San Juan de los Labradores de Calatayud, una seguridad social en plena Edad Media

Esta cofradía bilbilitana que gestionó un hospital hasta 1962 verá resumida la historia en un libro del investigador Jesús Gil

Representantes de las familias y de la junta directiva de la Cofradía, en la sala capitular de la sede durante la asamblea general de 2018
Representantes de las familias y de la junta directiva de la Cofradía, en la sala capitular de la sede durante la asamblea general de 2018
MACIPE

Tener una ayuda en caso de enfermedad o que la familia no se quedase sin sustento en caso de fallecimiento. Lo que hoy es algo normal, no lo era en la Edad Media. Sin embargo, una entidad de Calatayud fue precursora de lo que en la actualidad se tomaría por una mutua o incluso del propio sistema de la Seguridad Social. Se trata de la Cofradía y Hospital de San Juan de los Labradores, de cuya historia hay constancia documental fehaciente desde 1408, pero cuyos responsables la remontan hasta el momento de la conquista de la ciudad por Alfonso I el Batallador, en 1120. Para que ese legado perviva, el investigador del Centro de Estudios Bilbilitanos, Jesús Gil Alejandre, ha elaborado un libro que se presenta mañana sábado en la sala de plaza Costa.

"Es increíble que aquello que crearon 100 familias como un sistema de protección en caso de enfermedad de algún miembro o por fallecimiento para que no faltase el sustento a ningún socio, haya sobrevivido desde el siglo XII hasta hoy", sentencia Pascual Herrer, presidente de esta entidad desde hace más de dos décadas y cuya familia es una de las fundadoras.

Bajo el título 'La Cofradía y Hospital de San Juan de los Labradores', a lo largo de casi 400 páginas, Gil narra, ordena y desgrana todo alrededor de esta entidad, a excepción de su fecha de nacimiento exacta, que sigue siendo un enigma por resolver, aunque la tradición oral interna lo lleva hasta la reconquista en plena Edad Media. "En 1962 dejó de funcionar el hospital que, además de atender a los cofrades también recogía a personas sin recursos. Las funciones no son las mismas, pero permanece el sentimiento de unión", remarca Herrer.

"Llama la atención que diera trabajo a tantas personas, hasta 15 oficios; y cuenta con un patrimonio muy rico", valora Gil, que ha estado más de tres años investigando. En su labor, ha podido recopilar datos de las estancias de los pacientes, constatando que "se daban más comidas y de más calidad que en otros hospitales" y hace hincapié en el sistema de protección que incluía también a mujeres y viudas de los socios, "algo poco habitual".

Antiguamente, además de la atención médica, dietas y medicamentos, también se hacían cargo de las necesidades espirituales, como organizar los entierros y pagar las misas por el alma de los fallecidos. En la actualidad, Herrer asume que sobre sus hombros está "la obligación de que no desaparezca" y para ello llevan años trabajando: en 2017 se acordó la cesión de los fondos documentales al Archivo Municipal, el historiador José Luis Cortés catalogó su sede y sus bienes y en 2016 actualizaron sus estatutos para dar plenos derechos a las mujeres.

"Necesitábamos este libro, para nosotros es muy importante", subraya Herrer, que reconoce que la entidad, aunque cuenta con cerca de 400 cofrades, necesita del apoyo institucional para restaurar y rehabilitar su sede. "El edificio fue donado en 1445 y conserva prácticamente todo el mobiliario original. Se ha ido actuando, pero el mantenimiento requiere de más ayuda", asume.

Gil, por su parte, destaca el esfuerzo que han realizado los responsables de la institución en encontrar los documentos que certifiquen la fecha exacta de fundación, pero que han sido infructuosos. "Hubo viajes a Madrid, a la Corte, y al Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona, hace siglos, para buscarlos, pero no pudieron dar con ellos", relata. Sí que hay constancia de una escritura de compraventa, de 1408, por lo que su origen sí que se sabe que es anterior a dicha fecha.

También destaca el investigador la activa "función social" de la sede de la cofradía, que "siempre ha estado abierta al barrio". "Fue colegio en dos épocas, lugar de catequesis, además de hospital y, durante la Guerra Civil, refugio", recuerda. Al mismo tiempo, incide en esa labor de amparo y solidaridad que perdura en los estatutos de la fundación hasta la actualidad.

Por su parte, Herrer anticipa que quieren lanzarse al ámbito digital y contar con una página web propia para acercar todo su patrimonio a la sociedad y contar lo que hicieron sus antepasados. Al mismo tiempo, explica que están abiertos a que lleguen más miembros colaborando para acreditar su pertenencia. De los apellidos fundadores, entre los que estaban los Sobrarbe, Destrilla, Grañén, Sediles, Orera, Villafranca o Gasca, solo quedan Herrer, Moros y Torcal.

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