un mes del 6 de julio

Parque Venecia urge soluciones tras una tormenta que puso en jaque toda la ciudad

Los vecinos exigen que se limpien los aliviaderos del barranco de la Muerte para evitar un peligro mayor. Piden a las instituciones que trabajen coordinadas para proteger el barrio. 

José Antonio Andrés y Ana López, de la asociación de vecinos de Parque Venecia, y Noemí Corbatón y Juanjo Carracedo, del Ampa del María Zambrano, junto a uno de los aliviaderos del barranco de la Muerte que todavía no ha sido limpiado.
José Antonio Andrés y Ana López, de la asociación de vecinos de Parque Venecia, y Noemí Corbatón y Juanjo Carracedo, del Ampa del María Zambrano, junto a uno de los aliviaderos del barranco de la Muerte que todavía no ha sido limpiado.
Francisco Jiménez

Parque Venecia. Epicentro de la riada que hace hoy exactamente un mes sobrecogió a toda Zaragoza. Nadie había previsto que la tormenta que parecía que iba a caer aquella tarde haría de tal manera mella en la ciudad. Y especialmente en los vecinos de ese joven barrio. Las imágenes de los vehículos navegando a la deriva con sus conductores colgados del capó luchando por no caerse sobrecogen. Pero los que jamás podrán borrarlas de su memoria son quienes recorren cada día ese tramo del Tercer Cinturón o residen en alguna de las zonas que quedó anegada por las lluvias torrenciales. Los vecinos exigen una solución global y coordinada que garantice su seguridad y que se limpien los aliviaderos del barranco de la Muerte, por donde bajó el agua y que siguen llenos de barro un mes después aumentando los riesgos. 

Parece que sí, pero la capital aragonesa no ha recuperado todavía la normalidad. Tampoco el resto de municipios afectados, ni las empresas que tuvieron que parar su actividad por los daños que sufrieron sus instalaciones. El Ayuntamiento trabaja para recuperar la actividad en la escuela infantil de La Paz o el campo de fútbol de Valdefierro, inutilizado por la caída de un muro. El supermercado Lidl ubicado en la avenida de la Policía Local, uno de los símbolos de lo ocurrido, continúa cerrado y su reapertura no se espera hasta dentro de varios meses, quizá nunca si la compañía opta por clausurar la tienda de forma definitiva. 

Quienes desde sus ventanas pudieron contemplar lo que estaba ocurriendo en ese punto de la ciudad narraban a HERALDO cómo la fuerza del agua había hecho salir del establecimiento decenas de productos. Buena parte de las estanterías se vinieron abajo y lo que había sobre ellas flotaba a merced de la corriente. Lo mismo que se veía en el colegio María Zambrano, ubicado justo enfrente, al lado del cuartel de la Policía. Reventó la puerta trasera que daba al patio y el agua devoró sillas, mesas y demás material educativo. 

La historia podría ser ahora otra si la tormenta se hubiera desatado en horario lectivo. Lo saben bien las familias afectadas, para las que los nubarrones nunca fueron tanto como hasta ahora símbolo de mal presagio. No quieren seguir conteniendo la respiración cada vez que escuchen el sonido de un trueno. Y por ello exigen medidas y que todas las instituciones implicadas se pongan de acuerdo para sacar adelante un plan de actuación conjunto que sea capaz de proteger el barrio y toda la ciudad. 

La presidenta de la Asociación de Madres y Padres, Noemí Corbatón, del centro educativo, observa cómo los operarios trabajan a destajo en rehabilitar las instalaciones y construir, tal y como ordenó el Gobierno de Aragón, un muro perimetral -que tiene que bordear la gigantesca torre de alta tensión que se encuentra junto al patio de recreo- que pueda disminuir los daños en caso de que un fenómeno meteorológico como el de aquel día, cuando cayeron 54 litros por metro cuadrado en una hora, se vuelva a repetir. También se modificará el plan de emergencias del centro para contemplar una evacuación rápida ante estas circunstancias. 

Junto a Corbatón se encuentra el presidente de la asociación de vecinos de Parque Venecia, José Antonio Andrés. Ambos están entre el María Zambrano y el barranco de la Muerte, donde se generó la riada, observando los restos de polvo y barro que hay a su alrededor. "Las actuaciones en el barranco protegen al colegio y a todo el barrio, se debe trabajar desde una perspectiva global y de forma coordinada", resume la presidenta del Ampa. La DGA y el Ayuntamiento de Zaragoza están trabajando en sus respectivos informes que deberán determinar si la actual ubicación del colegio es segura o si sería preferible volverlo a construir en otro emplazamiento. 

Hacen hincapié en el estado de los aliviaderos, que fueron insuficientes para retener el agua en aquel momento pero que, en las circunstancias que están ahora, colapsarían ante una tormenta mucho menor. Cubiertos de barro y con la mitad de profundidad que deberían tener, para los vecinos son una muestra de que las instituciones no se están implicando lo suficiente. "Estando así la inundación que se produjera ahora sería tres veces peor", lamentan. 

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