Ruta del Tiempo, el proyecto vital de una donostiarra enamorada de Sos del Rey Católico

Loli Ibáñez conoció la villa en los 90. En el 98 abrió una tienda de objetos históricos, y en 2002 compró una casa para alojamiento turístico.

Loli Ibáñez, en el salón de Ruta del Tiempo, su casa rural en Sos del Rey Católico.
Loli Ibáñez, en el salón de Ruta del Tiempo, su casa rural en Sos del Rey Católico.
Heraldo

Antes de visitar Sos del Rey Católico por primera vez, Loli Ibáñez no sabía que allí encontraría su lugar. Pero lo suyo con esta villa medieval zaragozana fue amor a primera vista. "Me enamoró entonces y me sigue enamorando cada día". Esta pasión con la que habla esta donostiarra afincada en las Cinco Villas del que para ella es ya su pueblo es la que trata de transmitir a sus clientes. Tiene una casa rural y una tienda de réplicas de objetos históricos que hace las veces de museo.

Todo empezó en el año 98 cuando Loli, tras haber realizado varias visitas a un familiar que vivía en el pueblo, decidió alquilar un local lejos de la zona turística de Sos para montar una pequeña tienda de objetos históricos. "No quería que fueran los típicos souvenirs". Terminados sus estudios superiores de Historia con la especialidad de Patrimonio Cultural, su plan inicial era mudarse a Madrid para seguir formándose. Pero el encanto de Sos la cautivó y le hizo cambiar de idea. Al principio, abría el establecimiento en verano y el resto del año estaba en San Sebastián, donde realizaba distintos trabajos de su sector. Pero pasó el tiempo y la vida la obligó a tomar una decisión. "Llegó un momento en el que tuve que elegir porque me querían contratar en una de las empresas para las que había trabajado. Otra opción era quedarme en Sos pero para poder vivir de ello tenía que mudarme al centro del pueblo”. Como nadie vendía locales, empezó a buscar casas y terminó comprando una de tres plantas. Tenía claro que en la cero iría la tienda y en la última su propia vivienda. Pero había dos intermedias a las que debía darles uso y decidió habilitar habitaciones para que Ruta del Tiempo fuera también un alojamiento turístico.

Pero no esta no es una casa rural cualquiera. En este establecimiento, hay estancias tematizadas. Dos, las del primer piso, están dedicadas a sendos reyes. Ramiro I es uno de ellos y el otro, Fernando II, el Católico. Su habitación cuenta con piezas de arte de su época, como el tapiz de La Dama y el Unicornio que decora el cabecero de la cama Ramiro I. La segunda planta está dedicada a cuatro continentes: África, Asia, América y Oceanía. “Prepararlo fue muy divertido y ahora disfruto viendo cómo a la gente le gusta. Puse los detalles que a mí me hubiera gustado encontrarme en un sitio como este y eso fue lo que más me costó encontrar”, explica.

Desde que compró la casa, en 2002, hasta que vio la luz como alojamiento, pasaron cinco años. Fue a finales de 2007 cuando Loli tuvo por fin ante ella lo que reconoce como su “proyecto vital”. “Llevo 15 años ya en esto, que para mí no es un negocio sino una forma de vida”, asegura. Al mismo tiempo, complementa este sueño hecho realidad con su trabajo de bibliotecaria para el Ayuntamiento de Sos del Rey Católico. Un espacio en el que, dice, ha encontrado su vocación.

“Abrí en plena crisis de 2008”

Cuando Loli echa la vista atrás el balance que hace de la pandemia no es del todo negativo. Reconoce que su establecimiento notó las consecuencias pero, en su caso, esta dramática situación la cogió en un buen momento. “Abrí la casa en plena crisis de 2008, después de cuatro años trabajando, con todo el desgaste tanto físico como emocional que supone. Aquello fue muy duro porque cuando inviertes tanta energía, al terminar tienes un momento de bajón. Pero luego te recuperas y pienso que si salí de aquello podré salir de cualquier cosa”, asegura.

Este verano, la casa rural Ruta del Tiempo ha tenido huéspedes todos los días y su anfitriona no ha podido librar ni uno solo. La tónica habitual es que sea Loli quien se ocupe de todo, con tareas como la gestión de las reservas o la limpieza de las habitaciones. La mayoría de los clientes llegan desde País Vasco, La Rioja, Madrid y Cataluña. Como lectura positiva de la pandemia, en 2020 este establecimiento recibió a más aragoneses y, sobre todo, vecinos de la provincia de Zaragoza. “Al no poder viajar fuera muchas personas conocieron lo que tenían más cerca”.

Pasados estos meses estivales de mucha actividad, Loli empieza a tomarse un respiro para poder, entre otras cosas, disfrutar de lo que tanto le apasiona. “En Sos he encontrado mi lugar. El pueblo me sigue fascinando, sigo saliendo a callejear y a hacer fotos. Ese es un poco el motivo por el que monto la casa, porque este es un sitio que me parece tan espectacular que estoy encantada de recibir a personas que lo disfruten y se maravillen tanto como yo”.

Para ello no hay más que descolgar el teléfono y ponerse en manos de Loli. Sin dudarlo abrirá las puertas de su casa, de su proyecto y casi de su alma para compartir con los visitantes no solo su alojamiento, sino también su gusto por la Historia y por su querido Sos del Rey Católico. “Como me dijo una vez un cliente, vine de visita y se me fue de las manos”.

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