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La bajada de las compuertas de La Parada de Used cierra un año de cosecha "catastrófica"

Conchita López se ha convertido en la primera mujer que se encarama a la presa para portar los husillos ante 50 espectadores.

Bajada de las compuertas de La Parada de Used.
Bajada de las compuertas de La Parada de Used.
MACIPE

La Parada de Used ha visto como este martes por la mañana se bajaban sus compuertas para que, si hay suerte, se embalse el agua que baja por barrancos y arroyos desde la cercana sierra de Santa Cruz, lo que permitirá la siembra en unas 94 hectáreas de la laguna de La Zaida y que ese caudal se dirija hacia el humedal de Gallocanta.

En esta ocasión, tocaba realizar el cierre de las dos grandes planchas de hierro. Lo que permanece invariable es la fecha: tanto la apertura como la clausura, que suele hacerse en años alternos, siempre es el 15 de agosto.

"Se abren y cierran (las compuertas) siempre y cuando se coja cosecha. Ahora estarán cerradas hasta que se coja cosecha. Si por una razón, si se embalsa agua por los caminos y la siembra se perdiese, que no es la primera vez, hasta que no se coge cosecha no se vuelven a abrir", detalla Tomás Martínez, presidente de la junta rectora que regula este sistema, del que ya hay constancia.

Para hacerlo este año, se han encaramado a la pala que les aúpa para poner los husillos con los que poner en marcha el sistema dos habituales en estas lides, como Carlos García y Andrés Ripollés, de 65 años, y, por primera vez una mujer: Conchita López, a la que ha acompañado su hijo, Víctor Soler. "Mis padres son de aquí, pero se marcharon siendo jóvenes y no teníamos relación con la junta. Pero he preguntado si podía hacerlo, porque me apetecía y no hay nada que lo prohíba", remarcaba. En este sentido, reconocía que siempre lo había visto y quería participar.

Los cuatro han conseguido que las piezas metálicas estuvieran cerradas en a penas 10 minutos, cuando ya se dejaban sentir los 20º de temperatura, en un día totalmente despejado y con un ligero viento que los hacía más llevaderos. Según García, agricultor e integrante de la junta, este año llega porque están "deseando que llueva" ya que esta campaña ha sido "catastrófica". "Esperemos que no se repita", recalcaba. Para Víctor Campillo, teniente de alcalde y agricultor, es un año "nefasto".

"Peor imposible, ni si se hace a posta sale tan mal: una sequía impresionante, llovió muy tarde, nacieron malas hierbas y nació algo de cosecha más tarde y no acabó de granar", describía, mirando de reojo a algunas fincas cercanas sin segar y otras de raquíticos girasoles. "Este año habremos cogido un 10 o un 15% de lo que es habitual", remarca. En este sentido, Martínez, reconoce que "pocos años se ha quedado (La Zaida) totalmente seca", aunque también puntualiza que "ha habido veces que hemos tenido agua dos años seguidos y no se ha podido sembrar". "Cada año es distinto", indica.

Como viene siendo habitual de unos años a esta parte, la cita ha pasado de que "vinieran las personas que lo hacían y ya a "todo un acontecimiento social". Matilde Abanto, de 83 años recordaba que no se acercaba al acto "desde hace mucho tiempo". "Hoy me ha apetecido venir y me ha traído mi hijo", explicaba ella, que en su tiempo llegó a formar parte de la junta. Para redondear la mañana y dar energías para los que habían ido a pie, se repartió el ya habitual moscatel con pastas.

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