin hogar del proyecto Caídos del cielo.

Otro de sus vecinos es Abdulai, de Guinea-Bisáu, que se protege en el extremo de un solar en una caseta. Tiene 38 años y lleva desde los 25 residiendo en Zaragoza, los dos últimos años a la intemperie tras quedarse sin trabajo de albañil y tener que dejar el piso que compartía. Sueña con volver a una obra aunque le preocupa que le han robado la cartera con su documentación: "Tendré que irme a Madrid para hacerme el pasaporte si me sale algo". Sus historias no quedarán reflejadas en este censo nacional, pero seguro que perdurarán en la memoria de los voluntarios que las escucharon. Una más fue la consejera de Políticas Sociales del Ayuntamiento zaragozano, Marian Orós, que quiso vivir esta experiencia.

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