la cabalgata del pregón

Como pez en el agua

El 30% de los miembros de la cabalgata del pregón no salieron por culpa de la lluvia. El resto completaron el desfile más rápido que se recuerda.

Un momento de la cabalgata
como pez en el agua
ESTHER CASAS

"Aquí el que no corre vuela o nada". De esta manera tan gráfica resumió el zaragozano Álvaro Gutiérrez la cabalgata del pregón de ayer, un reguero de comparsas que más que desfilar corrían los cien metros lisos por la puerta del Carmen y el paseo de la Independencia, protegiéndose de la lluvia debajo de los hinchables e intentando llegar cuanto antes a su destino final, la plaza del Pilar.

La lluvia se convirtió en la protagonista absoluta de un desfile con un nombre que parecía tentar a la suerte, 'La riada festiva', que trajo a Zaragoza a más de 200 artistas, coordinados por Manuel Vilanova, de la compañía castellonense Xarxa Teatre.

Al final, se quedó sin salir el 30% de la comparsa, según datos facilitados por la organización. Además, muchos de los que desfilaron lo hicieron vestidos con ropa de calle para no estropear el vestuario. Entre los que se quedaron sin salir, el grupo Las Flores, que incluía seis palmeras enormes que quedaron empapadas antes de comenzar a desfilar.

"Es desolador verles correr por la calle. Una frustración tremenda porque esta cabalgata lleva muchos días de trabajo y el público no ha podido disfrutar del espectáculo, porque los artistas no pueden bailar ni danzar, solo correr y correr", apuntó Vilanova.

Con el público resguardándose de la tormenta en los portales y las marquesinas de los autobuses, los únicos que parecían estar en su salsa eran los peces que formaban parte de la comparsa El Río, compuesta por barcos, 'pezqueñines' y dos enormes hinchables de más de diez metros de longitud.

Con más de cuarenta y cinco minutos de retraso sobre el horario previsto, los peces comenzaron a 'nadar' en los charcos del paseo María Agustín. Minutos antes, la desilusión se apoderó del público asistente, sobre todo de los más pequeños, que esperaban con ilusión y muchos nervios la salida de los cabezudos.

"Mi mejor regalo de cumpleaños es que salga el Morico. Vengo todos los años a verlo y este año también quiero que me persiga porque es muy divertido", apuntó Santi, que ayer cumplía años, al igual que Antonella.

Su deseo se hizo realidad a las 19.40, cuando la organización confirmó que el desfile salía. Ricardo Lahuerta, que lleva 24 años sacando a la Pilara, y Olegario Cebollada, que lleva otros tantos cargando con la Duquesa, recibieron con alegría la noticia y, junto a sus compañeros de comparsa, salieron a la calle dispuestos a 'encorrer' a los más pequeños y también a los grandes. Fueron, un año más, los integrantes más vitoreados por el público asistente, que supo apreciar el esfuerzo de los portadores de los gigantes que tuvieron que cargar con el peso de los vestidos mojados.

El recuerdo de Labordeta

Los alumnos de la Escuela Municipal de Música y Danza, que se habían refugiado de la lluvia en el colegio Joaquín Costa, afinaron sus instrumentos y arrancó el desfile con 'Somos', una de las canciones más emblemáticas de José Antonio Labordeta. Una sintonía que puso los pelos de punta a más de uno y de dos. "Nosotros somos de Vitoria, pero conocemos las canciones del Abuelo de memoria y me ha parecido un gesto precioso que el desfile comience con un recuerdo a su figura. Así hasta la lluvia se aguanta", afirmó Itsaso Calleja, que presenció el desfile acompañada de su marido y su hija Naroa.

A la mitad del recorrido, la lluvia volvió a arreciar y hubo varios momentos en los que se pensó que el desfile se cancelaba. Al final, salieron todos los integrantes de la comparsa, que incluía directores de banda de más de tres metros de altura, dos abejas lanzafuegos que hacían lo imposible por evitar que la lluvia apagara su invento, y varias flores, que decidieron disfrutar "del calor" del público de Zaragoza a pesar del agua.

En esta marcha, que al final del recorrido parecía una carrera contrarreloj o mejor dicho contra la lluvia, las bailarinas de la compañía de danza Anna Botella de Alcoy fueron las más veloces. Ataviadas con unos preciosos vestidos blancos, no dejaron de moverse, ante el aplauso generalizado del público, que supo apreciar el esfuerzo de los artistas, que hicieron frente a las inclemencias meteorológicas con la mejor de sus sonrisas. "Nosotros podemos organizarlo todo para que salga perfecto, y la gente disfrute con el espectáculo, pero no podemos organizar el tiempo", concluyó Vilanova.