Con Averly y su más que incierto futuro en el candelero, otros edificios históricos de la capital aragonesa buscan mejor fortuna. Es el caso de la Casa Solans, el majestuoso edificio de la margen izquierda que se quedó sin uso después de que la ONU, que lo ocupaba por medio de la Oficina de la Década del Agua, decidiera dejar Zaragoza.

El Ayuntamiento baraja varias posibilidades para el inmueble. La que más opciones tiene en estos momentos es que sea ocupado por el servicio de Zaragoza Incluye, un programa de inserción social para personas en riesgo de exclusión.

El concejal de Economía, Hacienda y Cultura, Fernando Rivarés, explicó este jueves que el servicio no tiene "demasiados trabajadores" y sus usos son "compatibles" con la instalación, ya que requieren de "poco mobiliario" que no entorpecería el espacio interior. "Favorecería el respeto por el valor histórico y artístico y la belleza de la Casa Solans", añadió.

El traslado de Zaragoza Incluye no es definitivo y el Consistorio piensa en otras posibilidades. "Pueden ir recursos municipales de cualquier tipo, siempre que mantengan estrictamente el estado actual del interior, sin mover ningún elemento, porque es una casa musealizada con un valor", indicó Rivarés.

El concejal considera que "se debería permitir, al menos, que el fin de semana sea visitado por la población propia o ajena". Esta es una petición muy demandada por los vecinos del barrio.

El próximo lunes 27, el Consistorio desgranará todas las posibilidades que se contemplan para el edificio en la Junta de Distrito. Los vecinos, según explicó la edil socialista Lola Ranera, cuentan con una serie de ideas que esperan poder trasladar al Ayuntamiento.

Precisamente a raíz de una propuesta ciudadana, en los últimos meses se estudió la posibilidad de porner la Casa Solans en manos de una entidad cultural de ámbito internacional.

Un inmueble único

Este inmueble está situado en el número 60 de la avenida Cataluña, y fue construido a principios del siglo XX por el arquitecto Miguel Ángel Navarro. Gerencia de Urbanismo concluyó en 2006 unas minuciosas obras de rehabilitación para recuperar definitivamente para la ciudad el esplendor de esta casa, que perteneció a la familia del industrial harinero Juan Solans.

Tanto por su diseño como por su decoración, este edificio constituye un ejemplo de la arquitectura ecléctica privada, que combina a la vez elementos modernistas e historicistas, buscando ante todo una composición efectista.

La casa está configurada por la unión de dos volúmenes, uno de tres alturas y otro de dos terminando ambos en una terraza. Sus cuatro fachadas presentan distintos tratamientos, destacando los miradores y balconadas que dan a la zona del jardín, que confieren una gran plasticidad al conjunto.