La Fiscalía pide 6 años y medio de cárcel para un octogenario al que acusa de abusar de una niña

El hombre sufre alzhéimer y dice no recordar nada, pero los forenses aseguran que su deterioro cognitivo era entonces leve.

La Audiencia de Zaragoza sentó ayer en el banquillo de los acusados a Manuel R. R., un octogenario para el que la Fiscalía pide prisión por presuntos abusos deshonestos a una niña de 6 años y por pedir a su hermana pequeña, de solo 3, que le practicara una felación. El hombre padece alzhéimer y asegura que apenas recuerda nada de lo sucedido. De hecho, la única frase con la que contestó a las preguntas del tribunal fue: "Yo creo que no". Pero los forenses que lo reconocieron después de los hechos emitieron un informe en el que decían que entonces se encontraba en "una fase inicial" de la enfermad. De ahí que los magistrados deban determinar ahora dos cosas: primero, si el hombre abusó realmente de las niñas; y de ser así, si lo hizo conscientemente.

Dada la enfermedad del octogenario y la corta edad de las supuestas víctimas –a las que ni siquiera llamaron a declarar–, fueron los testimonios de los testigos los que permitieron rememorar ayer lo sucedido. Según estos, los hechos enjuiciados se produjeron en la madrugada del 1 de abril de 2015 en la vivienda del hijo del acusado. Este hombre y su mujer eran amigos de los padres de las niñas y aquella noche habían quedado las dos familias a cenar.

Cuando terminaron con el postre, los dos matrimonios permanecieron de sobremesa en la cocina. No así el anciano, su nieto (hijo de las dueños de la casa) y las otras dos niñas, que decidieron irse al salón. Transcurrido un tiempo, al niño le entró sueño y se fue a dormir, por lo que dejó a su abuelo solo con las hermanas. Y fue cuando la madre de estas salió a dar vuelta cuando se llevó la desagradable sorpresa.

"Cuando salí, vi que se habían metido en un cuarto. Al asomarme, me encontré con el hombre sentado desnudo de cintura para abajo y con mi hija mayor encima. Corrí enseguida a quitarle a la niña de encima, momento en el que me di cuenta de que le había quitado las bragas", explicó ayer la madre de las menores. Según esta, la pequeña también estaba en la habitación jugando. "Cuando le pregunté después si le había hecho algo, me contó que le había pedido que le chupara la pijita", manifestó la testigo.

El grito de la mujer al contemplar aquella escena puso en alerta a su pareja y al otro matrimonio, que se acercaron enseguida a ver qué pasaba. Pero como reconocieron todos ellos, cuando llegaron el anciano ya se había puesto el pantalón. "Se estaba subiendo la cremallera y abrochando el cinturón", señaló el padre de las niñas.

El hijo del acusado confesó ayer que no pudo asimilar lo que le estaba contando la madre de las pequeñas. "Me puse ciego y empecé a zarandear a mi padre. Me tuvieron que sujetar", recordó. "No sabía qué hacer, así que lo mandé a dormir. Al día siguiente, él me dijo que no era lo que parecía. Pero yo no quise ni escucharle. Ahora reconozco que igual debí hacerlo, porque yo no le vi haciendo nada a las niñas y es verdad que el tenía la costumbre de soltarse el cinturón después de comer", explicó.

Los forenses que vieron al octogenario concluyeron que su deterioro cognitivo era entonces incipiente, por lo que su capacidad volitiva también estaba limitada "solo levemente". Por su parte, las psicólogas que reconocieron a la niña que habría sufrido los abusos declararon que esta dijo no recordar nada. "Dadas sus vagas explicaciones, no podemos decir si los hechos ocurrieron o no. Por fortuna, no presentaba síntomas de estrés postraumático. Pero aunque los abusos se hubieran producido, tampoco tendrían por qué haberle causado dicho trauma".

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