El trabajo de los forenses acostumbra a ser complicado siempre, pero indudablemente la dificultad aumenta cuando a la hora de practicar una autopsia la única parte del cadáver de la que se dispone es la cabeza. Pese a ello, los especialistas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) confían en poder extraer la mayor información posible del pequeño cráneo hallado ayer en el ecovertedero de La Cartuja de cara a guiar a la Guardia Civil en sus pesquisas. Según ha podido saber HERALDO, los forenses querían iniciar su labor a partir de hoy. Y entre las primeras pruebas que tenían pensado practicar figuran las radiológicas.

La Comandancia de Zaragoza adelantó el martes que el bebé podría tener "unos meses", pero concretar la data de su nacimiento, así como su raza y sexo, será una de las tareas del IMLA. Para ello, y a la espera de poder recuperar el tronco del cadáver, que es donde se localizan los órganos vitales, los doctores tendrán que estudiar las fontanelas o celdillas óseas del cerebro.

Generalmente, el cráneo de un recién nacido tiene dos fontanelas:una en la parte superior y otra en la de atrás. Al igual que las suturas, las fontanelas gradualmente se convierten en áreas óseas cerradas y sólidas. La posterior suele cerrarse cuando el bebé tiene entre uno o dos meses, aunque también puede estarlo desde el alumbramiento. Sin embargo, la fontanela anterior (en la parte de arriba de la cabeza) no se termina de cerrar hasta que ha cumplido entre 15 y 21 meses.

Partiendo de esta teoría, al estudiar el cráneo hallado en la cinta transportadora y compararlo con las tablas, los forenses podrán decir si el niño tenía más o menos edad.

Los investigadores de la Guardia Civil necesitan saber también si el bebé estaba o no muerto cuando lo arrojaron a la basura, por lo que la experiencia y pericia de los profesionales del IMLA se antoja decisiva para poner algo más de luz en este caso.