Un estafador reincidente niega que engañara a un cliente, pero alega ludopatía para justificarse

El acusado ya tiene tres condenas a sus espaldas por negocios que propuso a amigos y que resultaron ser timos.

El acusado, Jean Paul Bastiaans, ayer, durante el juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado, Jean Paul Bastiaans, ayer, durante el juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Heraldo

Tras tres intentos fallidos, el zaragozano Jean Paul Bastiaans fue juzgado ayer por fin en la Audiencia Provincial por un nuevo delito de estafa. No era la primera vez que se sentaba en el banquillo de los acusados, de hecho ya tiene tres condenas a sus espaldas por unos hechos muy similares a los que se dirimieron en la sala. No obstante, en esta ocasión no se le aplicará la circunstancia agravante de reincidencia, puesto que la presunta estafa juzgada ayer se cometió en 2015, antes de las otras por las que ya ha sido condenado.

Como las anteriores, la acusación es fruto de la denuncia de un conocido que decidió entregarle dinero en metálico para invertir en sus negocios y obtener una alta rentabilidad sin riesgo. En total y en diferentes pagos, le dio 138.042 euros, de los que ha recuperado unos 60.000.

El denunciante, Rubén M., declaró que entró en contacto con Jean Paul Bastiaans en una reunión de amigos y conseguir suculentos beneficios mensuales. Le explicó que tenía numerosos contactos, derivados de relaciones familiares por ser hijo de quien había sido cónsul de Eslovaquia en Zaragoza, y así como relaciones políticas, que facilitaban su inversión en el extranjero. Llegó a mostrarle una oficina, documentos y proyectos y le dijo que trabajaba con clientes como el Corte Inglés es o el Banco de Santander. 

Ante tales credenciales, invirtió. Sin embargo, se quedó con todo el dinero, como recordó su abogado, José María Viladés, que pide una condena de 5 años de cárcel. Jean Paul Bastiaans negó que fuera un engaño el negocio, aludió a problemas de gestión –«no lo supe hacer bien», dijo– e insistió en que su intención es devolvérselo todo. «Lamento muchísimo esta situación, pero no le he engañado», manifestó. Su abogado, Carlos Espasa, mantuvo la misma tesis y, además, pidió que se aplique a su cliente la eximente completa de trastorno mental por ludopatía.

La forense que lo examinó dijo que tiene afectada su capacidad volitiva, precisamente por la adicción al juego. La psiquiatra que lo trata en la Seguridad Social manifestó que «nunca había visto» que alguien gastara tanto dinero en juego como él y tanto «descontrol» en su comportamiento. 

Todo esto lo atribuyó a las muertes de su padre en 2014 y su abuelo y a una ruptura sentimental. Señaló que cuando llegó a su consulta tenía depresión, ansiedad y sentimiento de culpa. «Asumió las empresas familiares sin tener formación, no tenía ningún control externo y se refugió en el juego», detalló. La fiscal solicita dos años de cárcel con la atenuante de ludopatía. 

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