50 taxistas solidarios acercan la luz de las fiestas a los más vulnerables

El proyecto Taxiluz aterrizaba este martes en el centro de Zaragoza por segunda vez consecutiva con un recorrido de algo más de una hora por las calles iluminadas de la ciudad.

La taxista Pilar Hinojosa con Conchi, Aurora y Almudena
La taxista Pilar Hinojosa con Conchi, Aurora y Almudena
Camino Ivars

Las de la noche del martes han sido las carreras más especiales del año para muchos de los más de 50 taxistas que han querido participar en la segunda edición de Taxiluz, iniciativa promovida por el colectivo de taxistas solidarios Caravana Verde que surgió en la capital aragonesa durante la pandemia. “Comenzamos en marzo de 2020 acercándonos a las 20.00 cada día a aplaudir a los trabajadores de los centros hospitalarios, pero pronto nos dimos cuenta de que había muchos más colectivos involucrados en la lucha contra la pandemia”, recuerda Luis Adame, portavoz de la Plataforma Solidaria y Cultural de Taxi de Zaragoza, Caravana Verde.

Poco a poco comenzaron a sumarse los taxis libres, en forma de caravana, recorriendo las por aquel entonces vacías calles de Zaragoza con el objetivo de hacer llegar esta luz verde esperanza hasta todos los rincones de la ciudad. “Durante meses repartimos alimentos, juguetes, medicamentos y material escolar para niños. Íbamos donde podíamos servir de algo”, asegura el turolense.

El proyecto Taxiluz aterrizaba este martes el centro de Zaragoza por segunda vez consecutiva con un recorrido de algo más de una hora por las calles iluminadas de la ciudad.

Cuando los peores momentos de la pandemia habían quedado atrás, se dieron cuenta que esta necesidad de esperanza seguía existiendo, así que, ¿qué mejor que continuar con su labor solidaria?: “Nuestro objetivo es traer la felicidad a los colectivos más vulnerables de la ciudad. Queremos ser algo más que los taxistas”.

Usuarios de la caravana de taxis solidarios, felices de poder disfrutar de las luces navideñas
Usuarios de la caravana de taxis solidarios, felices de poder disfrutar de las luces navideñas
Camino Ivars

Cuando son las 18.00 en el parking de Macanaz todo está predispuesto para que comience la aventura. Medio centenar de taxis – el año pasado, por la pandemia, tan solo fueron 20- todos ellos decorados con espumillón, luces de Navidad, lazos y brillantina, con conductores ataviados con gorros de Papa Noel y gafas de colores, se preparan para comenzar su carrera más solidaria. Durante el transcurso de la ruta, decenas de personas se paran por la calle para grabar la vistosa caravana mientras saludan a los ocupantes de los vehículos que discurren por las iluminadas calles a ritmo de villancicos.

También hay varias ambulancias y efectivos de la Policía Local de Zaragoza, encargados de que todo salga perfectamente, no en vano, hoy estos taxis libres -todos con sus luces verdes encendidas, de ahí el nombre de la caravana- son prioritarios por calles tan especiales como la calle Alfonso o el paseo de Independencia. ¿El objetivo? “Seguir acercando la Navidad a los colectivos más vulnerables”, asegura Adame, emocionado por la respuesta de sus compañeros.

Participantes en la Caravana Verde de taxis en Zaragoza
Participantes en la Caravana Verde de taxis en Zaragoza
Camino Ivars

En los vehículos participantes, encontramos a personas mayores que viven en residencias y con movilidad reducida y personas con discapacidad. Entre ellos se encuentran Olga Gaimón, trabajadora social y Raquel Méndez, directora del Centro de día y residencia para personas mayores Santa Ana, ubicado en Utebo y que participa por segundo año consecutivo. Allí atienden a 135 personas. “Hemos venido 7 trabajadores y 16 residentes, la mayoría de ellos usuarios sin recursos y sin familia que habitualmente no pueden venir a Zaragoza. Para ellos disfrutar de la Navidad y ser escoltados por la policía es algo muy emocionante. Solo tienen palabras bonitas”, admite Méndez.

“Es algo mágico”

En el taxi 1.737, Pilar Hinojosa, su conductora, se prepara para participar en su primera caravana. No será la última. “Me parece una idea grandiosa acercar las luces de navidad a la gente que de otra manera no podría verlas”. En la parte trasera del taxi encontramos a Conchita Lagrén (63), que asegura sentirse “muy feliz, porque yo sola no puedo venir aquí. Es precioso, me llevan como una reina”. Junto a ella, Aurora Cantero (59), afirma que llevaba 9 años sin ver las luces de Navidad. “Es muy emocionante, no poder verlo por estar incapacitada… es complicado”, añade. “No tengo palabras, es algo mágico”, concluye Almudena Cortés (33).

Olga Gaimón, trabajadora social y Raquel Méndez, directora del Centro del día y residencia para mayores Santa Ana
Olga Gaimón, trabajadora social y Raquel Méndez, directora del Centro del día y residencia para mayores Santa Ana
Camino Ivars

Nos colamos en el taxi número 82, que conduce la zaragozana María Ángeles Romero desde hace 11 años y en el que los villancicos protagonizan el ambiente. “Me apunté a la caravana verde ya el año pasado porque es una actividad muy emocionante. Es algo que te llena mucho interiormente”, asevera. En la parte trasera Venancio Santamaría (68), nacido en Ciudad Real, y Antonio Marín, natural de Córdoba, de la residencia de Mayores Elías Martínez, de La Paz. “Estamos muy agradecidos de poder ver las luces de la ciudad”, afirma, emocionado.

Una carrera que no tiene precio

En definitiva, personas que, por sí mismas, no podrían disfrutar de las luces de Navidad del centro de la ciudad. En el taxi 898, un vehículo adaptado conducido por Saul Mayor (34 años), hay tres ocupantes de la residencia de Fundación DFA. Una de ellas es Ana Bernad, educadora del centro: “Imagina, para ellos es algo muy emocionante, son personas con una gran limitación de movilidad y en muchos casos sin medios, de otra forma no podrían haber venido a verla”, asegura.

Luis Adame, coordinador de Caravana Verde Zaragoza
Luis Adame, coordinador de Caravana Verde Zaragoza
Camino Ivars

La carrera finalizaba en la plaza de Basilio Paraíso, bajo el gran árbol de Navidad iluminado, para luego proceder a devolver a cada uno de los ocupantes a su lugar de residencia. Una carrera de apenas 60 minutos que, para sus ocupantes ha sido muy emocionante. “En un día como hoy nos sentimos retribuidos por las miradas de emoción y alegría de nuestros ocupantes. Esta carrera no tiene precio”, concluye Adame.

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