Las marquesinas siguen brillando por su ausencia en Montañana

Los vecinos del barrio acostumbran a prestar su mobiliario para las paradas del autobús 28 y hacer así la espera, que asciende a media hora, más confortable.

Paradas de autobús en Montañana
Las marquesinas siguen brillando por su ausencia en Montañana
L. M.

Los vecinos de Parque Goya movieron ficha la semana pasada para reclamar que se dote a las paradas de tranvía y autobús del mobiliario necesario para hacer la espera más confortable. El barrio se veía afectado porque la de la Academia no cuenta con bancos desde que se puso en marcha el medio de transporte, por eso decidieron salir con las sillas de sus casas a la calle, a modo de protesta y como una solución improvisada ante el problema.

Hay otros barrios de Zaragoza que llevan años peleando por la misma causa pero sin obtener resultados. Es el caso de Montañana, donde los vecinos ya tienen por costumbre prestar su mobiliario y colocarlo junto a las paradas del autobús 28 a falta de marquesinas. “No sé por qué cuesta tanto conseguir una, no creo que sea algo tan caro como para que sea tan difícil de establecer”, cuenta Daniel Usón, presidente de la Asociación de Vecinos Urdán de Montañana. Lleva en el cargo cinco años, y asegura que  la última marquesina que se consiguió fue hace cuatro.

Los vecinos denuncian que hay algunas ubicadas en la avenida de Montañana en sentido Peñaflor, “algo que consideramos ilógico porque en esa dirección lo que hacemos es bajar del autobús. La espera la realizamos cuando queremos ir en dirección Zaragoza”, apunta Marisa Rodríguez, usuaria habitual de la línea 28. El presidente de la asociación reconoce que han solicitado el traslado de las marquesinas de la acera de números pares a la de los impares, pero la petición ha sido desestimada. “Nos faltan marquesinas en media docena de paradas. Hay zonas en las que su ausencia está justificada porque se ha estudiado que no hay espacio o porque para colocarlas sería necesario invadir la acera, pero en otras zonas en las que es viable la respuesta municipal es siempre la misma: no hay dinero”, asegura Usón.

Elevados tiempos de espera

La petición de las marquesinas radica en los elevados tiempos de espera que sufren los vecinos. La frecuencia de la línea 28 es de media hora, por eso “es básico que tengamos un lugar en el que poder sentarnos”, reclama Rodríguez. También hay que contar con las inclemencias meteorológicas, por lo que la falta de marquesinas hace que “no nos podamos refugiar en ningún sitio ni del viento, ni de la lluvia, ni del frío”, indica la vecina.

“Llevamos años peleando por mejorar las frecuencias del bus”, dice el presidente, que asegura que “con la última huelga que duró más de 100 días nos quedamos abandonados, era hora y media de espera”. Los que iban a trabajar en autobús cuentan que tuvieron que coordinarse con otros vecinos con coche que coincidieran en sus horarios para poder desplazarse a Zaragoza, lo que les supuso “una importante extorsión”.

Al ser un barrio rural se sienten más perjudicados, “no sé si es porque no interesa o porque no tenemos suficiente fuerza”, lamenta Usón. El presidente recuerda que hace mucho tiempo hubo una lanzadera que no funcionó, la línea 128, “porque se solapaba con la 28, no iban sincronizadas y seguíamos con horas sin que circulara ningún autobús”.

Aunque son conscientes de que la línea no es fuerte en pasajeros, los vecinos dicen que hay otras que han conseguido reforzarse en horas punta, y eso es lo que reclaman. Aun así, agradecen las mejoras que se han ido sucediendo, como el actual recorrido de la línea, porque ahora disponen de una parada en el Coso, frente al teatro Principal, lo que les permite llegar hasta el centro y que el 28 efectúe un trayecto completo sin ser una mera lanzadera.

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