OKUPACIÓN

Los antidisturbios sacaron a los mismos jóvenes hace tres meses del antiguo colegio Lestonnac

Los okupas llevan casi un año organizando actividades sociales en edificios vacíos del barrio zaragozano de Torrero.

Las escenas que ayer se vivieron en la vieja cárcel de Torrero fueron prácticamente un calco de las que se produjeron hace ahora tres meses, cuando los mismos okupas fueron desalojados del antiguo colegio Lestonnac, en la calle de Cuarte, también de Torrero. Sin embargo, en aquella ocasión, los antidisturbios no llegaron a emplearse con tanta fuerza. Cuando fueron expulsados entonces, los jóvenes llevaban ya unos cinco meses en el colegio, organizando talleres y actividades. Los mismos que ahora programaban en el centro penitenciario, en la avenida de América.


El desalojo del Lestonnac se llevó a cabo el 18 de octubre de 2010, pero la Policía Nacional ya se había presentado en las instalaciones un mes antes con el mismo propósito. Sin embargo, en la primera ocasión, los agentes no pudieron sacar a los okupas, ya que no contaban con la preceptiva orden judicial. El delegado del Gobierno anunció entonces que, solventado el trámite, se produciría el desalojo. Y así fue.


Seis furgonetas de la Unidad de Protección y Reacción, con una treintena de antidisturbios, se presentaron a las seis de la mañana en el centro escolar. Una vez dentro, los agentes comprobaron que allí solo había cuatro jóvenes, que fueron desalojados uno a uno.


En la calle había ya concentradas unas 30 personas. La mayoría eran compañeros de los okupas, pero también hubo vecinos que se levantaron de la cama para arropar a los jóvenes. "Hemos escuchado disparos y cuando hemos salido a la calle, la Policía estaba cargando contra los chavales", explicaba aquel día una mujer. Muchos otros vecinos contemplaron la escena desde sus ventanas.


Desde las siete y hasta las once, cuando empezaron a marcharse, los jóvenes que arropaban a los okupas estuvieron lanzando proclamas contra la Policía. Aunque se vivieron unos minutos de tensión cuando se impidió la salida de un vecino, que gritó que le estaban apuntando "con una pistola", el desalojo fue bastante tranquilo. Tras sacar a los cuatro jóvenes y comprobar que no quedaba nadie más escondido, el responsable del operativo policial permitió el acceso al colegio de una pareja de soldadores, que sellaron con un par de chapas la entrada.