Ganadería extensiva y aves carroñeras: una alianza milenaria que llega al municipio zaragozano de Tosos

Este programa es pionero en la zona del Sistema Ibérico zaragozano y busca recuperar el hábitat natural alimentario de especies necrófagas.

Proyecto para recuperar el hábitat natural alimentario de especies necrófagas
Proyecto para recuperar el hábitat natural alimentario de especies necrófagas
E. P.

Desde la aparición de la ganadería extensiva hace miles de años, las aves carroñeras se alimentaban de estos cadáveres y eliminaban sus restos orgánicos. Ahora, un proyecto en Tosos recupera esta alianza milenaria que se había perdido, gracias a la colaboración de dos ganaderos de este municipio zaragozano.

Como ha informado la asociación Acobija Conservación en una nota de prensa, esta iniciativa se llevará a cabo en una zona especial para la alimentación de estas especies e involucrará a estas dos cabañas de ovejas de rasa aragonesa.

Concretamente, el punto de depósito de animales se ubica en la Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) del río Huerva y Las Planas dentro de la Red Natura 2000, en una parcela propiedad del Ayuntamiento de Tosos, que ha cedido el terreno a las explotaciones ganaderas autorizadas.

El programa es pionero en la zona del Sistema Ibérico zaragozano y busca recuperar el hábitat natural alimentario de especies necrófagas, es decir, aquellas que se alimentan de cadáveres, como el alimoche, el milano real, el quebrantahuesos, el águila real o el buitre leonado.

El proyecto 'Pequeñas Aves Necrófagas para la Biodiversidad' tiene interés prioritario por el alimoche y el milano real, ambas especies migratorias muy vinculadas a Aragón, que alberga el mayor número de parejas reproductoras de alimoche común de Europa y la segunda mayor población de milano real invernante, por detrás de Castilla-León.

Desde la asociación, señalan que resulta necesario informar a los ganaderos y técnicos del sector acerca del uso de las zonas de protección para la alimentación de especies necrófagas de interés comunitario (Zpaen), dado que resulta “un modelo altamente beneficioso en términos ambientales y ofrece beneficios económicos a los ganaderos autorizados dada la supresión de los costes derivados de las retirada de cadáveres”.

La recuperación de una simbiosis desaparecida

La ganadería extensiva crea conexiones ecosistémicas entre esta actividad y la fauna silvestre, como la alimentación de las aves carroñeras, que eliminan los restos orgánicos del medio, evitando la propagación de enfermedades y acelerando los procesos de retorno de nutrientes al sistema.

Como defiende la asociación, “las especies carroñeras contribuyen al mantenimiento de la salud planetaria y reducen los costes económicos y ambientales derivados del transporte y quema de cadáveres”, pero debido a la destrucción de los hábitats, la mecanización de campo, la intensificación de la agricultura y la persecución directa, las poblaciones de aves necrófagas se han visto seriamente mermadas.

Pero la principal causa que ha afectado a sus poblaciones es la falta de carroña disponible unida a la regresión de la ganadería extensiva, apuntan desde Acobija Conservación.

Además, debido a la aparición de enfermedades como las Encefalopatías Espongiformes Transmisibles (EET), Europa impuso medidas sanitarias estrictas que incluían la prohibición de dejar cadáveres y restos de ganado en el campo.

Todo esto propició un cambio en los patrones alimentarios de la aves necrófagas, presentes en muladares, granjas y basureros, mientras perdían el “compartimento natural para la búsqueda de alimento que les permite prospectar, durante horas, extensas áreas en busca de alimento el cual aparece de manera impredecible y dispersa”.

La entidad conservacionista recuerda que además de la alimentación de las especies carroñeras, la ganadería extensiva ofrece una gran multitud de servicios ecosistémicos, es decir, los que la naturaleza brinda “de forma gratuita al ser humano y que contribuyen a su bienestar”.

Son por ejemplo la dispersión de semillas, la prevención de incendios realizando un desbroce de material potencialmente inflamable a la que se une la vigilancia de los pastores, la fertilización del suelo debido a la incorporación de materia orgánica proveniente de las heces de los animales y la ayuda a la polinización.

Esta iniciativa de Acobija cuenta con el apoyo financiero de Repsol, dentro del plan de medidas complementarias definidas en las declaraciones de impacto ambiental de los parques eólicos asociados al clúster Vientos, la autorización de la Dirección General de Medio Natural del Gobierno de Aragón y la colaboración del Ayuntamiento de Tosos, además de la participación de los dos productores locales.

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