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Logran encerrar al joven que les estafó casi medio millón pero no recuperarán su dinero 

El acusado admite en el juicio que engañó a dos cuñados y les prometió un alto interés por aportar capital a un negocio fantasma.

El acusado, durante uno de sus juicios en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante uno de sus juicios en la Audiencia de Zaragoza.
Heraldo

Con tres condenas por estafa a sus espaldas y otro juicio celebrado hace solo unos días pendiente de sentencia, pese a no haber cumplido todavía los cuarenta, Juan Paul Bastiaans Minguillón se ha convertido ya en un viejo conocido tanto de la Policía como de los magistrados de la Audiencia Provincial de Zaragoza. Y fue precisamente allí donde este profesional del engaño volvió a ser juzgado este martes por otro desfalco: en esta ocasión, de casi medio millón de euros.

A diferencia de otras veces, el acusado terminó confesando esta nueva estafa y aceptó una pena de cinco años de prisión. Lo hizo después de que la Fiscalía y la acusación particular, que pedían inicialmente una condena de ocho años, admitieran aplicarle una atenuante por ludopatía, ya que ese parece ser el problema que le arrastra constantemente a los banquillos. El acuerdo evitó el juicio y hará que el estafador pase una larga temporada entre rejas. Sin embargo, para las víctimas –que son cuñados entre ellos– ha sido una victoria agridulce, ya que será casi imposible que recuperen su dinero. Porque si bien la sentencia obliga al encausado a devolvérselo, carece de patrimonio con el que responder.

La conformidad se fraguó en apenas media hora, pero fueron necesarios muchos meses para sentar a JuanPaul Bastiaans ante el tribunal. De hecho, la vista de este martes había tenido que suspenderse varias veces, puesto que el acusado acostumbra a excusar su presencia en los juicios in extremis. Casi siempre por motivos médicos: en concreto, por crisis de ansiedad.

Las dos suspensiones anteriores obligaron a los perjudicados a marcharse a casa sin poder relatar al tribunal cómo fueron embaucados por el investigado, hasta el punto de confiarle elevadas sumas de dinero. A uno y otro les convenció de que dirigía un importante negocio internacional por el que proveía de distintos productos y mercancías a destacados clientes: el Corte Inglés, el Banco de Santander, Lidl... Pero como ahora se ha constatado, el acusado no tenía relación con ninguna de estas firmas y el suyo era simplemente un negocio fantasma.

Para hacerse con el dinero de las víctimas, les prometía rentabilidades de hasta el 17% en cuatro meses. Y como prueba de que su inversión era segura, cada cierto tiempo les entregaba una cantidad en concepto de intereses. Lo que ignoraban los confiados inversores es que su dinero no había generado rentabilidad alguna, porque Juan Paul Bastiaans se había apropiado de él. De hecho, las sumas que hacía llegar a los perjudicados procedían de sus propias entregas.

El que tampoco recuperará 24.745 euros es el taxista zaragozano que tuvo también la mala suerte de cruzarse un día con el estafador. Dijo que no llevaba dinero para pagarle la carrera y quedó con él al día siguiente. Tras saldar la deuda, en "agradecimiento", ofreció también al conductor participar de una interesante inversión. Le creyó, pero tampoco volverá a ver sus ahorros, porque este delito ha prescrito.

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